jueves, 26 de diciembre de 2024

El futuro de los alimentos está llegando

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En Holanda ya funciona un “Food Valley”, el Silicon Valley de los alimentos.

Para el año 2050 habrá casi 10.000 millones de personas en el planeta. La demanda de alimentos será 60% mayor que la actual y, por el cambio climático, el mundo tendrá menos recursos. “Si no cambiamos la forma en que producimos alimentos no podremos alimentar a esa población, y si lo hacemos en la misma forma en que lo venimos haciendo, probablemente vamos a destruir el medio ambiente”, dice uno de los especialistas a cargo de los experimentos. 

Wageningen, en Holanda, es uno de los centros de investigación agrícola más avanzados del mundo. Está emplazado en lo que se ha dado en llamar el “Food Valley”, un guiño al estilo innovador de Silicon Valley, por la febril actividad que se está instalando en el sector.

Muchos inversores creen que el sector alimentario está a punto de sufrir una disrupción similar a la que la tecnología ya llevó a tantos sectores de la actividad.

Allí se quiere producir más pero con menos fertilizantes, menos insumos, menos superficie, menos energía y menos mano de obra. Un método que ya ha demostrado ser exitoso es la agricultura vertical. No necesita pesticidas, la cantidad de agua que necesita es muy limitada porque llega a la planta por la raíz y luego es reutilizada, se cultiva en varias capas superpuestas y requiere 1% de la superficie de tierra de lo que necesitaría el cultivo tradicional para obtener la misma cantidad de productos.

El sistema funciona con diferentes colores de luces. Al alterar el color de la luz en el interior de la sala de cultivo, se altera el aroma, el sabor y hasta el contenido vitamínico del cultivo.

Para un crecimiento más eficiente, se pone luz roja; para desarrollar plantas más cortas con mayor contenido de antioxidantes, intensifican la luz azul y para obtener una planta de tallo largo con menos ramas pasan a rojo oscuro.

 
“Todo está en lograr un buen equilibrio de los colores”, explica Leo Marcelis, profesor de cultivos en la Universidad de Wageningen en los Países Bajos. Se encuentra en la habitación con clima controlado y llena de estantes cuajados de tomates en vías de crecimiento. “Si logramos que ese tomate contenga el doble de vitamina C, eso podría ayudar a una gran parte de la población mundial que no obtiene los suficiente”.

 

El entusiasmo por la tecnología agrícola y alimentaria es el resultado de la convergencia de varias tendencias poderosas: aumento de la demanda de proteínas, especialmente del mundo en desarrollo, que presiona la oferta alimentaria; el gusto de los consumidores en el mundo occidental, que se acerca  a los productos más saludables. Y, finalmente, la explosión de la innovación científica – edición de genes, inteligencia artificial y tecnología digital – que ahora se aplica a la producción de alimentos.

 

Así, la tecnología agrícola ha comenzado a captar la atención de los inversores, que financian proyectos de todo tipo: granjas verticales, robots cosechadores  o alternativas a la carne animal.

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