domingo, 24 de noviembre de 2024

Finanzas sostenibles o cómo resetearlas

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El costo de prevenir más pandemias en la próxima década protegiendo la vida silvestre y los bosques, equivaldría a sólo el 2% del daño estimado causado por Covid-19.

Una ‘inversión’ equivalente al 1% del PIB mundial sería suficiente para mitigar los efectos del cambio climático.

Ambas estimaciones parecen tener denominadores comunes. Actuaron equipos interdisciplinarios, y hablan de invertir para prevenir. La primera de ellas tiene su origen en un informe publicado en la revista Science en julio de 2020. La segunda refiere al informe Stern, que tiene el mérito de ser la primera investigación que expuso las consecuencias económicas del cambio climático.

De no concretarse dicha inversión, el mundo se expondría a una recesión de entre el 5% y el 20% del PIB global.

El informe comparaba la eventual escala de la recesión con las grandes guerras y con la Gran Depresión. La primera fue publicada en julio de 2020, en tanto la segunda data de 2006. El problema tal vez no sea de ahora…

Cinco años atrás, la necesidad de movilizar fondos para cumplir con el Acuerdo de Paris y para “no dejar a nadie atrás” vía Agenda 2030, quedaron al desnudo.

Previo a la irrupción del coronavirus en la escena global, se estimaba que los fondos necesarios para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) equivalían a la suma de los PBI de Brasil, México, Argentina y Colombia.

Ese monto significa unos US$ 4 trillions – millones de millones o de otro modo, billones en lengua castellana- y se refiere a las necesidades anuales. El gap de financiación alcanzaría 60% de ese monto. Esto deja en evidencia que los fondos públicos y aquéllos provenientes de los organismos multilaterales no serán suficientes para alcanzar los objetivos planteados. Surge entonces la necesidad de involucrar al sector privado, en particular a los inversores institucionales.

 Bonos verdes

¿Cuál ha sido el rol de los inversores privados previo al coronavirus en esta materia?

Una manera relativamente objetiva, aunque simplificada, de responder, es analizando la evolución de la emisión de bonos verdes. Son instrumentos de renta fija surgidos en 2007, cuyo use of proceeds debe ser actividades que protejan el ambiente. Los volúmenes anuales de bonos verdes emitidos a escala global se multiplicaron por seis en el último lustro, acercándose a los US$ 250.000 millones en 2019.

¿Hubo modificaciones en 2020, motivados por la pandemia?

Los Bonos Sociales son posteriores a los Bonos Verdes. Los fondos recaudados por estos novedosos instrumentos pueden ser destinados a vivienda e infraestructura social, salud, educación, inclusión financiera, entre otros.

A su vez, los Bonos Sostenibles son un mix entre proyectos verdes y sociales. Considerando los tres tipos de bonos (verdes, sociales y sostenibles), los verdes han tenido una clara supremacía, representando 83% del total en 2018, y 74% en 2019. Esa tendencia a la ‘diversificación’ se potenció con la pandemia.

Tantas veces criticado por estar orientado exclusivamente a los resultados económicos, el sector financiero, de la mano de las finanzas sostenibles, que incluyen aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG por sus siglas en inglés), se ha reseteado rápidamente, dando muestras de que las finanzas sostenibles también pueden ser resilientes.

El Covid-19, sumado al gap de financiación preexistente, potenció la necesidad de que inversores privados, estados, organismos multilaterales de crédito y bancas de desarrollo, busquen coincidencias para reorientar los flujos financieros hacia una economía inclusiva y baja en carbono.

No hablo de filantropía, sino de financiar negocios de triple impacto, uno de los cuales continúa siendo el económico. Sí me refiero a blended finance, donde cada actor aporta desde sus posibilidades y según las necesidades que la situación requiera. La Unión Europea dio el primer paso al aprobar € 750.000 millones para una recuperación verde. La pospandemia dará su veredicto respecto de si 2020 fue un año de inflexión o no.

En América Latina, los costos anuales estimados de adaptación al cambio climático son superiores a la totalidad de bonos verdes emitidos en la región desde que se emitió el primer green bond.

En el actual contexto de elevada incertidumbre, la CEPAL prevé una tendencia hacia un menor nivel de apertura comercial global. Para 2020 proyecta una caída en el valor de las exportaciones de bienes de la región del orden del 23%.

Argentina ha dado algunos pasos en financiación sostenible a través del Protocolo de Finanzas Sostenibles que lanzamos en 2019 y que ya fue firmado por 19 bancos, y de los lineamientos de la Comisión Nacional de Valores (CNV) para la emisión de este tipo de bonos.

(*) Economista, Fundación Vida Silvestre.

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