En los últimos 20 años Estonia se ha convertido en uno de los países digitalmente más avanzados del mundo. La clave de esa transformación fue que, a finales de los años 90 se creó allí un sistema de identificación digital para dar satisfacción a un pedido de los bancos. El gobierno no tardó en advertir que esta plataforma de documentos de identidad digital – creada usando software de fuente abierta – podría usarse como una forma económica de brindar servicios públicos de alta calidad a un país de escasa y dispersa población. Hoy, esa plataforma es usada por miles de proveedores de servicios del sector público y privado. Allí la gente puede hacer muchas más cosas que casarse, divorciarse o comprar una casa. Noventa y nueve por ciento de los ciudadanos tiene una tarjeta de ID digital. El gobierno calcula que ahorra por año 2% de su PBI.
La clave del éxito digital de Estonia está en que el sistema de identificación goza de mucha confianza entre el público. Un principio fundamental es que los ciudadanos deben brindar sus datos personales solamente una vez, algo que ahorra tiempo y asegura que los datos quedan alojados en un solo lugar. Cuando el proveedor de un servicio necesita comprobar la identidad de un cliente, extrae los datos necesarios del sistema de ID, pero solo si el ciudadano le otorga permiso. Esto vale también para los servicios públicos: el estado no puede acceder a información personal sin permiso o sin que el ciudadano lo sepa. El resultado es que en un país con motivos históricos para ser muy temeroso del poder del estado y del asalto a las libertades spúblicas, la confianza en la integridad de los servicios públicos es alta.
Otros países están siguiendo el ejemplo de Estonia. Suecia y Dinamarca, por ejemplo, ya instalaron sistemas de ID digital con modelos ligeramente diferentes. India lo hizo con un sistema de código único para su población de 800 millones en solo tres años. El gobierno italiano contrató a Diego Piacentini, un alto ejecutivo de Amazon para que diseñe la transformación digital de la península. Francia trabó relación con Estonia para sus propios planes de digitalización. La Unión Europea tiene también ambiciosos planes para que todos sus estados miembro desarrollen sistemas digitales interoperables entre sí para que los ciudadanos comunitarios puedan acceder a servicios en todo el bloque usando una sola identidad digital.