El artículo de Stephen Forbes destaca que los estadounidenses tanto individuos como familias consumen mucho más de casi todo y no ahorran prácticamente nada. Por ejemplo, en 1992, 57% de las familias informaba que ahorraban, mientras que en 1995 este porcentaje cayó a 55%, conforme una información del Boletín de la Reserva Federal de Enero de 1997, que da cuenta del resultado del Estudio sobre las Finanzas del Consumidor realizado por la Reserva Federal en 1995.
El autor considera que la falta de ahorro surge como consecuencia de los bajos ingresos, pero también se da en núcleos de buena posición. Es decir que el nivel de ingreso no es necesariamente acorde con el ahorro. Los factores en juego en este sentido son: la estructura familiar, la estabilidad del ingreso, algunas necesidades especiales, las elecciones de estilo de vida. Y cita como ejemplo el incremento de la movilidad en el trabajo, que podría ser una causa de reducción del ahorro, ya que los fondos atesorados irían a solventar los períodos que median entre uno y otro empleo. Por otro lado, también considera que los despidos que han existido en todos los niveles y en todas las industrias de Estados Unidos durante los últimos 15 años han contribuido a reducir el ahorro.
Como resultado de esto, muy a menudo las familias americanas no cuentan con fondos suficientes al momento de jubilarse o en caso de situaciones de emergencia, tales como pérdida de ingresos debido a desempleo o falta de reintegros en gastos de médicos no cubiertos por seguros o recursos estatales. Esa carencia de fondos daña seriamente los estándares de vida en la etapa de la jubilación. Al respecto, menciona un estudio realizado durante los años ´70, que encontró que la mayoría de los jubilados estaban obligados a reducir sustancialmente sus gastos a los pocos años de haberse jubilado.
Otro estudio citado indica que durante la década del ´60 (período de alto nivel de ahorro comparado con hoy), 40% de las parejas y más de 50% de solteros no tenían ingresos provenientes de inversiones después de jubilarse. También se menciona en ese estudio que casi 30% de estas personas carecían de fondos suficientes para reemplazar el monto de sus ingresos durante dos años.
En lo que se refiere al nivel nacional, Stephen Forbes comenta cómo los bajos niveles de ahorro inciden en la disminución de los montos de inversiones necesarias para mantener adecuados ritmos de crecimiento de la economía a largo plazo. Ese crecimiento económico es necesario para mantener el incremento del estándar de vida, los gastos prometidos por los programas de jubilación estatal, y otros gastos privados y sociales.
¿Cuánto ahorran los americanos?
La nota en cuestión dice que no mucho, y muestra los resultados de
varios informes e investigaciones. Por ejemplo, una correspondiente al Federal
Reserve Bulletin, el Consumer Research Center, y el Conference Board, que muestra
los valores medios de los activos financieros (expresado en dólares de
1995) para ingresos familiares según diferentes niveles de ingresos (desde
menos de US$ 10.000 hasta menos de US$ 100.000 [cuadro 1]). Ninguna de estas
categorías tiene un nivel medio suficiente de capital para reemplazar
un año de ingreso perdido.
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De hecho, alrededor de 49% de los investigados en un estudio de Merrill Lynch
de 1996 reconoció que tenían más deudas (excluyendo pagos
por hipotecas) que ahorros. Menos de la mitad de estos individuos (41%) dijo
tener un presupuesto familiar escrito, mientras que 40% admitió no tener
un fondo de emergencia para afrontar una eventual crisis.
Por último, un estudio de 1997 de Aon Consulting, conducido por la
Universidad del Estado de Georgia, incluye más información sobre
los reducidos porcentajes de ahorro de las familias estadounidenses (cuadro
2). Los datos sugieren bajas proporciones de ahorro en todos los grupos de edades,
con un más que modesto aumento en la franja de 50 a 64 años.
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¿Por qué ahorran?
En el caso de los americanos existe una variedad de razones, tal como lo indica
el cuadro 3.
Como observamos en este cuadro, la liquidez para cumplir con las expectativas
y los gastos imprevistos es la razón más importante de ahorro,
seguida por la necesidad de reservar para la jubilación. En tercer lugar
está la educación, seguida por la necesidad de juntar fondos para
compras especiales.
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¿En qué gastan las familias americanas?
Forbes señala que la forma en que las familias eligen gastar su dinero
refleja la orientación hacia el consumo de esa sociedad. Por ejemplo,
entre los datos del estudio “Cómo gastamos nuestro dinero” (del Conference
Board de 1995), se muestra el promedio anual de gastos de las familias americanas
en entretenimientos en 1992 de acuerdo con diferentes niveles de ingreso (cuadro
4).
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¿Por qué no ahorran los americanos?
Las razones están expuestas en el cuadro 5, de acuerdo con la importancia con que influyen en la conducta respecto del ahorro.
De este ranking se desprende que probablemente el factor más importante para que los americanos no ahorren es la cultura. Este elemento dominante está evidenciado por los bajos porcentajes de ahorro de la mayoría de las familias en oposición a sus relativos altos gastos en diferentes artículos (tales como los destinados al ocio y al entretenimiento en la tabla 4).
Por otro lado, compensando en cierta medida este comportamiento de consumo a la vez que proporcionando un motivo para ahorro a corto plazo, están las necesidades financieras para la educación de los hijos. Con respecto a esto, Forbes destaca que, en cierta medida, esta necesidad está desalentada por la disponibilidad de préstamos a bajo interés para estudiantes puestos a su disposición por el Gobierno Federal, y la posibilidad de acceder a becas y otras ayudas financieras para estudiantes académicamente calificados.
Un futuro poco incierto
Forbes se refiere además a la incidencia, por un lado, de la disponibilidad de créditos a sola firma y, por otro, a la firme confianza en la red de seguridad que se manifiesta a través de diferentes programas de gobierno y planes de beneficios a empleados, todo lo cual contribuiría a reducir la percepción de la necesidad del ahorro. Claro que, por otra parte, los recortes en la Seguridad Social y programas médicos podrían motivar a muchas familias a ahorrar más para la jubilación o tal vez a incrementar su participación en programas de retiro, inversiones directas en acciones y fondos mutuos, o a través de diversos productos de seguros tales como SPDA (single premium deferred annuities).
El comportamiento de las acciones también es mencionado como otro elemento que puede modificar la conducta de los consumidores respecto del ahorro. En la última década el mercado americano ha creado un efecto de riqueza que ha reducido notoriamente la percepción de la necesidad de ahorrar. Pero, si ocurriera una marcada declinación del mercado, muchas familias que invierten en acciones comunes tendrían que reasignar sus ahorros para la jubilación y como resultado de esto, posiblemente, incrementarían su nivel de ahorro.
También podría suceder que, si el mercado de capitales llegara temporariamente a un techo en términos de valuación y los inversores percibieran otras inversiones como más atractivas en términos de riesgo/retorno, la importancia de este mercado podría disminuir un poco. En esa situación, tanto las inversiones en acciones directas e indirectas (a través de fondos mutuos, anualidades variables y planes de pensiones) podrían declinar.
En el caso de los baby boomers se ha argumentado que, consecuentemente con el progreso a lo largo de sus ciclos de vida, sus necesidades de consumo se ven reducidas, y por eso prestarán más atención a sus necesidades de retiro. Como un resultado lógico, ellos deberían comenzar a ahorrar más para ese momento. Pero no parece ser ése el caso, de acuerdo con el estudio realizado por The Brookings Institute y otro más reciente de Aon Consulting y la Georgia University. Estas investigaciones sugieren que, por lo menos en un futuro cercano, no se visualiza un impulso importante hacia una conducta de mayor ahorro en las familias de los baby boomers.
Tampoco es probable que, próximamente, en el mercado americano digamos en esta década haya cambios en las políticas impositivas que alienten significativamente el ahorro. Considera Forbes que eventualmente, sin embargo, el Congreso podría crear incentivos públicos adicionales (vía impuestos) para ahorrar a través de productos de seguros individuales y colectivos a cambio de reducciones en la Seguridad Social y beneficios médicos. Por ejemplo, las cuentas de ahorro médico (más allá de las limitadas experiencias actuales referidas a su uso) podrían ser aprobadas por el Congreso.
Finalmente se mencionan otros dos factores índices de inflación y anticipo de la herencia que podrían influir en la conducta de ahorro. Al respecto, no parece posible que haya una vuelta a los altos índices de inflación experimentados en Estados Unidos al final de los ´70 y principio de los ´80, que alentaron el consumo en vez del ahorro. En lo que hace a la posibilidad de recibir una herencia importante, es poco probable que esto afecte a un gran porcentaje de familias.
Por lo tanto, es factible que en la mayoría de las familias de Estados
Unidos los factores identificados en la tabla 5 como los elementos “algo importante”
y “menos importante” continúen influenciando la capacidad de ahorro.
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¿Cómo remediar esta situación?
Las sugerencias de Forbes incluyen compartir información, educación, e incentivos impositivos. Además, claro, de la importancia de que los individuos estén convencidos y crean en el valor del ahorro. Destaca además que ésta es una oportunidad para el seguro y otras instituciones financieras de brindar un servicio al público y, a la vez, mejorar sus negocios. También considera que las instituciones americanas deberán trabajar con el Congreso a fin de permitir nuevos impuestos que favorezcan los instrumentos de ahorro y a la vez mantengan las ventajas impositivas actuales de que gozan las jubilaciones y otros productos orientados al mismo fin. Considera además que la necesidad de usar productos favorecidos por impuestos debería ser alentada a través de campañas de marketing que demuestren los beneficios de una conducta que genere ahorro.
Otra posibilidad sería el redireccionamiento de los ahorros; es decir, que se pudiera dedicar una relativa menor proporción de los gastos en entretenimiento, lo cual generaría una importante nueva fuente de ingresos para los proveedores de servicios financieros.
Extracto del artículo de Stephen W. Forbes, Ph.D., FLMI Senior Vice President, Research, LOMA.
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