Un cambio inesperado

    El sábado 8 de mayo, cuando atendió el teléfono, Antonio
    Romero esperaba escuchar cualquier cosa, menos la que finalmente escuchó:
    tenía cuatro días para levantar su casa, empacar sus pertenencias,
    vaciar su oficina y entregar la presidencia de IBM Argentina y la gerencia general
    de IBM Latinoamérica Sur. La orden era terminante.


    No fue despedido, ni castigado ni congelado: fue promovido a la dirección de los negocios de la Big Blue en la promisoria región Asia Sur. Pero sí resultó ­y mucho­ sorprendido. Tanto como todo el plantel local de la compañía, que no esperaba el relevo de su jefe para antes del primer trimestre del año próximo, según coincidieron varios ejecutivos y empleados.


    ¿Qué llevó a las autoridades internacionales de IBM a dar por concluida la tarea de Romero? Aunque en la empresa nadie quiere suscribir ninguna opinión, los análisis de las fuentes habitualmente más informadas apuntan a la conjunción de dos factores.


    Uno son las crecientes dificultades que ofrece un mercado cada vez más competitivo ­y, este año, recesivo­, en el que a la Big Blue sigue costándole recuperar terreno en el sector público, ya sea porque no gana contratos nuevos o porque no puede cobrar algunos que llevan años de ejecución, como es el caso de la provincia de Tucumán.


    El otro son las características de Romero, un venezolano de 49 años que llegó en enero de 1997, cuando aún estaban frescos los efectos ­internamente devastadores­ del escándalo público por el contrato con el Banco Nación, con el propósito de vigorizar la gestión comercial de la compañía (ver MERCADO Nº 954, de mayo de 1997). Dos años y medio más tarde se le reconoce habilidad para haber reestructurado los cuadros gerenciales pero un perfil demasiado bajo en materia comercial.


    Y tanta sorpresa como el reemplazo de Romero, o más aún, causó en IBM el nombre de su sucesor, el uruguayo Enrique Baliño. El asombro se debe a que, si bien viene de desempeñarse precisamente en el área comercial de la compañía en su país natal, Baliño reportaba, en esas funciones, a varios ejecutivos que ahora deberán mirarlo desde abajo, entre los cuales está Guillermo Cascio, tal vez el candidato más firme a la sucesión de Romero en la visión de la mayoría de los ejecutivos locales de IBM y sugestivamente fuera de Buenos Aires en el momento del relevo.


    Ahora, los conocedores de la interna de la Big Blue esperan más cambios. Dicen que Baliño tiene un perfil mucho más comercial y marketinero que su antecesor, y creen que probablemente designará a personas de su confianza en las principales posiciones. Por dos razones: porque Marcelo Lema, mano derecha de Romero, se manifestó ansioso por volver a Nueva York y porque el nuevo presidente tendría algunas facturas por cobrar a varios de los que ahora son sus subordinados, con los que habría tenido algunos encontronazos cuando la relación jerárquica era inversa.