En busca de respuestas, los investigadores del i2TIC de la UOC analizaron la productividad total de factores.
La Tyrell Corporation controla la economía gracias a su tecnología de desarrollo de androides imposibles de distinguir de los seres humanos: los replicantes. El futuro distópico que dibujaba Blade Runner cuando se estrenó en 1982 parecía entonces muy lejano. Pero ¿caminamos hacia un mundo dominado por gigantes tecnológicos digitalizados en el que las grandes corporaciones limitan el emprendimiento, el dinamismo económico y el progreso?
Esta es una de las grandes preguntas que afronta el paper “Towards the Tyrell corporation? Digitisation, firm-size and productivity divergence in Spain”, publicado en Journal of Innovation & Knowledge, cuyo primer autor es Joan Torrent, catedrático de Economía de los Estudios de Economía y Empresa e investigador del grupo i2TIC de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y en el que participan Ángel Díaz-Chao, Albert-Pol Miró-Pérez y Jorge Sainz, también investigadores del i2TIC y profesores de la Universidad Rey Juan Carlos y de ESERP Business & Law School.
La brecha de productividad
Las revoluciones tecnológicas de los últimos dos siglos, desde la máquina de vapor hasta la inteligencia artificial, han sido uno de los principales factores responsables del aumento de la productividad en los países desarrollados. Las actividades económicas se ven cada vez más influidas por las nuevas oleadas de innovación y digitalización. Sin embargo, a pesar de los muchos avances tecnológicos de las últimas décadas, la eficiencia de las economías más desarrolladas parece haberse estancado.
En busca de respuestas, los investigadores del i2TIC de la UOC analizaron la productividad total de factores, una medida de la productividad del trabajo que tiene en cuenta todos los elementos al margen de la relación entre capital y trabajo (los componentes clásicos de la productividad), como las mejoras tecnológicas que no están adheridas al capital y al trabajo, pero que sí permiten que las economías sean más eficientes.
“Durante los últimos años, coincidiendo con la ruptura o escisión digital, que no revolución industrial, los economistas nos hemos dado cuenta de lo que solemos llamar la paradoja o el dilema de la productividad. A pesar de estar en medio de un cambio tecnológico que parece disruptivo para nuestras vidas, la productividad total de factores de la mayoría de las economías avanzadas del mundo lleva más de una década estancada o creciendo muy poco”, explica Joan Torrent.
Cuanto mayor sea el crecimiento de la productividad total de factores y, por lo tanto, de la eficiencia de una economía, mayor será el aumento del nivel de vida material de la sociedad. “Una de las explicaciones para este dilema de la productividad está en las superstars. Como resultado del proceso de I+D+i digitalizado, se estarían generando unos gigantes digitales o digitalizados que se situarían en la frontera global de la innovación y que utilizarían su posición dominante para restringir la competencia, desarrollar innovaciones defensivas o incluso restringir el dinamismo económico”, añade el investigador.
La consecuencia principal de una economía sin nuevas iniciativas empresariales que presionen a las generaciones anteriores de innovadores —lo que los economistas suelen llamar destrucción creativa— es una economía con problemas serios para crecer y mejorar el bienestar material de sus ciudadanos. “Las consecuencias de esta economía dominada por corporaciones que controlan un número creciente de mercados sin que, por debajo, exista la posibilidad de que el emprendimiento y el dinamismo económico de las pymes existentes vayan generando nuevos nichos de progreso pueden ser catastróficas”, concluye Torrent. ¿Nos dirigimos, entonces, a un sistema dominado por las Tyrell Corporations?
“La competencia monopolística se generalizó hace más de un siglo y hemos aprendido a convivir con grandes empresas que compiten en varios segmentos de mercado. El problema es que, con la digitalización, estas grandes empresas han aprendido nuevas estrategias de innovación para aumentar su poder de mercado y, como resultado de la debilidad institucional o de la novedad de sus propuestas de valor, se lo hemos permitido”, explica Joan Torrent.
Para el investigador, esta situación dibuja los límites de la sociedad de mercado digital y señala la necesidad de reorganizarla para no poner en riesgo los beneficios que hasta ahora ha generado el sistema. “Nuestra capacidad para seguir aumentando nuestro bienestar y, además, hacerlo más igualitariamente entre nosotros y con el medioambiente es precisamente lo que está en juego”, añade Torrent.
Entre las acciones y políticas que podrían implementarse para reducir la divergencia productiva y la limitación de la competencia y la innovación por parte de aquellas empresas que dominan el mercado, destaca el apoyo al emprendimiento y a las pymes para que incorporen la tecnología digital y la innovación mucho más de lo que se ha hecho hasta el momento.
“Es un auténtico desastre nacional y casi nadie habla de ello. Si no atendemos al problema de la divergencia en productividad y al dinamismo de nuestras nuevas y pequeñas empresas, pronto no habrá recursos que repartir. Creo que hemos entrado en un periodo de confusión muy peligrosa entre riqueza y renta, que nos estamos confundiendo entre el valor productivo y el improductivo, que estamos lanzando mensajes muy equivocados acerca de las maldades del afán de lucro, que estamos desprestigiando a la empresa. Todo esto es un gran error a largo plazo”, subraya Joan Torrent.
Además de la dinamización del emprendimiento y la inversión tecnológica en las pymes, el investigador concluye que es necesario alcanzar acuerdos internacionales para revitalizar las políticas de competencia y no permitir que las grandes empresas extraigan rentas como resultado de su poder de mercado y sigan incrementando la brecha.
Esta investigación favorece el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 8, trabajo decente y crecimiento económico.