Las energías renovables, como la solar y la eólica, son cada vez más baratas que los combustibles fósiles, pero necesitan almacenamiento para ser una fuente de energía viable y estable. El primer paso, entonces, es instalar paneles solares o molinos de viento. Pero el segundo, tan importante como el primero, es encontrar soluciones para administrar la oferta intermitente de energía.
Allí es donde entra el papel de las baterías, que son dispositivos para almacenar electricidad como energía química. Las baterías de litio-ion, que son las que usan los teléfonos móviles y los autos eléctricos Tesla son actualmente la tecnología de almacenamiento dominante y se están instalando desde Estados Unidos hasta Australia para ayudar a las redes eléctricas a manejar la creciente oferta de energía renovable.
Pero además de las baterías de litio-ion van a hacer falta tecnologías de almacenamiento más baratas y de mayor duración (la mayoría todavía demasiado caras) para reemplazar a los combustibles fósiles que alimentan las fábricas y permitir el uso al 100% de energías renovables.
Sin almacenamiento va a ser difícil que los países reduzcan mucho el número de plantas fabriles que usan gas y carbón y puedan reducir los efectos dañinos del cambio climático. Por eso muchas empresas están corriendo una carrera para desarrollar el próximo gran avance en almacenamiento de renovables.