Por Iñaki Ortega Cachón; Alfonso Jiménez; y Rafael Puyol (*)
Con este análisis pretendemos participar en el debate público sobre la situación de ambos colectivos, defendiendo la necesidad de que haya colaboración entre ellos
Si la economía plateada crece impulsada por el creciente consumo de los séniors, también lo hacen sus aportes al mercado laboral y las transferencias de conocimiento hacia los colectivos más jóvenes. Un motor de riqueza (y empleo) para ambos colectivos.
Convivir en el mercado laboral
El gasto en pensiones es un ítem importante dentro del presupuesto público español. Por una parte, por el inevitable cambio demográfico que se viene produciendo desde hace unos años y que se afianza ahora que ya han comenzado a jubilarse los hijos del baby boom y, por la otra, por decisiones políticas destinadas a mantener el nivel de vida de los pensionistas.
Estas circunstancias, junto a las dificultades económicas que enfrentan los menores de 30 años –altos niveles de paro, bajos salarios y grandes dificultades para acceder a la vivienda– alimentan la idea de que se está drenando hacia los mayores los recursos de los jóvenes.
También se dice que los mayores impiden que los jóvenes entren en el mercado laboral por su empeño en seguir activos y no retirarse. Esta creencia se basa en la falacia de que el número de empleos en una economía es fijo.
El mercado laboral no es un juego de suma cero en el que, si una persona encuentra un empleo, otra tiene que perderlo. Más bien al contrario, un aumento de la ocupación genera su propia demanda, incrementa el PIB potencial y supone un acicate para la contratación en todos los estratos de la población.
Al mismo tiempo, los datos en los países de referencia en dinamismo laboral en la OCDE indican una correlación positiva entre la evolución del empleo de los mayores y la de los jóvenes.
Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda e Israel tienen las edades de jubilación efectiva más tardías de todos los países de la OCDE –todos por encima de los 70 años– pero también tienen bajas tasas de desempleo juvenil. En cambio, España y Grecia tienen las edades efectivas de jubilación más tempranas y se encuentran entre los de mayor paro juvenil.
Los mitos del mercado laboral
Existe la creencia de que apenas hay trabajadores séniors en el mercado laboral español porque la mayoría ya se han retirado. La realidad es que hay más de 4 600 000 séniores trabajando –son el 20 % de la población activa–, dos millones más de los que había en 2008.
Como contraparte, también está la falsa creencia de que el mercado laboral está compuesto mayoritariamente por jóvenes. Lo cierto es que hay 800.000 menos que séniors trabajando. Desde 2008 se han reducido en casi 2 000 000 los menores de 30 años en activo, y suponen un poco más de uno de cada diez trabajadores.
También es un error vincular el fenómeno emprendedor exclusivamente con la juventud. La realidad es muy distinta: hay 1 000 000 de séniors autoempleados frente a algo más de 100 000 jóvenes. Los séniors que optan por ser autónomos son un 23 % del colectivo de mayores. En cambio, los autoempleados de entre 25 y 29 años solamente suponen un 6 % del total de jóvenes presentes en el mercado de trabajo español.
Cambios posibles
Con los datos que aporta la tercera edición del mapa del talento sénior en España defendemos una serie de actuaciones en materia de políticas públicas, pero también de cambio cultural en las empresas y los ciudadanos.
La cuestión es convertir el cambio demográfico hacia una población envejecida en un dividendo para los jóvenes y los propios mayores mediante:
- Un régimen fiscal amistoso con los séniores que atraiga tanto a profesionales como a jubilados sénior internacionales en busca de un buen entorno en el que envejecer.
- El impulso de la economía sénior, favoreciendo la creación de empresas y la formación y empleabilidad de profesionales en las áreas de salud, cuidados, turismo, ocio, reformas y promoción inmobiliaria.
- El fortalecimiento del talento sénior y su permanencia en el mercado laboral. En España, los séniores se forman menos y tienen tasas de actividad hasta 20 puntos por debajo de la media europea.
(*) Iñaki Ortega Cachón es Profesor de Dirección de Empresas, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja; Alfonso Jiménez es Profesor asociado, Universidad Europea; y Rafael Puyol es Catedrático de Geografía Humana. Presidente de UNIR, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja.