¿Peugeot se quedará, finalmente, con Sevel?
– En el ámbito del Mercosur, Peugeot decidió
concentrar sus inversiones en la Argentina (a pesar de que la
posición de la industria automotriz local con respecto a
Brasil no es muy cómoda). Y para incrementar sus inversiones
aquí va a entrar en el capital de Sevel.
-¿Con qué porcentaje de participación?
– Eso se está negociando, pero lo previsible es que sea un
porcentaje muy importante. En el Mercosur, cada marca automotriz ha
decidido, como estrategia, estar presente en forma directa, y no a
través de licenciatarios.
– ¿Esto significa que tomará el control
operativo?
– Podría hacerlo, y nosotros no tendríamos
inconveniente en cedérselo. De hecho, nuestra licencia con
Peugeot está administrada en forma conjunta. Muchos ejecutivos
franceses trabajan en la planta de El Palomar, como es el caso de los
directores de producción, calidad e ingeniería. Estamos
funcionando como si Peugeot ya estuviera presente en el capital de
Sevel.
– ¿Cuál sería el perfil del grupo
después de desprenderse de su rama automotriz?
– Si cedemos el control de Sevel a Peugeot, en ese sector
seremos accionistas minoritarios, lo cual no es habitual para este
grupo. No hacemos acuerdos societarios sin control de la
operación, pero en la industria automotriz consideramos que
estratégicamente éste es ahora el camino lógico.
Seguiremos impulsando los otros tres sectores que conforman
nuestra actividad. En el rubro de los alimentos, nos consideramos la
primera empresa del Mercosur. Y esto no significa sencillamente
importar y exportar desde la Argentina. Significa tener puntos de
producción en el Mercosur con una única
organización y un único plan de inversiones y de
productos.
– La empresa de alimentos del grupo, Canale, cerró con
pérdidas el ultimo ejercicio.
– A Canale le ha ido muy bien. Los balances no siempre muestran
toda la realidad. Nosotros entramos en una empresa que venía
de décadas de dificultades económicas, atrasada
tecnológicamente, con problemas impositivos y financieros. Nos
hicimos cargo de todos los pasivos, hemos hecho una
capitalizaciónn muy fuerte de $ 70 millones, reestructuramos
la empresa. Canale es hoy una empresa totalmente saneada. Está
comprando otras fábricas en Brasil, y cuenta con una
línea de productos de alta calidad y aceptación en el
mercado.
– ¿El grupo planea más adquisiciones de empresas
para fortalecerse en la industria de los alimentos?
– Vamos a estar presentes en productos lácteos, pastas
secas y galletitas, y en el sector cárnico. Nos proponemos
crecer, ya sea invirtiendo en las empresas que ya tenemos o
adquiriendo otras, que es una forma de acelerar el crecimiento.
Estamos estudiando algunas alternativas de compra, que, obviamente,
no puedo mencionar.
Con respecto a los otros sectores de actividad, en
construcciones y concesiones tenemos un futuro de muchos años
de desarrollo. Brasil está en pañales en
términos de infraestructura, y allí somos muy
respetados.
En cuanto a la informática y las comunicaciones,
éste es un universo que va a crecer en el próximo siglo
hasta límites que hoy no podemos imaginar.
De modo que creo que estamos en tres sectores de gran
potencial. Hay que tener presente que nuestra vocación,
nuestros antecedentes, siempre se orientaron hacia los servicios.
Entramos en la industria automotriz porque fue una oportunidad. Y
allí hemos hecho una gran experiencia que sirvió para
demostrar que somos buenos industriales. Tomamos el control de una
empresa que 17 años atrás estaba quebrada y la
convertimos en líder, con 50% del mercado.
En el negocio de los alimentos también vamos a ser
industriales, porque es un sector de ventajas relativas muy
importantes. Pero nosotros somos realmente, por tradición, una
empresa de servicios. El campo futuro de este sector es enorme y no
se enfrenta a las preocupaciones que pueden tener los industriales
frente a políticas de globalización que muchas veces
son difíciles de administrar desde una empresa. Son temas que
hay que delegar en los gobiernos.
– ¿En qué privatizaciones se van a presentar en
Brasil?
– Nos vamos a concentrar en la energía, las autopistas y el
cuidado ambiental. Trataremos de aprovechar la experiencia que
acumulamos en estos sectores en la Argentina, donde tenemos
management y know how. Y vamos a trabajar con socios
brasileños, porque con las alianzas se optimizan la
tecnología, las finanzas y la gestión. Esa ha sido
siempre nuestra filosofía. Con Fiat estuvimos asociados 37
años, y con Waste Management llevamos ya 17 años.
– ¿Cómo los afecta la licitación del
servicio de recolección de basura en Buenos Aires? Ustedes
tenían la mitad de la ciudad y ahora el negocio se divide en
cinco.
– Son gajes del oficio. La decisión puede ser correcta o
no. Eso lo dirá el futuro. Lo que nos preocupa del presente es
que haya un pliego claro y transparente. Porque, si no fuera
así, se presentarían precios con condiciones
difíciles de evaluar y se produciría una ola de
impugnaciones por la falta de seguridad de que las ofertas sean
comparables. El pliego actual es muy complejo. Va a ser
difícil cotizar en estas condiciones. Nosotros
querríamos que se reformule el pliego para que la
licitación sea más transparente.
Por lo demás, estamos resignados, podemos ganar una
zona, no podemos hacer más que eso, y estamos seguros de que
nadie va a hacer nada mejor que lo que hizo Manliba durante 17
años.
– Usted ha tenido una actitud pública muy
crítica con respecto al modo en que se llevan adelante las
relaciones comerciales con Brasil.
– Quiero aclarar que nunca criticamos lo que se ha hecho. Hemos
tratado de hacer escuchar nuestra palabra; quizás, a veces,
por mi manera de ser, de un modo demasiado vehemente. Pero siempre he
tratado de hacer un aporte, como un industrial convencido de que debe
haber un cierto orden del Mercosur.
– Sin embargo, usted hizo una advertencia muy seria: que la
industria automotriz argentina podía llegar a convertirse en
una simple ensambladora.
– Dije hace cuatro años que esto podía llegar a
pasar, y pasó. Ahora tenemos que ver cómo lo
remontamos. Porque lo bueno de un mercado como el Mercosur es que
siempre crece. Incluso en la industria automotriz, donde nos hemos
transformado casi en una armaduría, hay que pensar en instalar
capacidad productiva para casi un millón de autos.
Todavía se puede cambiar.
En este punto, es muy importante tener en cuenta que cuando
los industriales o el gobierno bajamos la guardia en estas
negociaciones duras con Brasil, no estamos evaluando realmente
nuestra fuerza, estamos subestimando lo que representamos. Sin la
Argentina no hay Mercosur. Y si no hay Mercosur, Brasil va a tener
dificultades para llevar adelante sus proyectos de liderar el mercado
latinoamericano, porque el Nafta va a pasar a tener mucha más
importancia. Tendríamos que ser todos miembros del Nafta, y
Brasil sería un miembro más. Como Mercosur, podremos
hacer acuerdos con el Nafta, o con la Comunidad Europea o la
asiática, desde una posición de fuerza mucho mayor.
– ¿El gobierno tiene, en su opinión, una estrategia
que se pueda calificar como política industrial?
– No. Yo creo que el gobierno, que ha hecho una tarea espectacular
de reordenamiento, todavía no está concentrando sus
esfuerzos en el sector industrial. No veo que esté
manejándose con políticas definidas, con los hombres
adecuados. Es un tema que todavía no ha podido enfrentar.
El gobierno del presidente Menem, con su fuerza y su coraje
político, ha logrado una transformación que no siempre
tenemos en cuenta. Pero es evidente que cuando se transforma un
país y se lo saca de un atraso de décadas, hay cosas
que quedan relegadas. Lo más preocupante es que ha quedado
relegada la cuestión social, y también es
gravísimo que esté relegada, por ahora, el área
industrial, que es la que proveerá soluciones para lo social.
– Con respecto al papel del sector privado, ¿no advierte
usted fallas de coherencia y de unidad para negociar?
– Estas décadas de atraso han afectado a todos los
sectores, también al empresario. No podemos sentirnos
orgullosos de nuestro protagonismo, ni de nuestras instituciones, ni
de nuestra presencia. Y no estamos, quizás, asumiendo los
riesgos que deberíamos asumir.
Pero también aquí hay un proceso de
reconversión. Nosotros nos hemos preocupado por reconstituir
el sector de la construcción. Cuando asumí la
presidencia de la UAC me fijé dos objetivos. El primero era
lanzar un plan de viviendas sobre la base de un sistema muy moderno,
que es la securitización de hipotecas. (Y como nadie es
profeta en su tierra, recién ahora lo venimos a descubrir,
cuando Soros dice que es bueno.) El otro era conseguir la
fusión de las dos cámaras existentes y formar una
organización de tercer grado, con la presencia de los
empresarios. El 1º de junio estaremos funcionando legalmente
juntos, y ya lo estamos haciendo de hecho. Así, el sector
puede tener la representatividad que necesita.
Ojalá que este esquema se repita en los otros
ámbitos. Tiene que haber más presencia de empresarios
luchando por los intereses de su sector y más
disposición a asumir riesgos, como el riesgo de defender la
propia opinión, a veces poniendo en peligro ciertos intereses
personales pero seguramente en beneficio de los intereses comunes. El
único camino es reforzar las instituciones empresarias, porque
sólo así podemos llegar a compararnos en este aspecto
con Brasil, que tiene ese tema muy bien resuelto.
-¿Cuál es su posición frente a las
próximas elecciones en la Unión Industrial?
– Creo que es importante que haya una sola lista de consenso, en
la que estén los empresarios en primera persona. No porque no
crea que haya funcionarios muy capacitados, pero el funcionario no
siempre puede decidir asumir un riesgo, tiene que ser más
prudente. Yo querría que la UIA tuviera una cúpula de
empresarios dispuestos a jugarse por el país y por los
intereses del sector en forma auténtica y transparente.