Por Javier Cao (*)
Si bien estos cambios parecen el resultado de distintos avances tecnológicos independientes, un análisis económico desnuda que se trata de una adaptación de tendencias que llevan décadas aplicándose en el ámbito industrial. Sin ir más lejos, pensemos en la adopción de las técnicas productivas conocidas habitualmente como toyotismo en la década de 1970. Este método de producción se basaba en dos preceptos básicos. El primero era la producción “just in time“, para reducir al mínimo los stocks. El segundo, la diferenciación del producto para adaptarse a cada consumidor, en lugar de la producción a escala y en serie.
Aunque parezca extraño, los cambios en movilidad pueden ser vistos como una adaptación de estas tendencias. En la actualidad, el medio de transporte por excelencia es el automóvil, que brinda una misma solución a todas las necesidades y pasa la mayor parte del tiempo estacionado. Los nuevos cambios en movilidad apuntan a romper con estos dos problemas. En la ciudad del futuro, cada necesidad de transporte tendrá un medio diferente (automóviles, trenes, subtes o hasta bicicletas) y se irán combinando según la necesidad del usuario. A su vez, se ganará eficiencia al maximizar el tiempo de uso de los vehículos mediante nuevas modalidades como el “car sharing“, que reduce el tiempo que un auto pasa estacionado.
Las nuevas tendencias suelen resumirse bajo el concepto de “movilidad como servicio”. Ya no se trata de consumir un bien (el automóvil) sino simplemente de trasladarse, rápida y cómodamente y a bajo costo (cada persona priorizando una variable sobre la otra). Y si al final del día solo interesa el traslado, esto puede realizarse de manera mucho más eficiente con una oferta diferenciada y de manera mucho más económica intensificando el uso del capital.
Soluciones interconectadas
Lo que sí es cierto es que la aplicación de estos conceptos a la movilidad solo ha sido posible gracias a los cambios tecnológicos que surgen a partir de la industria 4.0, fundamentalmente aquellos relacionados a la conectividad y aprovechamiento de la información en tiempo real. De otra forma, no hubiera sido posible la coordinación de diversas empresas, medios de transporte y su interacción, no centralizada a través de un productor, como en el caso de la producción industrial, sino directamente hacia los consumidores.
Uno de los principales cambios son las nuevas plataformas que permiten coordinar perfectamente los distintos medios de transporte minimizando tiempos de transbordo gracias a datos de geolocalización. Aplicaciones como Google Maps, Eomob o Transit ya ofrecen la noción del tiempo de demora estimado para ir de un lugar a otro utilizando diferentes medios y es cuestión de tiempo que un mismo sistema integre información sobre la ubicación de colectivos, bicicletas disponibles, o incluso para coordinar desde ahí mismo la llegada de otro medio de transporte.
Esta coordinación permite reducir los tiempos de viaje y también lograr un mayor aprovechamiento de los recursos y, por lo tanto, un menor costo. Las apps de provisión de servicios de transporte que conectan a los pasajeros con los conductores de vehículos registrados en ellas (como Uber o Cabify) reducen el tiempo en que el vehículo funciona sin pasajero. Por otro lado, las tendencias de car sharing, posibles gracias a la tecnología que permite coordinar las demandas de distintos usuarios y conocer la localización de los automóviles en todo momento, permiten reducir costos al compartir gastos de mantenimiento de los automóviles.
El próximo paso en la eficiencia puede ser un cambio más radical, y en algún punto controversial: la eliminación de la necesidad de conductores. En el transporte de personas, esto podría darse a partir del desarrollo de automóviles autónomos que no requerirán de un conductor. En el de mercancías, empresas como Amazon y Google ya se encuentran realizando pruebas con drones eléctricos autónomos que pueden volar hasta 24 km y entregar paquetes de menos de 2,25 kg en menos de media hora.
Regulaciones necesarias y nuevos modelos de negocio
Los cambios profundos en los esquemas de movilidad generarán nuevos desafíos tanto para el sector público como el privado.
En cuanto al rol estatal, el mismo será fundamental dado que los nuevos servicios que apuntan a la movilidad micro se organizarán en torno a las redes troncales que proporcionará el transporte público. Esto obliga al Estado a mejorar dos conceptos que resultan fundamentales para el funcionamiento de un sistema multimodal: la coordinación y la confiabilidad.
Al mismo tiempo, será obligación del sector público estar atento a las nuevas tendencias para poder brindar un marco regulatorio adecuado. Muchas de las nuevas compañías de transporte no lo tienen, lo cual ha dado lugar a algunos conflictos, como los conocidos de Uber o las aplicaciones de delivery. La falta de regulación puede generar complicaciones incluso en detalles más simples que a veces pasan desapercibidos. Sin ir más lejos, durante años las motocicletas eléctricas circularon en nuestro país sin obligación de ser patentadas ni aseguradas valiéndose del vacío legal presente en la Ley de Tránsito, corregido a través del Decreto 32/18.
En cuanto al sector privado, los cambios venideros representan tanto una oportunidad para nuevas empresas innovadoras a escala global, que demandarán cada vez mayores inversiones en desarrollo de software, como un desafío para las empresas existentes que en muchos casos deberán modificar su modelo de negocios.
El caso más claro es el de la industria automotriz, que deberá adaptarse a un modelo en el que el auto deja de consumirse como bien y pasa a ser simplemente un servicio. Algunas firmas ya se están adelantando: Toyota ha comenzado a ofrecer servicios de movilidad a través de una opción para alquiler de automóviles de su compañía, lo que le permite apuntar a este otro segmento de la demanda. A esto se suma el desafío desde el punto de vista de las tendencias productivas. En un sistema que demanda cada vez más una mayor interconectividad, el automóvil está transformándose cada vez más en una computadora con ruedas. Esto podría amenazar incluso la gobernanza de la cadena de las terminales, ya que, si el software es parte central del valor del vehículo, empresas del rubro de tecnología podrían desembarcar en esta industria e incluso llegar a instalarse como líderes de la cadena.
Movilidad más rápida y cambio veloz
Lo que queda claro que las innovaciones en materia movilidad están avanzando a pasos acelerados y es solo cuestión de tiempo que lo que hoy son novedades se transformen en el statu quo. Incluso tendencias que hoy parecen lejanas podrían comenzar a materializarse en las próximas décadas. Al fin y al cabo, gran parte de las innovaciones que estamos viendo hoy en día se encontraban completamente fuera del radar solo 20 años atrás: el primer celular con GPS fue creado en 1999, Google Maps se lanzó en 2005 y Uber acaba de cumplir apenas una década.
Al respecto, si bien la forma específica en la que se materializarán los nuevos servicios dependerá del avance de la tecnología, muchas veces impredecible, lo cierto es que todos los cambios apuntan a mejorar la coordinación, a fomentar la mayor flexibilidad y hacer prevalecer el concepto de movilidad como servicio, tendencias que actualmente resultan ineludibles.
Estos cambios ayudarán a reducir costos de transporte, dar mayor tiempo libre y aliviar algunos de los problemas de la vida moderna como la falta de espacio, o el tránsito en las grandes ciudades. Sin embargo, también generarán nuevos desafíos tanto desde la gestión de los sistemas de transporte como de las cadenas de valor. En un mundo que avanza a toda velocidad, será responsabilidad tanto del Estado como de las empresas estar preparados para lo que viene.
(*) Economista. Responsable Equipo Sectorial de ABECEB