Descubrieron un segundo código que controla el ADN

Se trata de una estructura que explica, entre otras cosas, por qué algunos genes originan enfermedades. Lo anunciaron en “Nature” un científico norteamericano y un biólogo israelí.

26 julio, 2006

La cadena de ácido desoxirribonucleico (ADN) humana no tiene un sólo código, sino dos, para controlar la actividad interna de las células. El segundo, recién descubierto, para ser tan relevante para la vida como el primero.

Como se sabía, el cometido de éste es generar información, mediante la cual se fabrica las proteínas. Vale decir, los compuestos orgánicos presentes en todo ser vivo. El segundo código, en cambio, “supervisa” expresiones del ADN originadas por el primero. Su papel, pues, es clave para comprender el bien y el mal funcionamiento.

Por supuesto, cuanto ocurre dentro de las células y en los mecanismos de la “doble hélice” –revelada por James Watson y Francis Crick hace medio siglo, sigue siento en gran medida un misterio, un libro por escribir. Fue necesaria otra pareja de genios –de éstos que George W.Bush y sus fundamentalistas bíblicos detestan-, Erán Segal (otro israelí) y Jonathan Widon (otro norteamericano), para develar el extraño comportamiento de los nucleosómata. O sea, esas combinaciones de ADN y proteínas conocidas como “istones”.

Cada célula reúne unos treinta millones de nucleosómata. Con el tiempo, varios investigadores empezaron a sospechar que su presencia en determinados puntos de la cadena ADN no era casual. Pero no lograban encontrar su lógica. Ahora, Segal y Widon han intuido que existen reglas precisas -y las describen- que constituyen el segundo código.

De hecho, se dieron cuenta de que los nucleosómata se sisteman en lugares precisos y su formación impide o promueve la actividad misma de los genes. Por tanto, el segundo código da una idea exacta de cómo se colocan los istones en el interior de la célula, cómo mantienen en orden el ADN y, sobre todo, cómo tornan accesibles algunas de sus partes.

El hallazgo del segundo código permite entender por qué, verbigracia, algunos genes de encienden o se apagan generando enfermedades. O, con mayor amplitud, cómo el código controla el flujo de datos a través del cual las células evolucionan de modo diverso, hasta formar la entera geometría del cuerpo.

La cadena de ácido desoxirribonucleico (ADN) humana no tiene un sólo código, sino dos, para controlar la actividad interna de las células. El segundo, recién descubierto, para ser tan relevante para la vida como el primero.

Como se sabía, el cometido de éste es generar información, mediante la cual se fabrica las proteínas. Vale decir, los compuestos orgánicos presentes en todo ser vivo. El segundo código, en cambio, “supervisa” expresiones del ADN originadas por el primero. Su papel, pues, es clave para comprender el bien y el mal funcionamiento.

Por supuesto, cuanto ocurre dentro de las células y en los mecanismos de la “doble hélice” –revelada por James Watson y Francis Crick hace medio siglo, sigue siento en gran medida un misterio, un libro por escribir. Fue necesaria otra pareja de genios –de éstos que George W.Bush y sus fundamentalistas bíblicos detestan-, Erán Segal (otro israelí) y Jonathan Widon (otro norteamericano), para develar el extraño comportamiento de los nucleosómata. O sea, esas combinaciones de ADN y proteínas conocidas como “istones”.

Cada célula reúne unos treinta millones de nucleosómata. Con el tiempo, varios investigadores empezaron a sospechar que su presencia en determinados puntos de la cadena ADN no era casual. Pero no lograban encontrar su lógica. Ahora, Segal y Widon han intuido que existen reglas precisas -y las describen- que constituyen el segundo código.

De hecho, se dieron cuenta de que los nucleosómata se sisteman en lugares precisos y su formación impide o promueve la actividad misma de los genes. Por tanto, el segundo código da una idea exacta de cómo se colocan los istones en el interior de la célula, cómo mantienen en orden el ADN y, sobre todo, cómo tornan accesibles algunas de sus partes.

El hallazgo del segundo código permite entender por qué, verbigracia, algunos genes de encienden o se apagan generando enfermedades. O, con mayor amplitud, cómo el código controla el flujo de datos a través del cual las células evolucionan de modo diverso, hasta formar la entera geometría del cuerpo.

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