Las respuestas de un millar de jóvenes (entre 12 y 24 años) fueron cotejadas con las de un número similar de adultos mayores de 25 años. El abanico de interrogantes fue tan vasto como polémico: la familia, la sociedad, la droga, el sida, el sistema educativo, el trabajo, la ética y la política, entre otros temas.
La investigación -meritoria en sí misma, en vista de la escasez de iniciativas de este tipo- tiene la virtud de derribar los más extendidos prejuicios acerca de la juventud actual en la Argentina.
Frecuentemente tildados de egoístas, frívolos, indiferentes y materialistas, los jóvenes se revelan aquí más preocupados que lo que suele suponerse acerca de cosas tales como los valores éticos, la calidad de la educación y las relaciones humanas.
A la hora de enunciar cuáles consideran los valores más importantes, una sólida mayoría (59%) señaló la aspiración de “ser honrado, sincero y buscar la verdad”. También obtuvieron altos Indices de menciones el “respeto por el prójimo” (36%), la “preocupación por la familia” (29%), la “dedicación al trabajo” (28%) y “la fidelidad” (23%).
Pero una luz de alarma se enciende cuando se comparan la naturaleza y la importancia de estos valores éticos con la actitud hacia la política. El tema deja mucho más indiferentes a los jóvenes que a los adultos. Ya entre los mayores de 25 años se observa un preocupante 41% de respuestas que indican escaso o nulo interés por estas cuestiones, pero el índice trepa a 67% en la
población joven.
Así y todo, 79% vota a favor del sistema democrático, sólo 7% piensa que hay mejores formas de gobierno, y 13% se muestra indeciso al respecto.
El juicio de los jóvenes al sistema educativo es igualmente riguroso. “Se estudia de memoria” y “no se enseña a pensar” son las dos críticas más frecuentemente mencionadas (38% de los encuestados), seguidas por otras no menos graves: “es una enseñanza superficial” (33%), “se aprende sólo para aprobar exámenes” (31%), “la educación es poco realista, no da herramientas para desempeñarse” (27%).
Y sin embargo, las expectativas que los jóvenes ponen en la educación son bastante más elevadas que lo que cabría esperar en medio de la actual crisis. Además del objetivo de alcanzar mejores oportunidades laborales (60%), los encuestados señalaron que vale la pena estudiar para “tener una visión más amplia de la vida” (46%) y “conocer más cosas” (40%). La meta de “ganar más dinero” quedó relegada al séptimo lugar (31%).
En el mismo sentido se orientaron las aspiraciones laborales. Fueron muchos más (64%) los que dijeron que querrían un trabajo “interesante y variado, que me dé alegría y me guste” que los que apuntaron a la meta de “ganar mucho dinero” (50%).
Esta generación, que quiere educarse mejor, espera encontrar un camino de realización personal en el trabajo y asigna tan alta importancia a la honradez y la verdad, pero que al mismo tiempo manifiesta tan escaso interés y confianza en la clase política, parece encarnar -con mayor intensidad, como corresponde a su juventud- el dilema de la sociedad argentina adulta.