La salud física, mental y emocional de quienes lideran equipos atraviesa una crisis que no suele figurar en las agendas estratégicas de las empresas. Siete de cada diez colaboradores manifiestan que el estado emocional de sus jefes influye directamente en su motivación y desempeño.
Datos recientes indican que el 94 % de las personas no alcanza los parámetros mínimos de salud metabólica, mientras que el 75 % convive con sobrepeso u obesidad. Pese a esta situación, el cuidado del liderazgo sigue siendo un tema postergado en muchas organizaciones.
Esta problemática fue abordada durante el panel La salud del líder: el motor invisible del buen liderazgo, donde Lina Vanegas, head of marketing de Betterfly, afirmó: “Durante décadas, se ha premiado al líder que se sacrifica y nunca se cansa. Pero esa narrativa está rota. Hoy necesitamos líderes humanos, no superhéroes corporativos”.
Síntomas y consecuencias
El desgaste físico y emocional en la conducción de equipos se manifiesta en irritabilidad, insomnio, dificultades para delegar y control excesivo. Estas señales suelen normalizarse bajo una falsa concepción de productividad.
Según la evidencia, un liderazgo agotado genera ansiedad, limita la autonomía de los colaboradores y conduce a decisiones menos eficaces. En contraste, un liderazgo sostenible fomenta la confianza, la conexión entre las partes y mejores resultados. Vanegas añadió: “El líder que se quema transmite ansiedad, microgestiona y bloquea la autonomía del equipo. En cambio, cuando el liderazgo es coherente, humano y sostenible, se genera confianza, conexión y mejores decisiones”.
En México, donde el 80 % de las muertes globales están relacionadas con causas prevenibles vinculadas al estilo de vida laboral, la salud del liderazgo es una urgencia empresarial y no un aspecto prescindible. Cristóbal della Maggiora, co founder de Betterfly, advirtió sobre la exclusión del cuidado del liderazgo en la estrategia corporativa a pesar de la gravedad del problema.
Estrategias para la mejora
Pequeñas prácticas diarias, como dedicar quince minutos a pausas activas o respiración consciente, pueden reducir los niveles de cortisol —hormona vinculada al estrés— en un 25 %. Esta reducción contribuye a mejorar la concentración, el estado de ánimo y la toma de decisiones.
Sin embargo, la transformación organizacional demanda superar creencias arraigadas que asocian el liderazgo al sacrificio excesivo y promover el autocuidado desde los niveles más altos de la dirección.
Vanegas concluyó: “Una empresa saludable no se mide sólo por sus ventas o utilidades, sino por qué tan bien están quienes la sostienen”. La normalización del autocuidado como parte del rol directivo se presenta como una necesidad impostergable para un liderazgo efectivo y la salud organizacional.
De acuerdo con la información proporcionada por la empresa Betterfly, el desafío pasa por integrar la salud integral del liderazgo en las agendas corporativas para evitar el impacto negativo en la cultura y el desempeño organizacional.












