Más apuestas que premios

    El año que acaba de concluir transcurrió entre
    pronósticos de pronta mejoría y los espejismos del boom
    de la reactivación. Algunas empresas salieron de compras, como
    el Exxel, Irsa, Molinos y el grupo Bemberg. Otras afianzaron sus
    acuerdos con socios extranjeros para aumentar su capital y poder
    hacer frente a un mercado cada vez más competitivo, como La
    Serenísima con la francesa Danone. Al hacer el balance de fin
    de año, las mayores preocupaciones de los empresarios en la
    Argentina parecen girar alrededor del déficit público,
    el alto endeudamiento externo y la recuperación
    “real” de Brasil, el país donde algunas
    multinacionales prefirieron colocar sus fichas a la hora de definir
    sus planes para el Mercosur.

    Quizá los sectores donde se registraron las mayores novedades
    —alimentos, bienes durables, bebidas, industria automotriz—
    son ejemplos de que la retracción del consumo no es excusa
    suficiente para seguir demorando las inversiones. ¿Cómo
    vender más y mejor? Invirtiendo parece ser la única
    respuesta, aunque los resultados todavía se hagan esperar.

    En el sector de los alimentos, que genera 23% del PBI industrial, la
    Argentina refinó su paladar durante este año.
    Galletitas, lácteos, golosinas, fiambres y nuevos nichos
    —como los congelados y los snacks— generaron novedosas
    estrategias de marketing y recibieron algunas de las mayores
    inversiones publicitarias. Mientras que según algunos
    empresarios las perspectivas del mercado interno son “cada vez
    más interesantes”, para otros la salvación
    llegará sólo de la mano de la buena salud de la
    economía brasileña y la capacidad de exportación
    que demuestre el sector.

    Tras la compra de Terrabusi en 1994, por la que desembolsó US$
    300 millones, operación sólo superada este año
    por la compra de supermercados Norte por el grupo Exxel, la
    norteamericana Nabisco hizo otros movimientos importantes, aunque no
    tan espectaculares como el anterior. La compra de la empresa
    productora de los tradicionales Fideos Vizzolini, una
    operación cuyo monto no trascendió, pero que
    rondaría los US$ 15 millones, posiciona a los norteamericanos
    como los principales rivales de Molinos, el líder de las
    pastas secas en ventas por volumen.

     

    Codiciada leche

    Otro dinámico ingrediente de la canasta familiar fueron los
    lácteos. Frente a la góndola de la leche, el consumidor
    suele ser más que fiel a primeras marcas como La
    Serenísima y Sancor. Romper con ese hábito es la tarea
    que se impuso la italiana Parmalat, que por ahora se destaca en el
    segmento larga vida. Los peninsulares apuntan a posicionarse como una
    marca premium, que identifique no sólo a una lechera sino
    también a una productora de alimentos, y salieron al ruedo con
    una agresiva campaña publicitaria que les reportó un
    aumento de 36% en las ventas. Durante 1996, la cooperativa Sancor
    desembolsó US$ 12 millones en un centro de distribución
    para aumentar las exportaciones —generan 15% de sus ventas y
    esperan que la proporción llegue a 30% a mediano plazo— y
    atender a minoristas, super e hipermercados en Capital Federal y Gran
    Buenos Aires, donde quieren ganar participación en leche y
    yogures (en este segmento los líderes son los productos de
    Mastellone).

    La Serenísima, por su parte, invirtió US$ 40 millones
    en una planta de leche en polvo orientada a satisfacer mercados
    externos, ya que una de las estrategias de crecimiento de la empresa
    viene de la mano del consumo brasileño. Este nicho, el de la
    leche en polvo, es liderado por Nestlé, con 47,1%, seguida por
    Sancor, que capta 14,4%.

    Danone, el socio francés de Mastellone, que además
    posee 51% de Bagley, compró Villa del Sur: del negocio de las
    aguas saben mucho, ya que son los dueños de Evian,
    líder en Europa.

    Bunge y Born, que en abril vendió Alba a ICI en US$ 290
    millones, finalmente aceptó una oferta por Atanor, la
    última pieza que le quedaba fuera del sector de los alimentos.
    La operación se concretó mediante US$ 58,4 millones que
    pagará la norteamericana Albaugh, fabricante de herbicidas y
    productos químicos.

    Molinos Río de la Plata, la actual nave insignia de Bunge y
    Born, trepó a los titulares de las páginas
    económicas de los diarios al comprar Granja del Sol, la marca
    líder en congelados de Cargill, en US$ 60 millones. La
    operación significó un golpe de timón en la
    estrategia de la multinacional cerealera, que en la Argentina
    había incursionado en el mercado masivo con marcas propias y
    de esta manera vuelve a la producción y
    comercialización de materias primas. Según algunos
    analistas, Cargill evaluó la necesidad de tener que hacer
    mayores inversiones para mantener el liderazgo ante las cartas
    fuertes que empiezan a jugar algunos players —como Unilever con
    el lanzamiento de Iglo— y eso precipitó su
    decisión de venta. En su frente más conocido, el de las
    materias primas, Cargill anunció el desembolso de US$ 17
    milllones para ampliar a 7.000 toneladas diarias la capacidad de
    molienda de la planta de soja en Santa Fe, y así aprovechar la
    demanda mundial.

    Arcor, el último gigante enteramente nativo presente en el
    sector, rompió con su bajo perfil y mostró una
    estrategia de marketing total que le hizo ganar el premio Mercurio y
    que, además, le permitió consagrarse como la primera
    empresa argentina del rubro con tecnología de punta y
    proyección internacional. Es la mayor exportadora de golosinas
    de Brasil y Argentina.

    Sin embargo, el mercado local no está ajeno a las visitas.
    Nestlé importa chocolates de Brasil y de Chile (Suflair),
    mientras que Suchard-Kraft, de la tabacalera Philip Morris, vende los
    Milka, y también pegan fuerte los Cadbury y los italianos de
    Ferrero. Durante este año, Arcor, una empresa familiar,
    gestó importantes incorporaciones en la primera línea
    de su management, como Luis Cedrola —ex Bunge y Born— en el
    área financiera, Guillermo Ortiz de Rosas en marketing y
    Roberto Vola en recursos humanos.

     

    Mucha espuma

    Los descendientes de Otto Bemberg ampliaron sus horizontes. A
    principios de 1996, Bisa, el grupo a través del cual canalizan
    los negocios fuera del rubro bebidas, pasó a controlar 50% de
    la cadena de fast-food Burger King Argentina. Luego pagaron US$ 3,5
    millones por la fábrica de pinturas Colorín, que se
    encontraba en manos del grupo venezolano Corimón. Este
    año compraron empresas afines a su sector, como la Citrus
    Trade Faimallá, de Macri, una planta productora de limones
    frescos, donde también se elabora jugo concentrado, aceite y
    cáscara deshidratada, que factura US$ 25 millones al
    año y exporta 70% de su producción. La última
    gran jugada de los cerveceros —que también son
    dueños del agua mineral Eco de los Andes— parece girar en
    torno de los US$ 40 millones que pagaron por Bieckert, del grupo
    Peñaflor, con lo cual pasan a controlar 85% del mercado
    local.

    Tal como están las cosas, podría darse un enroque en el
    tablero de los Pulenta: el Citicorp Equity Investment (CEI), hizo una
    oferta de US$ 200 millones por el resto de los negocios de la familia
    (gaseosas, vinos, jugos, agua mineral), y tentaron a los Bemberg para
    que aporten su management y el know how necesario en el control de la
    operación. Según se comenta, los Bemberg son una
    familia acostumbrada a ser dueña y, aunque obviamente
    tendrían capacidad de decisión, ser meros operadores es
    lo que frena el final feliz para este affaire.

    A pesar del frustrado intento en 1995 por comprar John Labbat, la
    cervecera número dos del mercado canadiense, el grupo Bemberg
    insiste en su plan de posicionarse como una multinacional con
    presencia en toda América latina. Mientras tanto, la chilena
    Compañía Cerveceras Unidas (CCU) cruzó la
    cordillera y anunció una inversión de US$ 250 millones
    durante los próximos siete años para fabricar
    Budweiser, una marca con la que esperan patear el tablero del consumo
    argentino.

     

    Grandes compras

    Mientras YPF producía 6% más que en 1995, aumentaba
    en 20% sus exportaciones y en 7% su facturación, el sector de
    las petroleras se vio sacudido por la venta de Astra a la
    española Repsol. Durante semanas se barajaron los nombres de
    varios interesados: Mobil, Soldati, Pérez Companc. Finalmente,
    la empresa de los Grüneisen pasó, US$ 360 millones
    mediante, a manos de Repsol, que anunció una inversión
    de US$ 2.000 millones en proyectos de gas y petróleo durante
    los próximos cuatro años.

    La jugada de la petrolera española, que muchos especialistas
    calificaron de excesiva —en el mejor de los casos se dijo que
    los peninsulares habían pagado US$ 100 millones de
    más—, apuntaba en realidad a ocupar una excelente cabeza
    de playa para los negocios en la región, por ejemplo en las
    próximas privatizaciones brasileñas.

    El supermercadismo es otra silueta que atrae las mayores miradas. Dos
    tercios del total de los alimentos que consumen los argentinos en las
    principales plazas del país se venden a través de los
    supermercados. Durante 1996 se abrieron 23 nuevas bocas, y el mercado
    mueve alrededor de US$ 17.000 millones al año, por lo cual no
    llama la atención que sea considerado un bocado apetecible. De
    hecho, para Juan Navarro, del Exxel Group (que compró por la
    cifra récord de US$ 440 millones la cadena Norte), lo que
    decidió la compra fue que se trata de un sector muy
    competitivo, pero que aún no llegó al punto de
    saturación. El Exxel apunta a ampliar la cobertura
    geográfica de la cadena, inaugurando nuevas bocas en el
    conurbano bonaerense y las principales ciudades del país, y a
    basar un alto porcentaje de las ventas (20%) en el desarrollo de
    marcas propias de Norte.

     

    El sur también existe

    Una semana antes de Navidad, Irsa, el grupo encabezado por George
    Soros, puso en su arbolito el “paquete” de Galerías
    Pacífico, por el pagó US$ 12,1 millones. La suma
    sorprendió por lo baja, ya que el edificio estaba valuado en
    aproximadamente US$ 30 millones, pero como el nuevo dueño
    deberá esperar 23 años para explotarlo, el precio base
    con que salió a remate descendió a US$ 8 millones.
    También se esperaba que el empresario Mario Falak, actual
    concesionario del shopping, se alzara con el histórico
    edificio. Pero Falak sólo ofreció US$ 12 millones y
    aunque tenía la posibilidad de igualar la oferta,
    desistió. También para las fiestas, Irsa acordó
    con Pérez Companc el traspaso de 50% del paquete accionario
    del Alto Palermo Shopping. Unos días antes, Irsa —que es
    dueño del Abasto, el “Rulero”, el edificio Pirelli y
    los Docks 5 y 6 de Puerto Madero— vendió cuatro predios
    ubicados alrededor del Mercado de Abasto a Supermercados Coto, una
    operación que le reportó US$ 9 millones. Pero don
    Alfredo deberá limitarse a instalar un supermercado que
    comercialice alimentos, perfumería y artículos de
    limpieza, una oferta más que básica, para no restarle
    ventas al shopping.

    Después de junio, el nivel de actividad en el sector de la
    construcción y el mercado inmobiliario pareció aumentar
    levemente, luego de una caída que alcanzó 17% en las
    ventas durante el primer cuatrimestre del año. “Acceso
    inmediato”, el plan de créditos del Banco Hipotecario
    Nacional a 12,5% anual, fue la novedad del ‘96. Aunque el
    gobierno impulsó la práctica del leasing, muchos
    potenciales clientes todavía miran con aprensión los
    índices de desempleo antes de embarcarse en un
    préstamo.

    Las torres inteligentes y los edificios de oficinas mantuvieron
    índices de actividad similares a 1994. Mudanza por falta de
    espacio, necesidad de nuevas infraestructuras que soporten los
    adelantos tecnológicos en el rubro telecomunicaciones,
    además de la tendencia a salirse del centro de la City, fueron
    las pautas de cambio de muchas empresas. La oferta de edificios
    inteligentes reúne, entre otros, al Intercontinental Plaza,
    del grupo Pérez Companc, el Panamericana Plaza, el edificio
    República, diseñado por César Pelli, y el
    Catalinas Plaza, del Banco Francés.

    Por otra parte, para los barrios cerrados, el sur también
    existe. Gracias a la autopista Buenos Aires-La Plata, Irsa y Alto
    Palermo se asociaron para comprar en US$ 12,5 millones la ex estancia
    de los Pereyra Iraola, y construir un exclusivo club de campo con
    estricta seguridad para todos los que huyen del ruido de la big city.

     

    Las mejores intenciones

    La que lleva la batuta en demostrar los costos y los beneficios
    del mercado común es la industria automotriz. Las empresas
    locales han puesto el grito en el cielo por los mayores beneficios
    que el Pacto Automotor firmado entre los dos principales socios del
    Mercosur a fines de 1995 otorga a quienes se afinquen en Brasil.
    Además de una cuestión de escala, está claro que
    el país vecino ofrece ventajas e incentivos para que las
    automotrices elijan su suelo a la hora de definir inversiones.

    En medio de este conflictivo panorama, la cifra que dio la pauta
    acerca de las serias intenciones de Mercedes Benz en la Argentina fue
    un número redondo. La automotriz alemana desembolsó US$
    100 millones para sacar el Sprinter a la calle, un utilitario que
    competirá con la pick up Hilux, de Toyota. Los japoneses
    harán punto de apoyo en el utilitario para comenzar su etapa
    de producción local.

    La planta de Toyota se levantó en Zárate, y mediante
    una inversión de US$ 150 millones pondrá a la venta
    entre 3.500 y 4.000 vehículos durante 1997, que se
    destinarán por partes iguales al mercado local y al
    brasileño.

    La italiana Fiat, por su parte, invertirá US$ 600 millones en
    la planta de Córdoba, y US$ 40 millones en
    capacitación. La empresa se convirtió en un caso
    testigo al lograr un acuerdo con el sindicato Smata, que
    además de desplazar a la UOM de la negociación,
    signó el rumbo en materia de costos laborales.

    Para 1997, se calcula que la capacidad de producción de la
    industria automotriz en la Argentina sumará 700.000 unidades,
    para un mercado que, a corto plazo, no demandará más de
    500.000 autos por año. La llave para crecer parece ser, en
    todos los casos, la especialización: Chrysler se
    dedicará al jeep Gran Cherokee, Fiat se concentrará en
    el Palio y el Siena, Ford fabricará sólo el Escort, una
    pick up y un utilitario. Volkswagen, por su parte, fabricará
    el Gol y el Polo, y Ciadea (Renault) se dedicará a sus modelos
    9, 19, Clío y Traffic. Sevel ofrecerá seis opciones:
    cinco de Peugeot y el Citröen C-15.

    Josefina Giglio

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