Ante una situación que sospechamos podría ser peligrosa, nuestro cerebro reacciona a gran velocidad armando posibles escenarios sobre las posibles opciones de pasos a seguir. Ese proceso se llama conciencia situacional. La forma en que respondemos al mundo que nos rodea es tan entera que es casi inconsciente. Nuestros sentidos recurren a una cantidad de información, comparan con experiencias pasadas, con rasgos de la personalidad y presentan ante nosotros una cantidad de opciones sobre cómo actuar o reaccionar. Luego, elige y actúa sobre el camino preferido.
Fast Company analiza las posibilidades futuras de la evolución de las tecnologías. En los próximos años, dice, la computación contextual se convertirá en nuestro sexto sentido. Es más, agrega, será el séptimo y hasta el octavo. La computación será contextual. Las computadoras serán capaces de percibir aspectos objetivos y subjetivos de una situación dada. Aumentarán así nuestra capacidad para percibir un hecho en el momento, sobre la base de nuestras experiencias anteriores, de dónde y con quién estamos.
Ya vemos indicios de esto en los dispositivos móviles con GPS, que brindan servicios sobre la base de dónde estamos. Pero esto solo rasca la superficie. La adopción de computación contextual — o sea una computación que combine hardware, software, redes y servicios que entienden al usuario para crear acciones relevantes que el usuario puede adoptar — está supeditada a la difusión de nuevas plataformas. Depende, también, del teléfono inteligente. El Smartphone es interesante porque siempre está con el usuario y porque tiene sensores. Las futuras plataformas, diseñadas desde cero para la computación contextual hará que esos dispositivos se parezcan más a un juguete que a un teléfono con herramientas “de honda”.
Para que eso ocurra, los científicos de la computación, las compañías tecnológicas y los usuarios deben entender profundamente y aceptar los requisitos y posibilidades de la computación contextual. Es un momento cultural parecido a cuando la computación gráfica y la computación en red fueron introducidas en forma conceptual y técnica diez años antes de lograr éxito comercial.