Las alternativas vegetarianas para la carne animal, como la soja existen desde hace tiempo sin comprometer por eso el amor que los consumidores tienen por la textura y el sabor de la carne verdadera. A pesar de todas las advertencias, de todas las preocupaciones por los efectos de la grasa animal en la salud, el consumo de carne animal se cuadruplicó en los últimos 50 años. El mundo come cada vez más hamburguesas, más bifes y más milanesas.
Semejante consumo de carne no sólo daña la salud sino también el ambiente. La producción de alimentos es responsable de más de la cuarta parte de las emisiones de gas de invernadero y eel cultivo de forraje para ganado representa un cuarto del agua utilizada en el mundo.
Los rumiantes, como vacas y ovejas ocupan vastos predios de tierra cultivable y emiten enormes cantidades de gas metano antes de ser convertidos en carne para consumo.
Pero la carne animal es tan popular porque es muy nutritiva y deliciosa. Es por eso que las empresas dedicadas a reemplazarla con alternativas no paran hasta conseguir la textura y el sabor del producto animal.
Hasta hora, lo que hay sirve para funcionar como carne picada y hacer albóndigas, pan de carne o rellenos varios. Ese tipo de comida donde los condimentos son tan protagonistas como el ingrediente principal.
Las últimas versiones que están apareciendo de carne vegetal son mejores que las anteriores, más sabrosas y hasta más jugosas. Pero es tan complicado el proceso para obtenerlos que resulta mucho más fácil y más barato comprar la carne animal.
El otro problema que presentan, se que las llamen “carne de cultivo” o “carne limpia”, la gente traduce eso como “carne artificial”. En efecto, la batalla por la autenticidad se ve muy difícil de ganar. Y aquí hay una paradoja: muchos adultos de hoy se inclinan hacia la autenticidad y recelan de los alimentos procesados. Entre la gente acomodada y consciente de su salud hay una obsesión por conocer cómo fue el proceso del producto antes de llegar a la góndola. Y sin embargo esos mismos consumidores suelen ser vegetarianos o al menos quieren limitar su consumo de carne.
Las hamburguesas vegetales son más saludables que las originales: no tienen ni colesterol, ni hormonas ni antibióticos, pero contienen proteína de levadura que es fermentada y enriquecida con otros ingredientes que le dan sabor. Y eso es un alimento procesado.
Pero estas hamburguesas al menos derivan de plantas. Los próximos sustitutos de la carne van a ser todavía más ambiguos. Se cultivarán en laboratorios a partir de células animales. En este momento ya se está investigando esta tecnología en Estados Unidos con idea de que el mundo deje de necesitar criar vacas.