Muchas páginas se han llenado y muchas voces se han oído sobre el acoso y el hostigamiento entre pares, conocido en nuestros días como bullying.
Si bien no se trata de algo nuevo, pareciera haber recrudecido en los últimos años, de la mano de cierta violencia social y en el trato en la que, de una manera u otra, estamos inmersos los ciudadanos urbanos.
Las nuevas tecnologías y el avance multiplicador de las redes sociales aporta una nueva versión de este fenómeno: el cyberbullying; esto es, el acoso y el maltrato a través de Internet.
A contramano de lo sucede con el hostigamiento “en vivo y en directo”, que potencialmente expone al agresor a una represalia inmediata del agredido, el cyberbullying se ampara en la distancia y, no pocas veces, en el anonimato.
Imposible y nada recomendable es alejar a los chicos de Internet y las redes sociales para evitar este tipo de violencia. Ambas forman parte de la vida cotidiana de los niños y jóvenes y gran parte de su existencia pasa en este mundo paralelo y virtual.
¿Qué hacer entonces? Microsoft, empresa vinculada por excelencia al mundo de la tecnología, ha considerado este tema dentro de su programa de RSE y, desde hace algunos años, realiza estudios a escala global y local, que sondean el estado de la cuestión.
La edición 2015 de la encuesta “La Nube: Seguridad y Confianza en Internet”, coordinada por Roxana Morduchowicz, mostró datos a tener en cuenta: 50% de los chicos de entre 15 y 17 años manifestó que alguna vez se sintió mal en Internet y, lo que parece aún peor, no ha hecho nada al respecto (70%), ni siquiera ha hablado con sus padres al respecto (95%).
Otro dato preocupante: cuatro de cada 10 jóvenes reconoció que alguna vez formó parte de un grupo de bullying y el mismo número aseguró que publicó fotos o videos de otras personas sin pedir autorización.
Si tenemos en cuenta que casi la mitad de los adolescentes encuestados pasa todo el día conectado, y que aseguran saber cómo manejarse en la Web, estamos en problemas.
Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil, sostiene al respecto: “Lo que más nos preocupa es que la mitad de los jóvenes vivió una situación que lo hizo sentir mal en Internet. También el hecho que a una gran cantidad no le preocupa nada de la Web, es decir, se consideran inmunes y expertos en la materia. Como adultos, es importante que hablemos con los chicos y los orientemos. Si bien muchas veces los adultos sabemos menos de tecnología, tenemos que recordar que el saber que tienen los adolescentes es meramente instrumental, quienes tenemos el sentido común y la experiencia de vida somos los adultos”, consideró la especialista.
Navegar en Internet es, de acuerdo al estudio, la actividad que más tiempo ocupa a los adolescentes en su tiempo libre. Utilizan la Red para informarse, aprender, hacer la tarea, jugar, escuchar música, mirar series y comunicarse con los demás.
La primera de las preocupaciones que les remite la Web, según este estudio, realizado entre 650 jóvenes de escuelas públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires, es que “que gente peligrosa se comunique con ellos” (40%). También les temen que usen las fotos que subieron con malas intenciones (30%) y que se burlen de ellos o ser agredidos (20%).
Si bien solo tres de cada 10 tiene total confianza en Internet, la credibilidad media es alta. Esta parece ser una de las cuestiones que más preocupan a los jóvenes (y, obviamente, a los padres y docentes), ya que “creerse todo lo que se dice en Internet” figura como la segunda de las principales preocupaciones de los entrevistados (30%). Es tarea de docentes y demás adultos, entonces, enseñar a los chicos y jóvenes a “saber buscar”; discriminar las fuentes confiables y valorar aquellos sitios con el respaldo adecuado.
