El reino del descontento

    El tercer aniversario de la reincorporación de Hong Kong a China debió haber sido una ocasión festiva. El gobierno de Beijing no sólo ha desmentido los lúgubres vaticinios que abundaban tras el retiro de las autoridades británicas, sino que la economía de la ex colonia muestra signos inequívocos de recuperación.


    Pero la clase media de Hong Kong no está de ánimo para fiestas y, por el contrario, continúa organizando protestas contra el gobierno local de Tung Chee-hwa, un ex empresario naval a quien Beijing le encargó la tarea de administrar la difícil transición.


    En el 2002 vence su mandato, y su sucesor será elegido por un comité de 800 miembros, en el que estarán representados grupos políticos, profesionales y empresarios. La percepción de la opinión pública es que este colegio electoral no hará más que ponerle un sello de aprobación al hombre que elija Beijing para ocupar el puesto.


    Crisis de madurez


    Claro que los problemas que enfrenta Hong Kong no pueden atribuirse enteramente a la administración de Tung. Tras varias décadas de acelerado crecimiento, la economía ha alcanzado una etapa de madurez, con un ingreso per cápita más alto que el del Reino Unido. La transición a tasas de expansión más moderadas es inevitablemente conflictiva, y la crisis asiática de 1997 no hizo más que empeorar las cosas. Los precios de los inmuebles, un verdadero emblema de la prosperidad en Hong Kong, vienen cayendo desde entonces.


    Los empleados públicos primero y los del sector privado después han tenido que adaptarse a salarios congelados, tras haberse habituado, durante muchos años, a aumentos de dos dígitos. Muchos de ellos se enfrentan, por primera vez en sus vidas, al fantasma del desempleo.


    Hong Kong también ha tenido que ajustarse en sus sistemas de salud, jubilaciones y educación. Empresas y trabajadores tendrán que empezar a realizar aportes previsionales obligatorios a un fondo especial, para cerrar la brecha que provoca el rápido envejecimiento de la población.


    Sueños virtuales


    Para colmo, las desmesuradas expectativas asignadas a las flamantes empresas punto com comenzaron a resquebrajarse junto con la caída del Gem, el índice bursátil del sector tecnológico (algo así como el Nasdaq de Hong Kong).


    Como se sabe, éste es un fenómeno extendido a todo el mundo, pero para Hong Kong tiene un significado especial: aquí se juegan sus proyectos de reinventarse a sí mismo como un centro tecnológico regional y superar a rivales como Singapur.


    La euforia alcanzó su punto culminante el 1º de marzo, cuando la policía tuvo que dispersar a una inquieta multitud de 10.000 personas empeñadas en comprar las primeras acciones del portal Tom.com, perteneciente al magnate local Li Ka-shing.


    Pero, desde entonces, el sueño de Internet empezó a parecerse a una pesadilla. En agosto, tuvo que cerrar sus puertas virtuales la librería Cyberstore, el equivalente chino de Amazon. Tom.com lleva perdidos US$ 25 millones y despidió a 20% de su personal.


    Más de la mitad de las empresas incluidas en el Gem están cotizando por debajo de su precio inicial.


    Los optimistas insisten, sin embargo, en que no todo está perdido. Ven nuevas oportunidades de progreso a partir de que China ingrese, a fin de año, a la Organización Mundial de Comercio. Para entonces, dicen, muchas empresas de ladrillos y cemento se lanzarán a perseguir sus propios sueños en Internet.


    © The Financial Times/ MERCADO