(En Sidney)
En un país del mismo tamaño que Estados Unidos viven apenas 19 millones de personas, que disfrutan, desde hace ocho años, de un crecimiento económico ininterrumpido, baja inflación, una tasa de desempleo de apenas 6,7% y un envidiable estándar de vida.
El milagro australiano comenzó a gestarse hace 16 años, cuando el gobierno laborista de la época decidió un cambio de rumbo estratégico: el modelo de economía cerrada, orientada a la sustitución de importaciones, fue desplazado por la desregulación, la apertura, la flotación de la moneda y, sobre todo, una política activa de fortalecimiento de las relaciones comerciales con los pujantes vecinos asiáticos.
Las raíces de la transformación son, sin embargo, bastante más profundas. “Australia disfrutó, sin sobresaltos, del boom de la posguerra. Pero en 1957 Gran Bretaña decidió incorporarse a la Comunidad Europea y eso nos obligó a replantearnos casi todo”, señala Warren Reed, un consultor de empresas y experto en cuestiones asiáticas que conversó con MERCADO en Sidney.
Con la pérdida de la madre patria como primordial destino de sus exportaciones, los australianos debieron enfrentarse a la idea de que su destino estaba atado al de la región Asia-Pacífico. “No fue algo fácil de asimilar”, reconoce Reed. “Había entonces un profundo sentimiento antijaponés; pero lo cierto es que fue el gran crecimiento de nuestras exportaciones de materias primas a Japón lo que nos abrió las puertas del mercado asiático en la década de 1960”.
La ventaja de la diversidad
Junto con el comercio florecieron, entonces, los estudios de lenguas y culturas asiáticas en casi todas las universidades. Esto, y la apertura de la inmigración implantaron la semilla de lo que habría de constituirse en la gran ventaja estratégica de Australia: una sociedad verdaderamente multicultural, integrada por 160 nacionalidades.
Lo curioso del caso es que este fenómeno podría conducir, en no mucho tiempo más, al debilitamiento de la identidad anglosajona y a la transformación de Australia en un país asiático en más de un sentido.
“La nueva generación de descendientes de inmigrantes asiáticos se ha educado en Occidente. Estos jóvenes se graduaron en universidades prestigiosas, y mantienen vínculos familiares y de amistad con sus países de origen. Son ellos quienes están destinados a dominar el mundo de los negocios en Australia”, vaticina Warren, autor de varios libros de éxito, el más reciente de los cuales lleva un título particularmente sugestivo: The Tyranny of Fortune. Australias´s Asian Destiny (La tiranía de la fortuna: el destino asiático de Australia).
“Estos jóvenes australianos de origen asiático no sólo hablan varias lenguas (además de un impecable inglés); conocen en profundidad los matices culturales de cada país en la región y saben cómo negociar con cada uno de ellos. Para los anglosajones es difícil entender las diferencias de pensamiento y de estilo de vida, los conflictos abiertos o encubiertos que recorren Asia. Y esto los conduce, muchas veces, al fracaso en las relaciones de negocios”, advierte Reed.
Un destino común
Para los observadores internacionales, una de las mayores singularidades del milagro australiano es haber sobrevivido con éxito a la crisis asiática, una verdadera proeza si se considera que la región absorbe dos tercios de sus exportaciones. En 1998, la economía australiana creció 4,7% (uno de los índices mas altos del mundo industrializado) y el año pasado mantuvo un ritmo más modesto pero todavía vigoroso: 3%.
Pero este luminoso paisaje tiene su lado oscuro: el déficit de cuenta corriente, que llega ahora a 6% del producto bruto, alimentado por la caída de las exportaciones a los países de la región, el peso de una deuda externa de US$ 160.000 millones y el auge de las importaciones, impulsadas por el crecimiento.
La expansión de estos últimos años se apoyó, básicamente, en el mercado interno, fortalecido con el incesante flujo de empresas que deciden instalar su filiales regionales asiáticas en Australia.
El turismo ha sido otra palanca de prosperidad: genera ahora más divisas que el carbón, la carne y la lana, los productos tradicionales de exportación.
Desafíos y oportunidades
Aun así, los commodities continúan aportando una porción sustancial de los ingresos externos. Consciente de la vulnerabilidad que representa esto para la economía australiana, el actual gobierno de coalición de los partidos Liberal y Nacional ha puesto en marcha un programa de acción para diversificar y agregar valor a las exportaciones.
Sin embargo, a pesar de las lecciones que dejó la crisis asiática, ni los esfuerzos gubernamentales ni la iniciativa privada parecen orientarse a la búsqueda de nuevos mercados y socios comerciales.
“La presencia asiática en la economía y en la vida cotidiana es muy fuerte, y parece inevitable que las expectativas se concentren en la región”, explica Richard T. O´Neill, director de la oficina australiana de la consultora World Challenge, especializada en marketing internacional.
Como suele ocurrir en los países de cuño anglosajón, también en Australia la comunidad de la lengua tiende a crear lazos más fuertes que la realidad de la geografía, lo que explica que América latina aparezca como un lugar mucho más remoto y exótico que, por ejemplo, Sudáfrica.
O´Neill confía, sin embargo, en el potencial que ofrecen las perspectivas de cooperación entre Australia y la Argentina.
Las semejanzas entre ambos países (extensos territorios escasamente poblados, economías basadas en los recursos naturales y particularmente en el sector agropecuario) parecerían definirlos como competidores, más que como socios capaces de complementarse, pero el consultor opina que ese razonamiento ha perdido vigencia en el escenario global.
“Con la explosión de las comunicaciones, la cooperación se acentúa: antiguos rivales comprenden que pueden trabajar asociados. Hay una tendencia a la cooperación, más que a la competencia. Se buscan sinergias, que abren oportunidades, en tanto que la competencia las cierra. En el caso concreto de las posibilidades de negocios comunes para empresas argentinas y australianas, las perspectivas son muy amplias, en muchos campos. Las similitudes de escala y de desarrollo pueden actuar como un estímulo importante.”
