Bluetooth y sus dilemas en el mundo inalámbrico

“Se puede llevar un caballo a la aguada, pero no obligarlo a beber” dice un proverbio atribuido a Salomón. Es el dilema que afronta Bluetooth. No respecto de quienes incorporan la tecnología a un producto, sino de quienes después no la usan.

3 diciembre, 2003

Desde su aparición hace casi diez años y pese a sus ventajas (liga
líneas inalámbricas con dispositivos personales), esta tecnología
original de Ericsson suele escapar a la percepción de los usuarios. Como
el equino bíblico, compran celulares munidos de Bluetooth, pero no emplean
sus funciones.

Bluetooth (Blaatand, “diente azul”) era el sobrenombre del rey Haroldo
I, fundador del estado danés en el siglo X. Se trata de un protocolo
o norma para comunicaciones inalámbricas a corta distancia. Primordialmente,
entre celulares y PC o dispositivos que no requieran emplear las manos. Creada
por un danés que trabajaba en la sueca Ericsson en 1994, cuatro años
después la tecnología reclutaba a Nokia, IBM, Toshiba e Intel,
que integran el Bluetooth Special Interest Group.

Hacia septiembre último, este protocolo estaba en más de un millón
de productos vendidos por semana alrededor del mundo, gracias a que los fabricantes
de teléfonos móviles colocan casi 1.250 millones cada año
(son los dispositivos electrónicos de mayor mercado). Pero Bluetooh suele
encontrarse también en otros durables de uso final, autos inclusive.

Michael McCannon, director ejecutivo de Bluetooth para desarrolladores, presume
-empero- que sólo 30% de los dispositivos se compran o se emplean debido
a esa tecnología. Aun esta cifra es hipotética, pues no existen
al momento datos ciertos sobre la cuestión.

Por su parte, la consultora especializada Gartner Group señala: “Vemos
gran cantidad de inalámbricos con Bluetooth, pero los usuarios no apelan
a sus funciones. Además, como ocurre con varios derivados de esa tecnología,
no hay garantía de que los productos de vendedores distintos sean compatibles.
En verdad -deduce la firma-, la gente quiere emplear un dispositivo apenas sacado
de la caja y eso no es posible con muchos productos Bluetooth”.

El problema básico es que el usuario medio ignora qué puede hacer
con su dispositivo Bluetooth. Por tanto, varios fabricantes tratan de “educar
al mercado”, con bastante éxito. Desde otro ángulo, la tecnología
puede beneficiarse por recientes leyes (EE.UU., Unión Europea) que obligan
a quienes manejan vehículos a usar celulares que no requieran manos.

Pero quizá la mejor forma de promover esta tecnología sea detectar
aplicaciones útiles y sencillas para los usuarios. Así, British
Telecom ensaya BluePhone, que emplea el protocolo para conectar inalámbricos
a líneas telefónicas. De ese modo, los abonados no deberán
pagar tarifas celulares si están cerca de alguna ficha telefónica.

La experiencia de BT parece circunscripta a celulares. De lo contrario, la
firma habría recurrido a Wi-Fi (“wireless fidelity”, o sea
la banda 802.11), una norma que cubre más distancia que Bluetooth. Usada
en PC y “palms”, existen planes para adaptarla a teléfonos
móviles en algunos años.

Bluetooth tiene otros rivales. Uno es ZigBee Alliance, un grupo de cincuenta
firmas que desarrolla 802.14.4, una versión a menor velocidad, que exige
menor potencia y se orienta, por ejemplo, a controles remotos de TV. A la inversa,
banda ultraancha (ultrawide band, 802.15.3) es una versión a alta velocidad
de Bluetooth, apta para aplicaciones inalámbricas multimedios. En teoría,
esta tecnología dobla la velocidad de su original, pero carece todavía
de protocolos propios.

Desde su aparición hace casi diez años y pese a sus ventajas (liga
líneas inalámbricas con dispositivos personales), esta tecnología
original de Ericsson suele escapar a la percepción de los usuarios. Como
el equino bíblico, compran celulares munidos de Bluetooth, pero no emplean
sus funciones.

Bluetooth (Blaatand, “diente azul”) era el sobrenombre del rey Haroldo
I, fundador del estado danés en el siglo X. Se trata de un protocolo
o norma para comunicaciones inalámbricas a corta distancia. Primordialmente,
entre celulares y PC o dispositivos que no requieran emplear las manos. Creada
por un danés que trabajaba en la sueca Ericsson en 1994, cuatro años
después la tecnología reclutaba a Nokia, IBM, Toshiba e Intel,
que integran el Bluetooth Special Interest Group.

Hacia septiembre último, este protocolo estaba en más de un millón
de productos vendidos por semana alrededor del mundo, gracias a que los fabricantes
de teléfonos móviles colocan casi 1.250 millones cada año
(son los dispositivos electrónicos de mayor mercado). Pero Bluetooh suele
encontrarse también en otros durables de uso final, autos inclusive.

Michael McCannon, director ejecutivo de Bluetooth para desarrolladores, presume
-empero- que sólo 30% de los dispositivos se compran o se emplean debido
a esa tecnología. Aun esta cifra es hipotética, pues no existen
al momento datos ciertos sobre la cuestión.

Por su parte, la consultora especializada Gartner Group señala: “Vemos
gran cantidad de inalámbricos con Bluetooth, pero los usuarios no apelan
a sus funciones. Además, como ocurre con varios derivados de esa tecnología,
no hay garantía de que los productos de vendedores distintos sean compatibles.
En verdad -deduce la firma-, la gente quiere emplear un dispositivo apenas sacado
de la caja y eso no es posible con muchos productos Bluetooth”.

El problema básico es que el usuario medio ignora qué puede hacer
con su dispositivo Bluetooth. Por tanto, varios fabricantes tratan de “educar
al mercado”, con bastante éxito. Desde otro ángulo, la tecnología
puede beneficiarse por recientes leyes (EE.UU., Unión Europea) que obligan
a quienes manejan vehículos a usar celulares que no requieran manos.

Pero quizá la mejor forma de promover esta tecnología sea detectar
aplicaciones útiles y sencillas para los usuarios. Así, British
Telecom ensaya BluePhone, que emplea el protocolo para conectar inalámbricos
a líneas telefónicas. De ese modo, los abonados no deberán
pagar tarifas celulares si están cerca de alguna ficha telefónica.

La experiencia de BT parece circunscripta a celulares. De lo contrario, la
firma habría recurrido a Wi-Fi (“wireless fidelity”, o sea
la banda 802.11), una norma que cubre más distancia que Bluetooth. Usada
en PC y “palms”, existen planes para adaptarla a teléfonos
móviles en algunos años.

Bluetooth tiene otros rivales. Uno es ZigBee Alliance, un grupo de cincuenta
firmas que desarrolla 802.14.4, una versión a menor velocidad, que exige
menor potencia y se orienta, por ejemplo, a controles remotos de TV. A la inversa,
banda ultraancha (ultrawide band, 802.15.3) es una versión a alta velocidad
de Bluetooth, apta para aplicaciones inalámbricas multimedios. En teoría,
esta tecnología dobla la velocidad de su original, pero carece todavía
de protocolos propios.

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