En marzo, Juan Sourrouille, quien por entonces ocupaba la Secretaría de Planificación de la Presidencia, exponía ante MERCADO su visión de la coyuntura y los grandes lineamientos de su política.
Sourrouille, quien sería convocado más adelante para hacerse cargo de la cartera económica, sostenía entonces que “el plan económico que subyace a la política de ingresos parte de lo que comúnmente se ha llamado una concepción estructural. Lo que importa es el adecuado equilibrio entre los precios relativos de los distintos sectores de la economía nacional. El gobierno no tiene un
plan económico, si es que por tal se entiende producir una brusca devaluación, una baja en el poder adquisitivo del salario o una recesión en el corto plazo, como único mecanismo para detener la inflación”.
“El tipo de cambio de equilibrio bajo el cual tiene que funcionar nuestra economía hoy, y posiblemente por todo el período de gobierno, es un tipo de cambio alto. No hay ninguna perspectiva de pensar en alguna política de sobrevaluación del peso. Porque no sólo hay que tener un intercambio equilibrado de la cuenta de mercancías, sino que además hay US$ 5.000 millones de intereses de la deuda externa que pagar por año.”… “En esa situación, uno se encuentra con algunos casos típicos. En primer lugar hay un sector, el industrial, que normalmente fija sus precios mirando sus costos y estimando cuál es el margen de beneficio razonable con el que puede remunerar su capital. Entonces, ¿qué límites tiene la fijación de precios dentro del sector industrial? Tiene dos: uno es la competencia interempresaria en el plano interno, y el otro la posibilidad efectiva de que se vea sometido a una competencia activa desde el exterior por importaciones. Esto último ya fue
probado y no anduvo. Es peligroso, no sirve, y hoy no lo podríamos aplicar por la situación cambiaria. Entonces usted se queda dentro de un sistema de fijación de precios que surge de la evaluación de costos más un margen de ganancia, sujeto estrictamente al grado de competitividad interna.”
“De esta manera el gobierno trata de afirmar una política sobre el sector industrial en la que dice: ´Veamos cómo es la marcha de sus costos, respetemos su nivel de rentabilidad, pero administremos en forma conjunta el nivel de precios en el plano interno´. Y para ello se anuncia cuánto va a ser el
salario esperado, el tipo de cambio y las tarifas del sector público.”
“En una situación de gran desconcierto y de altísima inflación como la actual, es imposible pensar que el juego competitivo va a poder aplacar de una manera razonable la inflación. Por eso el gobierno, más que imponer pautas, administra un proceso de desinflación pautada.”
“El gobierno ha dicho en reiteradas oportunidades que va a pagar la deuda externa, y éste es un compromiso. Por eso está abocado a una discusión seria de cuál es la propuesta viable que la Argentina puede hacer a sus acreedores externos. En esto hay algunas cuestiones que vale la pena recordar. Existe, primero, una decisión política que es la de no condenar a los argentinos al hambre para pagar la deuda. Esta posición tiene un respaldo ético considerable y es aceptada en círculos políticos de todo el mundo.”
“No hay ninguna chance de que la deuda se pague en las condiciones en que está pactada. Es necesario que nuestros acreedores cedan en este terreno. Nosotros entendemos que no tenemos que
ceder nada, en el sentido de que nuestra propuesta la vemos viable: compatibiliza un plan de pagos razonable para nuestros acreedores con un nivel de actividad económica que cumple con los postulados que nos hemos planteado, aumentar el nivel de ocupación, mejorar el salario real y abatir
la inflación.”
“No podemos caer en la desgraciada experiencia de remitirnos exclusivamente a la posible tasa de crecimiento del mercado interno como único orientador de recursos. Si esto no se compadece con una política de expansión fuerte de las exportaciones, a corto plazo nos vamos a encontrar nuevamente en un estancamiento.”