La estructura del comercio minorista argentino continúa tendiendo a
la concentración. Durante 1998, hipermercados y supermercados aumentaron
en cinco puntos su participación en la torta que se reparten con
autoservicios, comercios tradicionales, quioscos, bares, restaurantes, perfumerías
y otros formatos. De esa forma, las grandes superficies comerciales casi llegan
a aglutinar 40% de las ventas minoristas (ver cuadro 5.1).
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Mientras tanto, los comercios tradicionales de alimentación son los
que más bajas registran. Durante 1997 se contabilizaban 104.182 comercios
tradicionales y durante el año pasado se contaron casi 200 locales menos.
Por otra parte, su participación en el volumen de ventas se redujo de
15,6% a 13,3% en el mismo lapso.
Pero dentro de las grandes superficies, los supermercados parecen ser los que
llevan las de ganar. Entre 1997 y 1998 aumentaron en 47 la cantidad de bocas
y su participación en las ventas totales del comercio minorista creció
más de tres puntos, el doble que los hipermercados, que apenas incrementaron
su porción 1,5% y sólo abrieron cuatro nuevos locales.
En tanto, los quioscos parecen ser el refugio de quienes se quedan sin empleo.
Durante 1998 se registraron 2.242 quioscos más que los que se contaban
en 1997. Pero esta alternativa no parece ser muy segura: prueba de ello es que
estos locales redujeron su participación en las ventas totales del comercio
minorista en casi dos puntos porcentuales.
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A los bares no les va mejor. De acuerdo con los resultados del Censo del Comercio
Minorista, que elabora ACNielsen, durante el año pasado cerraron sus
puertas 2.547 bares y los que quedaron achicaron su espacio en la distribución
de las ventas de los comercios en casi un punto.
El nivel de concentración de las ventas se nota más cuando se
observa exclusivamente el universo de la alimentación, en el cual los
hipermercados y los supermercados suman 57% de las ventas, participación
que en 1997 llegaba a 53%. Los autoservicios aumentaron su participación
a 23,8%, mientras los comercios tradicionales siguen en caída: durante
el año pasado acapararon menos de 20% de las ventas, contra 23% que tenían
en 1997.
No es para menos: los supermercados se especializan en vender alimentos y
bebidas, y hacia esa categoría se dirige el grueso de sus esfuerzos,
que parecen ser muy bien percibidos por los consumidores, que se vuelcan hacia
ese formato a pesar de que los comercios tradicionales redujeron fuertemente
sus precios en los últimos años hasta casi equiparar a las grandes
superficies en varios de sus productos.
Los programas de fidelización cuyos principales reflejos son la
emisión de tarjetas para acumular puntos por ventas, las promociones
y los sorteos explican muchas de las razones que tienen los consumidores
a la hora de elegir los supermercados, más allá de la variedad.
Pero la tendencia al supermercado parece ser más fuerte en el Gran
Buenos Aires que en la capital federal y que en el interior. En el universo
de la alimentación, los hipermercados y los supermercados suben su participación
a 61% en el área Gran Buenos Aires, donde los comercios tradicionales
pierden con más fuerzas (ver cuadro 5.7).
La misma tendencia se acelera en el interior del país, donde en el último
año la participación de supermercados e hipermercados sumó
ocho puntos con lo que llegó a 53%.
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