El panorama laboral actual en Argentina muestra una creciente preocupación por la salud mental, especialmente entre la población joven. Analía Tarasiewicz, psicóloga del trabajo y directora en Trabaja.mejor, expone que el burnout afecta al 87% de los trabajadores de entre dieciocho y veinticinco años, según cifras de Bumeran. Este fenómeno trasciende fronteras y se manifiesta en toda Latinoamérica.
La especialista observa que los jóvenes prefieren recurrir a algoritmos y herramientas de Inteligencia Artificial para obtener acompañamiento psicoemocional, en detrimento de la interacción con sus líderes laborales. “Si una generación prefiere confiar sus ansiedades a una IA antes que, a su líder, no es un triunfo tecnológico, sino la evidencia de una desesperada necesidad de escucha que los espacios laborales no están satisfaciendo”, sostiene Tarasiewicz.
Esta tendencia se proyecta hacia 2025, donde, según Harvard Business Review, el uso de IA para el acompañamiento emocional será cada vez más frecuente. Para Tarasiewicz, el problema no radica en la resiliencia individual de los jóvenes, sino en un sistema que normaliza la precariedad y la hiperconexión, responsabilizando a las nuevas generaciones por dificultades que no originaron.
Las empresas, históricamente, han respondido con beneficios de corto plazo que no resuelven el fondo de la cuestión. “Eso no es bienestar, es anestesia cortoplacista. Hoy, el talento joven ya no compra analgésicos”, afirma la experta. La propuesta es avanzar hacia la Inclusión Psicoemocional Laboral, integrando la vulnerabilidad y el cuidado en la gestión de recursos humanos.
El impacto económico es significativo: la Organización Internacional del Trabajo estima que la depresión y la ansiedad cuestan cerca de un billón de dólares en productividad global, y la Organización Mundial de la Salud calcula que cada dólar invertido en salud mental laboral genera una recuperación de cuatro dólares.
“Una generación agotada no puede construir el futuro. El futuro del trabajo no se construye con líderes de manuales y cucardas, sino que hoy más que nunca, depende de que nos animemos a poner la salud psicoemocional en el corazón de nuestras organizaciones”, concluye Tarasiewicz.












