Un año para no olvidar

    Los caprichos del destino, y quizá la desapasionada ligereza de sus artífices, decretaron en 1993 que la reformada economía nacional le diera la bienvenida a un ejecutivo de la General Motors de España contratado por Bunge & Born: Angel Perversi, y casi simultáneamente despidiera del imperio bancario que construyó con sus propias manos a un contemporáneo nativo que se hizo de abajo: Roque Maccarone.

    Fue el pasaporte a la modernidad que extendió la consultora internacional McKinsey (la que trazó la estrategia de crecimiento de Aerolíneas Argentinas) el que dio letra a la decana multinacional B&B, para importar un avezado CEO, y a la nueva generación del holding Pérez Companc, para deportar al veterano conductor del Banco Río.

    El mapa empresario se reacomoda con las miradas puestas en las constelaciones boreales como fuentes, no siempre infalibles, de inspiración. La experiencia de la venta de Aerolíneas Argentinas a Iberia trae recurrentes jaquecas cada vez que las pérdidas plantean la necesidad de inyectar dinero. A

    los problemas societarios en la línea de bandera se agregaron las presiones de las norteamericanas American Airlines y United para abrir los cielos.

    Los balances determinan el estado de ánimo de los miembros de las empresas privatizadas. Edenor y Edesur, por ejemplo, acumularon quebrantos y crisis en sus directorios.

    Las últimas privatizaciones de YPF, Obras Sanitarias y los ferrocarriles, más las concesiones de obras viales por peaje, terminaron de conformar con pincel grueso la presencia de los holdings vernáculos en la infraestructura del país. Pérez Companc y Soldati avanzaron en el área de la energía, mientras

    Benito Roggio, Macri y la española Huarte, con Aragón, coparon los accesos a la Capital.

    El negocio del peaje, que concitó marchas, denuncias y sentencias judiciales, amasa US$ 200 millones por año. En lo que constituyó indudablemente su gran año, el grupo cordobés Roggio se adjudicó el ferrocarril Mitre, el Sarmiento, el Urquiza y los subtes, mientras que Pescarmona se quedó con el de cargas del Urquiza y el San Martín.

    La telefonía es otro de los rubros que distribuye sonrisas y muchos dólares de utilidades en los balances. Por eso no extrañó que en la licitación de dos zonas para explotar el servicio móvil celular hayan aparecido seis fuertes apostadores, interesados en invertir US$ 600 millones en dos años.

    Ganó el consorcio integrado por Clarín, Roggio, GTE y AT&T, y el principal atractivo reside en aspirar desde 1997 al ingreso desde fuera de la General Paz a las comunicaciones que monopolizan Telecom y Telefónica en el área metropolitana.

    BALLOTAGE PRIVATIZADOR.

    Después de la primera ronda de los traspasos de empresas públicas a la órbita privada, donde en una vereda estaba el Estado y en la de enfrente los grupos económicos, llegó la hora del ballotage. Por ejemplo, en el Hipódromo Argentino (Palermo), salieron Sebastián Maronese, Polledo y la Banca del Lavoro, mientras La Comercial del Plata (Soldati) se desprendió de las acciones de Cointel y de Philco a manos de Macri, que para incursionar en la línea blanca acaba de comprar Peabody.

    Ya sea por especialización o por achicamiento, los grupos que entraron indiscriminadamente en las privatizaciones estudian con cuáles quedarse y en cuáles emigrar. Pérez Companc, por ejemplo, transfería sus participaciones en Aguila Saint y Carrefour, mientras pagaba US$ 77 millones por el oleoducto Allen-Puerto Rosales de YPF, adquiría en sociedad con Soldati la destilería San Lorenzo y se asociaba con Puma para instalar redes de estaciones de servicio.

    Las movidas de acciones posicionaron al holding Pérez Companc en la cima de YPF (posee 1,93% del paquete total y 3,3% del privado), a pesar del celoso cerrojo que colocó en el directorio de la ex estatal José Estenssoro. El ex interventor se mueve como un jeque y dispone, por ejemplo, que se

    allane la discusión acerca del pasivo de Petroquímica General Mosconi con Shell, Diamond Shamrock y Pérez Companc, que se habían interesado por la privatización quedándose con el total del paquete.

    O resuelve comprar Agip Gas en US$ 80 millones ante la ira del director puesto por el Ministerio de Economía, Héctor Domenicone. Desde el flanco exportador atacó Soldati para poner los pies en la trading Interpetrol, que compartía con YPF, pagando US$ 8,7 millones. En la columna de las ventas, cedió a Dapsa la planta de lubricantes de Dock Sud en US$ 11,7 millones.

    Mientras Pérez Companc tomaba posiciones en el transporte y la distribución de gas y electricidad a medida que exprimía sus yacimientos, Techint se arrojó al pozo con Tecnopetrol y convirtió sus 12 campos en un manantial que produce US$ 100 millones al año.

    La idea partió del titular de Aceros Paraná (ex Somisa, adquirida por Techint en US$ 152 millones), Javier Tizado, que se multiplica entre el proyecto petrolero y la alianza estratégica que se montó en la alicaída siderurgia con Acindar y Propulsora. Arrastra a su vez a Compañía de Aceros Pacífico de Chile; Companhia Vale do Rio Doce y Usinas Siderúrgicas de Minas Gerais (Usiminas), esta última compradora del tren de laminación de chapa naval de Somisa en US$ 4 millones.

    El ingreso de Acindar al directorio de Aceros Paraná, en sociedad con Propulsora, significó de hecho un reparto del mercado, que dejó los aceros planos en manos de Techint y los no planos en la empresa de los Acevedo. También este grupo avanzó en segunda instancia en dos privatizaciones:

    compró participaciones en el ferrocarril Roca, donde ahora posee 12%, y la central generadora Pedro de Mendoza, a Massuh.

    British Gas, que opera junto con Astra Metrogas, aprovechó la oportunidad que ofrecía Polledo y le compró 45% de la central Dock Sud en US$ 24,75 millones.

    Así como Polledo entró y salió de dos privatizaciones (hipódromo y usina), Bunge & Born desistió de compartir con la Bell canadiense, CITSA y el diario La Nación una oferta para acceder a la telefonía celular en el interior, y previamente había salido de la distribuidora de gas del Sur y Pampeana, que

    compartía con la italiana Camuzzi Gazometri de los hermanos Garilli, mediante la venta al Citibank.

    Sólo retuvo el puerto de Bahía Blanca, como parte de su estrategia de concentrar esfuerzos en el rubro alimenticio que instrumenta el nuevo country manager Angel Perversi.

    El ejecutivo contratado por el presidente del holding, Octavio Caraballo, emprendió un delicado trabajo de reingeniería, que inició aglutinando bajo el techo de Molinos las dispersas plantas de Matarazzo, Aceites Santa Clara, Fanacoa, Vadial San Luis, Tres Cruces y Minotel. Reubicó los activos

    ganaderos de todos los establecimientos dispersos por valor de US$ 120 millones, fusionó estancias y absorbió Leuvico en Alba, Tensia en Compañía Química, que ya tenía Atanor, Tapsal en Envases Centenera y la Comercial se juntó con Granos Argentinos.

    Donde el bisturí atravesó el tejido hasta el fondo fue en su rama textil, ya que primero vendió la cerrada planta riojana de El Chamical a Gatic, de Eduardo Bachkelián, y posteriormente mudó el complejo de Grafa a la órbita de Alpargatas.

    Entre tajo y tajo, Perversi dio dos audaces golpes de efecto: primero, contrató para manejar Molinos al exitoso mentor de la recuperación de Pepsi Cola en el país, Eduardo Castro Volpe, en lo que constituyó el pase del año; segundo, trajo al japonés Masaaki Imai, autor del método Kaisen, para asimilar su experiencia en el sistema de mejora continua al proceso de calidad y productividad

    encarado por el grupo.

    INYECCION DE CAPITALES.

    La reestructuración de Bunge & Born se financia con préstamos de la Corporación Financiera Internacional por US$ 63 millones para Molinos, Alba, Grafa y Centenera. La misma entidad concedió una suma parecida a Alpargatas.

    En realidad, gran parte de las fuentes de crédito de las que abrevan las empresas argentinas proceden del exterior. Más de 40 fondos, entre los que se destacan el First Boston, el alemán MG Finance, el norteamericano Beran Stern, el británico Morgan Grenfell y el Oppenheimer, mueven US$ 250 millones diarios principalmente en títulos.

    El banco que entró de lleno en los negocios argentinos es el Citi, que se asoció con el Mercantil, de los Werthein, y con Raúl Moneta, titular del Banco República, en Citicorp Equity Investment. Vendió la papelera Alto Paraná y conmocionó la plaza con la transferencia de Citicorp Capital Investors a dos

    abogados amigos de Ricardo Handley, Gilberto Zavala y Marcelo Gowland. En los últimos tres años, según Price Waterhouse, las inversiones del Citi en las privatizaciones argentinas ascendieron a US$ 819 millones.

    Sin embargo, a pesar de los movimientos realizados con las acciones del holding industrial para cumplir con disposiciones de la Reserva Federal de Estados Unidos, el Citi incorporó el frigorífico Rioplatense a su cartera a cambio de la deuda que el propietario de la empresa, Rodolfo Constantini, tenía con el banco. También se quedaron con el hotel Llao Llao de Bariloche, en el que invirtieron US$ 16 millones. Y, por último, se asociaron con la Sociedad Rural Argentina para explotar el predio ferial de Palermo construyendo un centro de convenciones y un hotel cinco estrellas.

    DESEMBARCOS EN PUERTA.

    La vuelta de la General Motors se evaluó, quizá, como una suerte de resarcimiento para el país, teniendo en cuenta que la fábrica automotriz norteamericana había levantado campamento durante el gobierno militar.

    GM iba a retornar de la mano de Iveco, del grupo Garfunkel, pero finalmente recaló en Ciadea (ex Renault) para producir, en principio, 5.000 pick ups, y luego extender la línea hacia la camioneta liviana GMC y la Blazer. La inversión anunciada es de US$ 100 millones.

    Pero la radicación más importante concretada este año fue la de Campbell´s, que inauguró la planta modelo de su controlada Swift Armour en Gobernador Gálvez, Santa Fe, capaz de procesar 50 mil toneladas de carne.

    Desde Brasil llegaron los máximos exponentes del continente en loza sanitaria y grifería, Duratex, del grupo Itaúsa, que construirá en sociedad con Piazza una planta que funcionará bajo el nombre Deca Argentina y cuyo propósito será exportar accesorios en el Mercosur.

    Los chilenos siguieron tomando posiciones en la Argentina, adonde destinan 57% del capital que sale de sus fronteras. Sus preferencias se reparten en finanzas, seguros, inmuebles, electricidad, gas y agua, principalmente. Pero la última excursión la hicieron con la fábrica de pastas Lucchetti, cuyos dueños son los mismos de Cervecería Salta, agua mineral Palau y la fábrica de cables de cobre Idelqui (Industrias Eléctricas de Quilmes), proveedora de Telefónica.

    Los españoles plantaron banderas en petróleo, gas, electricidad, agua, telecomunicaciones y transporte aéreo, lo mismo que en bancos y seguros.

    Un estudio de la Cepal indica que 41,3% del capital de las empresas privatizadas es de origen extranjero, contra 27,9% de empresas nacionales y 30,9% del Estado.

    ALIMENTOS IMPORTADOS.

    La feroz competencia internacional en productos de consumo masivo se instaló en las góndolas de supermercados y comercios, ante el estupor de empresas locales que no atinaron a reaccionar frente a tamaña incursión.

    El año pasado Lever había comprado Guereño; Philip Morris adquiría Tang, helados La Montevideana y Suchard; Parmalat desembarcaba en la playa de La Vascongada y la conservera Ripol, y la chilena Costa Carozzi abordaba Bonafide tras absorber DRF.

    Y en 1993 continuó el aluvión. La chilena Ambrosoli tomó Chocolates Bariloche y Dos en Una se unió a Lía. El líder brasileño en pollos, Sadia, entró en la segunda productora argentina de la especialidad, la Granja Tres Arroyos.

    La mayor cervecera alemana, Warsteiner, erigirá su planta en Zárate, localidad en la que también se radicará definitivamente Brahma. El negocio no es pura espuma, por cuanto mueve US$ 800 millones al año en las bocas de expendio, a pesar de que los argentinos consumen cinco veces menos que los

    belgas y alemanes, y tres veces menos que los norteamericanos e ingleses.

    No obstante, la pelea de las bebidas no se agota en la cerveza, ya que las gaseosas se aprestan a librar una guerra sin cuartel. El aperitivo fue la interrumpida prueba de sabor con que Pepsi desafió a Coca-Cola y la impugnación de ésta al método empleado. (Ver nota sobre el tema en la sección

    Contrastes.)

    Baesa, la embotelladora de Pepsi, anunció una superempresa regional que unirá Argentina, Chile y Uruguay, a la que se agregará Brasil cuando termine la franquicia otorgada a Brahma. La conjunción acaba de adquirir Sierras del Mar. La expansión se financiará con obligaciones negociables por US$ 60

    millones y una ampliación del capital de US$ 82 millones. De este incremento, US$ 72 millones en acciones se entregaron a la nueva sociedad Baesa Shareholders Associates, que componen Pepsi Cola Internacional y Argentine Bottling Associates (Puerto Rico), que tiene en su poder las franquicias.

    Para tornar más atractivo aún el mercado, la cordobesa Pritty introdujo al tercero en discordia, la Royal Crown Cola (mundialmente conocida como RC), que peleará con Coca y Pepsi, mientras una lima limón Saldán enfilará contra Sprite y Seven Up. Y la llegada de la británica Cadbury Schweppes a

    Stani no sólo dará batalla a los chocolateros, sino que obligará a Peñaflor a relanzar la marca que le cediera hace algún tiempo: Crush.

    A pesar de que se quedó quieta tras comprar Mendizábal y Bavaria, Nestlé empezó a sacudir el tablero. Canceló un contrato que tenía con Suchard para la elaboración de sus chocolates desde que aquella marca fue absorbida por Philip Morris y ahora los hará en la nueva planta que construyó en

    Magdalena. Pero cambió el director general que rigió sus destinos en el país desde hace once años por un argentino que hizo carrera en la compañía y viene de Puerto Rico: Roberto Sánchez.

    Quedó con la sangre en el ojo cuando intentó acceder al control de Canale y se interpuso el Continental Bank con Massuh, en una operación que finalmente no llegó a concretarse. La chilena Luksic suspira ahora por quedarse con la decana fábrica de galletitas.

    Los shoppings extranjeros también avanzan sobre los canales comerciales. Expenden 15% de los alimentos y abren superlocales en los centros neurálgicos. Su irrupción coincide con la liquidación de la tradicional cadena local que sucumbió a la competencia de marcas y a la estabilidad de precios: El

    Hogar Obrero.

    La concentración es inexorable. La italiana Pirelli ingresó en la Fate de los Madanes para producir neumáticos. Corimón de Venezuela se adelantó a Alba de Bunge & Born para acaparar Colorín.

    Amalia Fortabat accedió a la mitad más uno del diario La Prensa y la familia Cattorini reinará en la plaza del vidrio gracias a la compra de Cristalerías Rigolleau al grupo dueño de Gancia. Las cementeras Juan Minetti y Corcemar se unen, lo mismo que Cementos Avellaneda y El Gigante. La culpa de tanto movimiento la tiene el líder suizo Holderbank, que adquirió 12% de Corcemar a través de su controlada chilena Polpaico.

    La cordobesa Arcor se pertrechó con todo para afrontar los desafíos de la época. Recibió las marcas de Noel (menos las de helados, que las explota Nestlé) y compró Aguila Saint a Pérez Companc.

    Bagley rediseñó su marketing. Grimoldi zafó de su condena y encaró otras marcas, como Gomycuer, Saxon, Mendeville y Pie Tuttoris.

    Para Indupa, Papel del Tucumán y Electroclor de Duperial no hubo maniobras posibles. Las dos últimas cerraron y la petroquímica del grupo Richards anda de tumbo en tumbo.