El estilo es el cliente

    En 1936, Ricardo De Luca era un estudiante de arquitectura apremiado por necesidades económicas, que encontró su

    verdadera vocación en una profesión ajena a su formación académica: la publicidad. La agencia se consolidó durante

    treinta años, pero el gran espaldarazo llegó en 1960. La compañía Gillette llamó a concurso para el manejo de su cuenta

    y convocó a agencias nacionales e internacionales. De Luca venció en la compulsa y la adquisición del nuevo cliente le

    proporcionó a la empresa la posibilidad de trabajar estrechamente con una estructura de marketing sofisticada como la

    de Gillette.

    Después de esto, la agencia siguió presente en los puestos de liderazgo de la actividad, con clientes de la talla de

    Bagley, Noblex, Atma y Bols, entre otros.

    Sin embargo, enfrentó una seria crisis cuando Hugo Casares, su baluarte creativo y socio, se separó a fines de los 60.

    Otro remezón tuvo lugar en 1990, cuando falleció uno de los principales socios, Julio Pico, y la agencia perdió la

    atención de la cuenta de Renault.

    Comenzó entonces una reestructuración y el paquete accionario de la agencia quedó en manos de De Luca y de Miguel

    Daschuta. En febrero de 1994 falleció Ricardo De Luca, su alma mater, y la continuidad se presentó como un desafío

    ineludible.

    Ricardo De Luca Publicidad, fue, a lo largo de toda su existencia una agencia totalmente nacional. Su fundador siempre

    presentó una tenaz resistencia a asociarse o vender su participación a firmas internacionales. Un presidente de Young

    & Rubicam Internacional, afirma Miguel Daschuta, hoy presidente de la agencia, comprendió, en una charla con De

    Luca, que era inútil seguir hablando porque se convenció de que no iba a vender jamás su agencia.

    Hace doce años, Ricardo De Luca, a través del ascenso de cuadros, fue planeando su sucesión, que según Daschuta, no

    fue todo lo traumática que hubiera cabido esperar. De Luca nombró a Daschuta como gerente general, a Juan Vicentini,

    como director del comité de planificación, y Omar Di Nardo fue investido de la responsabilidad creativa.

    Lo importante es comunicar

    Y la agencia siguió andando. Nuestra principal característica, destaca Vicentini, ahora director general de cuentas,

    es vivir intensamente las preocupaciones de los clientes y la marcha de sus productos. Ponemos énfasis en ser

    equilibrados entre el aspecto creativo y un amplio soporte de pensamiento estratégico. Quiero decir que no tenemos un

    estilo de publicidad, más bien preferimos dotar a nuestros clientes de un estilo de comunicación, en lugar de

    preocuparnos en tenerlo nosotros como agencia. No nos importa trascender por el estilo De Luca, sino más bien por que

    la comunicación de nuestros clientes funcione efectivamente.

    Una de las características de la agencia es el especial cuidado en no generar impacto con mensajes irritativos para

    algunos sectores del público. Somos muy transparentes con el cliente. Lo sentimos como un socio, no trabajamos para

    él solamente, sino muy especialmente para sus productos. Somos partícipes de cada uno de sus proyectos desde su

    concepción. Incluso, a veces, si es lo que corresponde, le aconsejamos no hacer publicidad, asegura Di Nardo.

    En la dicotomía entre agencia orientada al marketing y la boutique creativa, Ricardo de Luca Publicidad prefiere no

    enrolarse en ninguna de estas categorías. Hoy, una agencia debe dejar las camisetas de lado y asesorar a sus clientes en

    la totalidad, dice Daschuta. Se trata de participar en la estrategia, el posicionamiento, el packaging y la creación del

    mensaje, pero sin obviar ninguno de los términos.

    La gente de la agencia asegura que no los desvelan los aplausos en un festival, sino que trabajan para hacer crecer a sus

    clientes en ventas y en imagen de marca. Estamos en cosas más permanentes que ganar premios, se enorgullece Di

    Nardo. Muchas agencias piensan más en ser reconocidas que en dar servicio. Hay que tener claro que si el cliente

    gana, nosotros ganamos y si pierde, también nosotros perdemos. Aunque es cierto que una de las principales cosas que

    se requieren de una agencia es la creatividad, no puede estar aislada de otros elementos del contexto general.

    La agencia conserva viejos clientes: festeja una década con Refinerías de Maíz (Ades, Mazola y Caterplan), desde hace

    34 años trabaja con Gillette, y desde hace más de un cuarto de siglo tiene las cuentas de Bagley y Noblex.

    De Luca maneja también la publicidad de Activa AFJP, Fargo, Fratelli Branca, Padilla y Cía. (café La Morenita),

    Lactona, Samsung Electronics y San Sebastián, entre otras. Ganó el concurso realizado por el Ministerio de Defensa

    para la campaña del servicio militar voluntario, exceptuando el manejo de medios, a cargo de Telam.

    La otra campana

    La transformación de una agencia conducida por una figura tan fuerte como la de De Luca tuvo sus etapas. Todos

    nosotros, admite Di Nardo, nos formamos en torno de la personalidad y el mito que encarnaba De Luca, aunque

    teníamos un nuevo espíritu. A ese legado que él nos dejó queremos sumarle nuevas visiones que responden al presente

    de la comunicación publicitaria. Del paquete accionario de Ricardo De Luca Publicidad, 75% quedó en posesión de

    Daschuta, Vicentini y Di Nardo, y el 25% restante en manos de Silvia De Luca. En 1994 la agencia facturó $ 35

    millones.

    Queremos ser una agencia dinámica, elástica, con cintura, enuncia Di Nardo. No pretendemos ser una agencia

    inmensa, pero sí atender muy bien a los clientes que tenemos.

    La fuerte personalidad que De Luca imprimió a su empresa hizo que muchos la percibieran como un universo cerrado.

    Puede ser, admite Vicentini, que en otras épocas, desde afuera, se nos viera así. Pero por nuestras propias

    características y por nuestra visión de la publicidad, ese preconcepto no se corresponde en absoluto con la realidad de la

    agencia. Estamos haciendo un esfuerzo enorme por entender los grandes cambios y darles respuestas a nuestros

    clientes.

    Cuando en la década del 30 Ricardo De Luca dio sus primeros pasos en el mundo de la publicidad, el nombre de la

    agencia era Publicidad Tan, en referencia al sonido de una campana que llamara la atención de los consumidores.

    Rescatando aquel viejo espíritu de la campana, afirma Daschuta, que sigue siendo nuestro símbolo, y con una nueva

    concepción de la publicidad, les decimos a nuestros potenciales clientes que, si quieren publicidad, creatividad,

    estrategia, medios y honestidad, escuchen la otra campana. La campana de Ricardo De Luca Publicidad.