viernes, 22 de noviembre de 2024

En pos de la red energética inteligente

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Las redes de energía en todo el mundo  no dan abasto con el crecimiento de la demanda de electricidad y la volatilidad de la oferta de fuentes renovables. Richard Anderson analiza el problema para BBC News.

Cuando un gobierno – como el del Reino Unido – quiere reducir sus emisiones de dióxido de carbono, sólo lo puede hacer  aumentando masivamente el uso de la electricidad generada por energías renovables a expensas del petróleo y el gas.

La demanda pico en Gran Bretaña es actualmente de 60GW, pero para 2050 el gobierno estima que aumentará seis veces a medida que aumente el uso de autos eléctricos y la calefacción hogareña.

Para hacer frente a esa demanda,  harán falta más torres de alta tensión y más cableado, lo que aumentará el monto de la factura que deberán abonar los consumidores. Pero el problema es que tanto la energía solar como la eólica  son por su naturaleza misma, muy variables: el viento tiene que soplar y el sol tiene que brillar.  Si eso no ocurre no se genera energía.  Hace falta entonces, más flexibilidad en el combinado energético.

Todos los países que actualmente buscan invertir fuertemente en energía renovable, enfrentan el mismo problema y las soluciones no abundan.

Hay una forma de resolver el problema que está generando mucho interés en gobiernos y empresas. Se trata del almacenamiento energético, que consiste simplemente en almacenar la energía generada durante períodos de poca demanda para usar durante períodos de alta demanda.  No solo ayuda esto a superar el problema de la variabilidad en la oferta sino que permite que las redes eléctricas operen con más eficiencia y a menor costo, explica Anthony Price del Electricity Storage Network. Esto es así porque el almacenamiento permite al sistema funcionar con carga promedio y no con carga pico. También terminará con el disparate de comprar turbinas eólicas para cerrarlas cuando la demanda se satisface. Y el ahorro de costos podría ser enorme. El Energy Futures Lab del Imperial College London ha calculado que las tecnologías de almacenamiento energético podrían generar ahorros de 10.000 millones de libras esterlinas para 2050 en Gran Bretaña.

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