Por venir

    AMERICAN EXPRESS: 900.000 NUEVOS CLIENTES.

    En un verdadero duelo de titanes, American Express venció a su rival internacional, Diners, en una batalla donde el trofeo era la cuenta comercial de tarjetas de crédito más grande del mundo. Se trata del contrato para el sistema de pago de gastos de viajes y representación del gobierno de Estados Unidos, lo que implica atender a más de 900.000 empleados de la administración federal, que realizan gastos anuales superiores a US$ 2.000 millones.

    Este monumental negocio, que hasta ahora manejaba Diners, quedará a partir del 30 de noviembre en manos de American Express, que ha asignado 230 empleados para supervisar la cuenta en Washington y otros 200 representantes de servicio a clientes en Phoenix, Arizona.

    American Express afirmó así su ya poderosa presencia en el mercado del sector público estadounidense: actualmente, los gobiernos de 37 de los 42 estados de la Unión emplean su tarjeta.

    AT&T SE MOVILIZA.

    En junio, British Telecom anunció, orgullosamente, que había comprado, por US$ 5.300 millones, 20% de las acciones de McCaw Cellular Communications, uno de los líderes de la telefonía móvil en Estados Unidos. La operación fue presentada como pieza maestra del plan de BT de expandirse hacia nuevas áreas y mercados para convertirse en un jugador de primera línea en la arena internacional de las telecomunicaciones celulares.

    El entusiasmo -y los planes- duraron, en realidad, bastante poco. El gigante norteamericano AT&T acaba de revelar que adquirió el control absoluto de McCaw por US$ 12.000 millones (una cifra que se ubica en el quinto lugar del ranking norteamericano en materia de compras y fusiones de empresas).

    AT&T regresa, así, al mercado de la telefonía celular que había abandonado en 1984 (cuando se desmembró la vieja compañía Bell). Y lo hace en un momento particularmente propicio. A fines del año pasado, se contabilizaron 11 millones de usuarios de estos servicios en Estados Unidos (lo que equivalió a un incremento de 46% con respecto a 1991). La facturación del sector creció 38% durante ese año, hasta situarse en US$ 7.800 millones.

    El socio buscado para incursionar en este terreno también exhibe notables méritos. McCaw padece el peso de un fuerte endeudamiento y viene soportando pérdidas, pero es la compañía de telefonía móvil con la mayor cobertura de población en áreas metropolitanas en Estados Unidos (60 millones) y su número de usuarios pasó de 800.000 a 900.000 entre 1991 y 1992.

    Queda por resolver una incógnita: cómo responderán las compañías regionales Bell a la situación de verse convertidas en clientes y a la vez competidoras de AT&T, su principal proveedor de infraestructura celular.

    A British Telecom le resta, tras esta operación, un modesto consuelo. Desvanecidos sus sueños de pisar fuerte en el mercado norteamericano de telefonía móvil, obtendrá una ganancia de US$ 700 millones por la venta de sus acciones en McCaw.

    DISPAREN CONTRA LOS AUDITORES.

    Las grandes firmas internacionales de auditorías contables (conocidas popularmente como las big six) enfrentan un alud sin precedentes de demandas judiciales, presentadas por las víctimas de quiebras de bancos y otras entidades. El argumento de fondo de los querellantes es que los contadores no advirtieron a tiempo o no prestaron suficiente atención a los problemas que

    condujeron al colapso de las empresas que contrataban sus servicios.

    El caso más reciente y resonante fue el de la firma Ernst & Young, que en un arreglo extrajudicial debió pagar US$ 110 millones a Allied Irish Banks, el principal afectado por la quiebra de una pequeña compañía de seguros que había adquirido en 1983.

    En noviembre, la misma consultora se vio obligada a desembolsar US$ 400 millones (un récord histórico en la materia) a los liquidadores de las entidades de ahorro y crédito quebradas en Estados Unidos.

    Lawrence A. Weinbach, socio y gerente general de la organización internacional Arthur Andersen, estima que, en todo el mundo, los auditores enfrentan el riesgo de encontrarse con demandas por US$ 30.000 millones.

    El año pasado, las big six tuvieron que destinar US$ 598 millones (equivalentes a 11% de sus ingresos) a las batallas legales en los tribunales norteamericanos.