Privatizaciones bajo la lupa

    En mayo, MERCADO hacía un pormenorizado análisis del cuadro de situación que presentaba el proceso de privatizaciones en acelerado curso, confrontándolo con experiencias análogas de otros países, y advirtiendo acerca de los puntos débiles de toda la operatoria.

    “Hay dos conclusiones que se pueden extraer de lo actuado hasta ahora: los principales interesados son los bancos acreedores de la deuda externa; los europeos demuestran mejor predisposición o posibilidades que los inversionistas estadounidenses.”

    En tono de advertencia, MERCADO ponía el acento en “lo que no hay que olvidar”. “Hay que preocuparse más por la tarifa que por el precio de venta; cuanto más reciba el Estado por lo que vende, más tendrá que pagar luego el usuario. En el caso de los teléfonos se hizo exactamente al revés. Sería fatal que el error se repitiera en el caso de las empresas eléctricas: electricidad muy cara puede significar que nuestra industria quede fuera del mercado internacional.”

    “No se pueden vender empresas públicas al mejor postor. La licitación ha sido desechada por todos los gobiernos europeos que privatizaron. Si se quiere puja, hay que elegir un grupo de operadores ideales, tratar de interesarlos y luego invitarlos a hacer ofertas… Si se insiste con la licitación, habrá que ser mucho más exigentes con las precalificaciones; de lo contrario, es una invitación al aventurerismo.”

    “No hay que hacerse la autocompetencia ni ponerse la soga al cuello. El Estado no puede, mientras está vendiendo una empresa, anunciar que pondrá a la venta otras diez. Eso tira abajo los precios y entorpece la operación que está en marcha.”

    “El interés del mercado internacional por nuestras empresas públicas es muy limitado. Se ha deshecho la fantasía de quienes imaginaban que era cuestión de poner el cartel se vende a cada empresa y esperar que los inversores vinieran a hacer cola. Entel y Aerolíneas eran -fuera del petróleo- de lo más atractivo que podíamos poner sobre la mesa. Sin embargo, ¿qué pasó? El capital nacional mostró un escaso interés; ni siquiera aprovechó la oportunidad para blanquear y repatriar fondos actualmente en el exterior… Todo el mundo está privatizando y, además, los ex países comunistas están pasando a la economía de mercado; hay tantas oportunidades que es difícil vender

    empresas argentinas.”

    “La privatización no es, pues, un modo fácil y rápido de terminar con el déficit público. Tampoco es una fórmula mágica para atraer inversiones, ni una alternativa al desarrollo económico. La voluntad privatizadora no nos exime de reformar el Estado y otorgarle eficiencia.”

    Luego de analizar los fenómenos similares -y a la vez muy distintos- ocurridos en países como Francia, Inglaterra y Alemania, el artículo detallaba una serie de dificultades que exhibía el proceso en marcha en la Argentina.

    “La privatización es un instrumento imprescindible. Pero, en economía, decir que uno necesita algo equivale a menudo a decir que está en las condiciones más desventajosas para conseguirlo. Es la paradoja del crédito: los bancos les prestan dinero a los que tienen dinero y no a los que no lo tienen y, por eso, más lo necesitan. Nuestra extrema necesidad de privatizar nos debilita. Puede llevarnos, no al tipo de proceso que hemos visto que se desarrolla en Europa, sino a un remate, poco ventajoso y, sin embargo, inevitable. Las dificultades que enfrenta cualquier país subdesarrollado para privatizar tienen que ver con:

    *Un Estado ineficiente; el administrador ineficiente es un mal vendedor.

    *La situación económica: las épocas de crisis son el peor momento para vender.

    *Inversiones: para vender mejor un bien, hay que hacer mejoras; nuestras empresas requieren inversiones que el Estado no está en condiciones de hacer.

    *Urgencia: la necesidad de obtener divisas o el ansia de aliviar la carga de la deuda nos empujan a vender en las condiciones menos propicias.

    *Valuación: una empresa vale lo que puede rendir.

    *Tarifas: para hacer la inversión atractiva se garantizarán tarifas que el público considerará excesivas.”

    “Hay algo que, definitivamente, no logrará la privatización: cumplir la ilusión de quienes creen que, si privatizáramos hoy todas las empresas públicas, el año que viene tendríamos una economía floreciente y servicios tan eficientes como en Estados Unidos y Europa.”