martes, 9 de diciembre de 2025

Décima edición de los Premios FLOR a la Diversidad reunió a referentes en La Rural

El encuentro anual organizado por la Fundación FLOR tuvo lugar el 16 de septiembre en Buenos Aires. El evento reconoció a organizaciones y personas comprometidas con la inclusión y la diversidad, y contó con la presencia de referentes del sector empresarial y social.

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El encuentro se consolidó, tras una década de trayectoria, como un espacio de referencia en Argentina y la región para destacar a empresas, instituciones y líderes que integran la diversidad en el corazón de sus políticas. El auditorio reunió a referentes del sector empresarial, académico y social, que coincidieron en que el desafío no es simbólico: se trata de traducir los discursos en acciones medibles y sostenibles.

Un hito de diez años

La presidenta de la Fundación FLOR abrió la ceremonia con un balance de la última década: “Cuando comenzamos, la diversidad aparecía como una agenda emergente. Hoy, quienes no la incorporan en su modelo de gestión quedan rezagados frente a los cambios sociales y económicos que atraviesan nuestras sociedades”.

En estos diez años, los premios reconocieron a más de un centenar de organizaciones que impulsaron políticas de inclusión de género, programas de integración de personas con discapacidad, capacitaciones para colectivos históricamente excluidos y estrategias de liderazgo que promueven la equidad.

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La edición 2025, además de celebrar ese recorrido, puso el foco en el futuro: cómo las empresas pueden transformar la diversidad en un motor de innovación y crecimiento, especialmente en un contexto económico desafiante.

Empresas premiadas: diversidad como estrategia

Los galardonados de esta edición mostraron que la inclusión no se limita a un departamento de recursos humanos, sino que atraviesa toda la cadena de valor. Entre los casos destacados:

  • Empresas del sector tecnológico que desarrollaron programas de capacitación para mujeres en STEM, generando nuevas oportunidades laborales en áreas donde la brecha de género es todavía profunda.
  • Organizaciones industriales que implementaron planes de inserción de personas con discapacidad en puestos operativos y de gestión, con acompañamiento en accesibilidad e infraestructura.
  • Instituciones financieras que rediseñaron sus procesos de selección para garantizar la participación de candidatos de distintas trayectorias sociales y culturales.

En cada discurso de aceptación se repitió un denominador común: la diversidad no solo mejora el clima laboral, también potencia la creatividad y la capacidad de responder a un mercado más heterogéneo y exigente.

Testimonios que inspiran

Los testimonios de los premiados marcaron el pulso de la ceremonia. Una ejecutiva del sector tecnológico sostuvo que “la diversidad enriquece los equipos porque permite que las soluciones no provengan siempre de la misma mirada. En la innovación, la homogeneidad es una trampa”.

Desde una organización social reconocida por su labor, otro de los voceros subrayó que “la diversidad exige coherencia: no alcanza con los slogans. Necesitamos políticas de mediano y largo plazo, inversión y compromiso de la alta dirección”.

Las palabras funcionaron como recordatorio de que las prácticas de inclusión son sostenibles cuando se integran al modelo de negocio.

Más allá de la coyuntura

En un contexto de desaceleración económica y reestructuración de empresas, la apuesta por la diversidad se presenta como un gesto estratégico. No se trata solo de reputación o responsabilidad social. Los estudios internacionales muestran que las compañías que integran distintos perfiles en sus equipos de liderazgo obtienen mejores resultados en innovación y crecimiento sostenido.

Para la Fundación FLOR, esa es la clave del futuro: convertir la diversidad en un estándar competitivo que impulse a las organizaciones a diferenciarse.

Mirada regional

Uno de los anuncios de la décima edición fue la proyección regional de los premios. La Fundación busca ampliar la convocatoria a toda América Latina, fomentando una red de organizaciones que compartan experiencias y buenas prácticas.

El objetivo es construir un ecosistema latinoamericano de empresas que reconozcan que la inclusión no es un gesto aislado, sino una forma de gestionar en sociedades atravesadas por desigualdades estructurales.

“Queremos que los Premios FLOR sean una plataforma de intercambio regional, que permita visibilizar lo que ya se está haciendo y acelerar los cambios en otros países”, señaló la presidenta de la Fundación.

Diversidad como inversión, no como costo

Un punto central de la jornada fue la insistencia en que la diversidad no debe verse como un gasto adicional. Al contrario, es una inversión que genera retornos tangibles: mayor compromiso de los equipos, fidelización de clientes, reputación positiva y capacidad de adaptación a escenarios cambiantes.

La evidencia internacional lo confirma: las organizaciones con mayor diversidad de género en sus directorios y puestos ejecutivos superan en resultados financieros a las que carecen de esa pluralidad. El argumento económico complementa la dimensión ética y social de la inclusión.

Una década que marca rumbo

El balance de estos diez años de premios muestra un recorrido ascendente: de la visibilización de casos aislados a la construcción de una comunidad de empresas, líderes y organizaciones comprometidas. La décima edición marcó un antes y un después al reafirmar que la diversidad no es una tendencia pasajera, sino un rasgo constitutivo de la gestión empresarial moderna.

En palabras de uno de los jurados: “El verdadero desafío no es premiar a quienes ya están convencidos, sino contagiar a quienes aún creen que la diversidad es un tema accesorio”.

Perspectivas

La Fundación FLOR ya proyecta los próximos pasos. Entre ellos, fortalecer los programas de formación en liderazgo inclusivo y consolidar alianzas con organismos internacionales que promuevan estándares de diversidad en toda la región.

La mirada de largo plazo apunta a que, en un futuro cercano, las prácticas de diversidad no necesiten premios para ser reconocidas, porque se conviertan en norma.

La décima edición de los Premios FLOR dejó en claro que la diversidad es un imperativo de gestión. Las organizaciones que fueron distinguidas muestran que la inclusión no es solo un compromiso ético, sino un camino hacia la competitividad y la innovación.

En un escenario global en transformación, quienes logren integrar distintas miradas en su estrategia estarán mejor posicionados para liderar los cambios. Y los Premios FLOR, al cumplir una década, se erigen como testimonio de ese recorrido y como plataforma para el futuro.

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