Enrique Ruete Aguirre

    – Primero la Economía, Después los Hombres –

    Constituido hoy en el bastión ideológico de las compañías con mayor protagonismo en las reformas económicas instauradas desde 1990, el Consejo Empresario Argentino decidió asumir la defensa de la disciplina fiscal y monetaria por encima de los hombres que pretenden garantizarla.

    MERCADO entrevistó al presidente de la entidad, Enrique Ruete Aguirre, quien a su vez es director titular de La Buenos Aires Compañía de Seguros y del Banco Roberts. En su área de influencia se abren y se cierran los grifos que dejan pasar o cortan los flujos de capitales que le dan vida al esquema de convertibilidad, a condición de que del lado estatal un administrador como Carlos Tacchi sea eficiente en la recaudación de los impuestos.

    El empresariado está por el sí o por el no a Menem hasta 1999?

    -El modelo económico no se juega en el sí o el no a la reforma. El empresariado expresará masivamente en su voto la profundización de este esquema, con las reformas a la ley laboral y las previsionales que faltan instrumentar. Los que dicen que no quieren cambiar la Constitución no ponen en tela de juicio el rumbo económico. Si se le pregunta a todo el empresariado -la UIA

    incluida-, el modelo gana 99 a 1.

    -¿La continuidad económica la da Cavallo o la garantiza la reelección de Menem?

    -Cavallo no está comprendido en la reelección. El plebiscito es Menem sí o no.

    -¿Hay o no dudas de que se mantendrá el esquema económico en caso de que Menem no sea reelecto y el nuevo presidente no llame a Cavallo y su equipo?

    -¿Alguien duda de que si no sigue Menem igual gana el justicialismo en el ´95? ¿Y de que se impondrá el candidato que Menem señale? Finalmente, ¿alguien duda de que quien sea va a elegir a Cavallo de ministro? Si no, será Sánchez, su segundo, que en el fondo es lo mismo. O Llach. Podría darse el caso de que Cavallo integrase la fórmula presidencial con Duhalde, por ejemplo. Y Sánchez

    ocupara el cargo de ministro. En la línea económica no pasaría nada. Tal vez habría diferencias de personalidad para empujar las reformas que aún faltan, que no son muchas. Pero mientras el amigo Tacchi siga cada día haciéndole pagar impuestos a un contribuyente nuevo y se mantenga el equilibrio monetario y fiscal, nadie se atreverá a tocar lo que ya se hizo.

    -¿Cómo ven los que operan negocios a futuro según los parámetros internacionales que el debate político instalado en la Argentina acerca de la reelección de Menem se remita a interpretaciones de la relación entre Perón y Balbín?

    -Nunca nadie en la historia tuvo tanto éxito en menos de un período de gobierno como Carlos Menem, y entonces es lógico que se haya producido un fuerte distanciamiento entre su categoría política y la del resto. El juega en la “A”, y los demás, ni en la “B”, ni en la “C”, sino en la “M”. Es lógico que éstos quieran hacer lo imposible para que Menem no se presente nunca más a elección. Esta es una de las razones por las que se ha tensado tanto la situación política. Si Alfonsín, que es el gran líder de la oposición, fue quien llevó al país a la hiperinflación de la que Menem nos sacó… La continuidad de este modelo no descansa en ningún pacto político, porque la misma sociedad será la que castigue con su voto a los que se aparten.

    -Concretamente, ¿Menem sí o Menem no?

    -Si uno pudiera decir “vamos a cambiar la Constitución”, “vamos a elegir a Menem” y Dios nos va a dar un certificado de que el tipo va a vivir perfecto por el siguiente período, sería una cosa. Como ello no es posible, la gente dice: “Hagamos la rotación cuando Menem está en plenas capacidades”. No se

    trata de que se vaya a Anillaco y nunca más hable, sino de que elija su delfín y lo supervise detrás de bambalinas, desde su casa, desde el Senado, desde la presidencia del partido, para que el éxito pleno de su administración sea lograr que sus sucesores sigan y completen lo que él inició. A medida que avance, la Argentina va a afrontar diferentes problemas: en el 2000 y en el 2010 también. Y no podemos pedir que Menem esté en el 2050.

    -¿Espera que Menem diga quién es su delfín antes de que se jueguen todas las cartas para el proyecto de la reelección?

    -Tiene cuatro o cinco figuras, pero siempre manejó el tema con habilidad para no revelar cuál sería su preferido. Puede que no lo diga para que no se bloquee el proyecto de la reforma, pero también es posible que quiera seguir alentando la competencia entre ellos, o evitar interferencias en su administración en caso de que lo haga ahora.

    -¿La interferencia, en este caso, no recae sobre las decisiones de largo plazo de las empresas?

    -Sí, sí. Para un lado o para el otro. Sería mejor que las incógnitas estuvieran despejadas, aunque yo soy de los que creen que estamos eligiendo entre que siga el modelo con otros nombres o con las mismas personas.

    -¿Hay riesgo de que los mercados se resientan si se prolonga la pelea por la reelección y la sucesión?

    -Hay una minoría que piensa que podríamos vernos metidos en un retroceso significativo. Y esa minoría está en la Argentina. En el exterior a nadie se le ocurre que el esquema pueda volver para atrás. La polémica resuena más adentro, porque todos los días tenemos en primera plana lo que dice

    cada diputado, las especulaciones sobre el quorum, si se hace o no el plebiscito… Afuera todo este ruido no llega. En los últimos años hemos afrontado una enfermedad seria del Presidente, que puso nerviosa a muchísima gente, una gran discusión sobre el cambio de la Constitución, con dos bandos

    diferenciados, conflictos serios en las provincias, con intervenciones federales, y los mercados no reaccionaron para nada. Es un indicio de que si las bases son sólidas y la economía está conectada con el mundo (lo cual ya hemos conseguido), los especuladores quedan en minoría frente a los que

    se posicionan en el largo plazo. Por eso, si uno se para de golpe y se pregunta: “Bueno, ¿y qué pasa si no sale?”, no pasa nada.

    – ¿El consenso empresario en torno del modelo incluye las voces en contrario que se escuchan en la Unión Industrial o las enfrenta?

    -Hay muy poca gente que piensa todavía de la vieja forma. Como cuando los precios subían todos los días y la discusión era la velocidad con la que se acomodaría el tipo de cambio. Hoy es una herramienta fundamental de la estabilidad. En el último coloquio de IDEA se hizo un estudio profundo sobre la productividad de las empresas y se llegó a la conclusión de que el tipo de cambio no la afecta para nada.

    -Usted habla de la estabilidad como si hubiera efectivamente inflación cero.

    -Hubo, es cierto, precios que se movieron en todo este tiempo y desacomodaron la paridad. Pero si en un futuro, que espero que sea lejano, quisiéramos alterar el tipo de cambio, lo tendríamos que

    hacer sin salirnos de una paridad. Por ejemplo, cambiar el dólar por una canasta de monedas. Pero, cuidado, porque si la Argentina sigue por este camino, en una de esas hay que revaluar la moneda.

    -¿Usted opina que estamos mejor que los países desarrollados?

    -No lo digo yo. Lo dirá un trabajo muy profundo que estamos preparando en el Consejo Empresario Argentino y que presentaremos en junio del año que viene, que compara fuera de la coyuntura a la Argentina con otros 50 países en términos de competitividad. Tengo un cuadro estadístico que me alcanzó nuestro asesor Miguel Angel Broda, que muestra que ni Japón, ni Alemania, ni Estados Unidos pueden cumplir con el déficit máximo de 2% del PBI y una deuda no mayor a 60%, como se estableció en el tratado de Maastricht. En cambio, nosotros y México podríamos haberlo firmado porque estamos con superávit. Así, las empresas podrán entrar en el siglo XXI con una base

    macroeconómica superior a la de los competidores de esos países. El futuro pasa por América latina y los tigres asiáticos, pero hay que trabajar mucho en management, en capacitación que armonice la educación universitaria con las necesidades de las empresas y en desarrollar manufacturas que

    alguna vez lleven el sello Made in Argentina.

    -¿Qué les puede suceder a las empresas que se queden esperando a ver cómo sigue la película de la reelección sin encarar su propio ajuste?

    -Muy sencillo. El mercado no las va a reelegir.