¿Qué es el éxito para los empresarios?

    La palabra éxito ejerce especial fascinación en el mundo de los negocios. Tiene, además, múltiples connotaciones. Puede aludir:

    * a los que ganaron mucho dinero o se lo hicieron ganar a sus empresas;

    * a los que pusieron en marcha empresas exitosas o a los que consolidaron empresas importantes y las dejaron en situación de mantenerse en la cumbre;

    * a los que revolucionaron un sector o actividad porque inventaron un negocio, o encontraron un eficiente método de promoción o comercialización, o incorporaron una tecnología que les dio una ventaja definitiva sobre los competidores. En definitiva, factores todos ligados a la idea de creatividad;

    * a los que diseñaron y pusieron en marcha un modelo de gestión que se convirtió en paradigma y tiene seguidores;

    * a los que tienen enorme prestigio e influencia en medios empresariales y también fuera de ellos, ya sea por el peso de su personalidad o por una inteligente campaña de imagen.

    Desentrañar cuál es la idea que los empresarios tienen del éxito, o del perfil de una organización exitosa, fue el propósito de esta encuesta que MERCADO encomendó a la empresa de investigación Saber y que dirigió la ingeniera Silvia Cazoll. La metodología utilizada incluyó cuestionarios autoadministrados y entrevistas personales que respondieron 92 ejecutivos de las principales empresas del país.

    Los resultados, sintetizados en los cuadros que se despliegan en estas páginas, resultan, en más de un sentido, reveladores. Por una parte, las respuestas de los ejecutivos y empresarios rozan, de una u otra manera, el concepto predominante acerca de la ética en el mundo de los negocios a través de la importancia asignada a la capacidad de influir en el poder político. Por otro lado, permiten vislumbrar el futuro, al perfilar cuáles son, en opinión de los encuestados, las actitudes, logros y métodos que conformarán el modelo exitoso en los próximos años.

    “Hoy, la principal medida del éxito en el sistema empresario, como primera respuesta, es la supervivencia. Es exitoso aquel que logra adaptarse a las nuevas condiciones y sobrevivir.

    A diferencia de los países desarrollados, nosotros estamos viviendo un cambio fenomenal en el contexto nacional, que se da simultáneamente con cambios importantes en el contexto internacional. Y éste es un proceso en el cual muchos empresarios van a desaparecer.”

    “Exito es cumplir etapas y sobrevivir a una competencia para la que no estábamos preparados.”

    Más de la mitad de los 92 entrevistados para esta encuesta asocian el éxito en los negocios con la estabilidad, es decir, la permanencia de la empresa a través del tiempo. Esta noción supera, incluso, a los criterios clásicos, que relacionan el éxito con los resultados (49%), el esfuerzo (47%), la rapidez (43%) y las oportunidades (43%).

    La palabra estabilidad, prestigiada por los logros económicos del Plan de Convertibilidad (del cual parece asomar una resonancia en esta asociación), evoca, innegablemente, la idea de perduración, de extensión a lo largo del tiempo. Quizá podría argumentarse que, como medida del éxito, la mera supervivencia es un indicador bastante modesto. Sin embargo, no lo es tanto en el contexto argentino. Hacia el pasado, el término alude a las dificultades de la continuidad de una organización frente a la discontinuidad histórica del país. Y en una proyección hacia el futuro, apunta a los desafíos que plantea el proceso de la reconversión, donde está presente en forma tangible la amenaza de la desaparición de la empresa como resultado de la competencia en un mercado abierto con las grandes corporaciones internacionales.

    El mensaje que trasuntan estos resultados es que, durante la actual etapa de transición, en la que los viejos paradigmas de comportamientos económicos están en vías de extinción, mientras la apertura de la economía exige una rápida adaptación a las nuevas condiciones del comercio internacional, quien logre superar el desafío de las redefiniciones vertiginosas puede considerarse exitoso.

    Un segmento importante (42%) de los entrevistados relacionó el éxito con los lobbies y casi un tercio con la corrupción y el amiguismo. En cambio, apenas uno de cada cuatro lo vinculó con la producción. Esas asociaciones apuntan a una cuestión central, ya abordada por MERCADO en su edición de marzo: la relación entre el éxito y la ética. Según se señalaba entonces, mientras la opinión pública parecería haber aceptado el criterio de que un comportamiento ético y socialmente responsable es, a largo plazo, una clave importe para alcanzar el éxito económico, y orientaba en ese mismo sentido sus demandas hacia los empresarios, al mismo tiempo percibía mayoritariamente “mucha” o “bastante” corrupción en el mundo de los negocios.

    Ahora bien, si la supervivencia, la permanencia de la empresa a lo largo del tiempo, es uno de los indicadores fundamentales del éxito, ¿no se convierten en racionalmente aceptables todos los medios que conduzcan a ello, al margen de la consideración ética? Uno de los entrevistados sostuvo que “no me parece ético considerar como éxito la supervivencia, a los costos con que se la consigue en la Argentina”. Esta visión indica que la ruptura con el pasado debe implicar un verdadero cambio de paradigma, opinión que comparten muchos de los entrevistados.

    Los comentarios de los empresarios acerca de la coyuntura argentina (ejemplo de los cuales son las citas al comienzo de esta nota) demuestran que hay, en general, una toma de conciencia sobre el significado y la trascendencia del momento de transición por el que atraviesa el país.

    FLEXIBLES Y COMPETITIVOS.

    Al mismo tiempo, las valoraciones que aparecen en el Cuadro 2 (criterios de definición de éxito empresarial en la Argentina actual) demuestran que esta toma de conciencia alcanza el nivel de la comprensión de que la salida exitosa para las empresas está asociada con la supervivencia en el tiempo (“flexibilidad a los cambios de mercado”) y a la competitividad en calidad y costo.

    Cuando los empresarios son convocados a dar su propia definición acerca de qué es el éxito en la Argentina actual, la tendencia es a reproducir las nociones contenidas en los textos de Michael Porter (La ventaja competitiva de las naciones y otras obras).

    En el Cuadro 2 se registran los promedios en la asignación de puntaje a los criterios que los 92 encuestados consideran más importantes para definir a una empresa como exitosa. Claramente -y en coincidencia con las definiciones m s técnicas sobre el tema- predomina la mirada hacia el mercado:

    la competitividad en calidad, la flexibilidad y la competitividad en costo obtienen los más altos promedios.

    Les siguen criterios de modernización más orientados hacia el interior de la empresa, como la innovación y la profesionalización, y la maximización útil de los recursos humanos.

    Merece particular atención el alto puntaje asignado a la “capacidad para adelantarse al futuro”. Este criterio permite dos lecturas diferentes: por un lado, puede referirse a una capacidad técnica de proyección, basada en estudios de mercado, pero, por otra parte, puede aludir a una mirada intuitiva, un olfato entrenado para registrar las oportunidades futuras.

    Estos conceptos se extienden a la propia experiencia, como puede verse en el Cuadro 3. En este caso, se les pidió a los entrevistados que señalaran los cinco criterios más importantes en relación con su propia organización. Aparece aquí un alto índice de no respuesta (39%), que marca un fuerte contraste con la actitud de los encuestados al definir en abstracto un modelo de empresa exitosa.

    Este dato se presta a varias lecturas. Puede interpretarse como una reserva natural, cuando se trata de la propia institución, frente al compromiso que implica la declaración. Pero el silencio puede ser también la respuesta obligada de quien, de alguna manera, considera que los resultados de su empresa no son exitosos.

    Los índices de menciones revelan, nuevamente, que prevalece la mirada hacia el mercado. Uno de cada tres entrevistados señaló la capacidad de adelantarse al futuro, 29% destacó la competitividad en calidad y 27% la competitividad en el costo. También aparecen valorizadas, aunque en menor medida, las acciones dentro de la empresa: 27% selecciona el criterio de maximizar la utilización de recursos humanos. Finalmente, uno de cada cinco destacó la flexibilidad a los cambios de mercado (lo que se relaciona con la supervivencia) y 18% se inclinó por el óptimo nivel de profesionalización.

    CON NOMBRE Y APELLIDO.

    Dentro de estos marcos de explicación, con estas definiciones y asociaciones, se les pidió a los empresarios que señalaran a las empresas más exitosas en la Argentina actual. Los índices, registrados en el Cuadro 4, otorgan una mayoría abrumadora al grupo Pérez Companc (48%), seguido, a considerable distancia, por Sevel (24%) y Techint (22%).

    Curiosamente, a pesar de que las cifras de sus balances las colocan en el tope del ranking de rentabilidad en la Argentina, las dos empresas que operan los servicios privatizados de telecomunicaciones alcanzaron valoraciones más modestas: 21% de los entrevistados mencionaron a Telefónica de Argentina y 15% a Telecom.

    Otro dato llamativo es que son relativamente escasas las corporaciones multinacionales que alcanzaron los índices de menciones superiores a 5%. (Sobresalen, en este grupo, IBM, con 11%, Coca Cola, con 10%, y Lever, también con 10%).

    ¿Qué tipo de empresario se requeriría para salir exitoso de la transición? Para responder a esta pregunta se les propuso a los entrevistados una lista de 21 rasgos a los que debían otorgar un puntaje.

    Los resultados, que se sintetizan en el Cuadro 5, indican que el modelo de empresario exitoso en la Argentina es, sobre todo, “hábil”, una definición en sí misma bastante ambigua que obtuvo 8,1 puntos, “creativo” (8.0), “innovador” (7,9), ” gil” (7,8), “frontal” (7,7) y “carismático” (7,6).

    Como puede advertirse, estos rasgos más mencionados aluden a características personales de los sujetos, que no necesariamente se relacionan con algún tipo particular de orientación en la búsqueda de metas, ni con un grado de profesionalización o capacitación. La habilidad, la creatividad, el carácter innovador, gil o frontal no son rasgos que se puedan obtener mediante un proceso de formación, sino que forman parte de la idiosincrasia personal. Se nace con ellos, no se hace uno de ellos. Esto es particularmente notorio en el caso del carisma, un concepto habitualmente utilizado en referencia a los liderazgos políticos.

    Y es que, generalmente, cuando la literatura especializada trata el tema del empresario exitoso, que es aquel que dirige una empresa exitosa, hace hincapié en la figura del líder más que en la del hombre de negocios. La mayor parte de las investigaciones en este terreno proceden de un enfoque psicológico, tanto desde el punto de vista teórico como de su orientación. Así, el manejo de las relaciones humanas o la utilización de técnicas de gestión son conceptualizados como habilidades y analizados en relación con la estructura de personalidad de los sujetos para establecer los diferentes tipos de liderazgo.

    A la hora de mencionar, con nombre y apellido, a los empresarios más exitosos, las respuestas de los encuestados revelan algunos contrastes llamativos. (Ver Cuadro 6.)

    El jefe del grupo Pérez Companc, cuyo conglomerado lidera holgadamente, en esta encuesta, la nómina de empresas consideradas más exitosas, aparece aquí en el tercer lugar, con 25% de las menciones. Este dato, aparentemente contradictorio -y probablemente atribuible al bajo perfil público que caracteriza a la figura de Gregorio Pérez Companc- se compensa, en parte, con el porcentaje de menciones (20%) obtenido por un hombre fuerte del grupo, Oscar Vicente. El holding aparece así representado por partida doble en el ranking de los empresarios exitosos, y si se sumaran los índices obtenidos por sus dos dirigentes alcanzaría cómodamente el primer puesto.

    Pero, en términos individuales, es Francisco Macri quien trepa a la primera posición, con 38%, en tanto que su empresa, Sevel, concentra un índice bastante inferior (24%) en la lista de las evaluadas como más exitosas. En contraposición a lo que ocurre con el caso de Pérez Companc, la explicación quizá deba buscarse en la alta visibilidad pública del jefe del grupo Macri, a quien la prensa y la opinión pública suelen percibir como una figura fuertemente vinculada con los testamentos de poder.

    Lo mismo puede decirse de Amalia Fortabat, ubicada en el segundo puesto, con 26% de las menciones, a pesar de que su empresa, Loma Negra, aparece relegada al 12º lugar entre las consideradas más exitosas (apenas 8% de las menciones).

    Otro caso sugestivo es el de José Estenssoro, el presidente de la petrolera estatal en vías de privatización. Aunque su índice de menciones es modesto (5%), llama la atención que el administrador de una institución del rea pública logre instalarse en el 7º puesto de este ranking, desplazando a notorias figuras del sector privado.

    Finalmente, es interesante señalar que uno de cada cuatro entrevistados contestó que no conocía a ningún empresario exitoso en la Argentina de hoy, una reticencia que no apareció tan marcada cuando se les pidió que mencionaran empresas (el índice de no respuesta para esta pregunta fue de 13%). Lo que quizá revele que, en muchos casos, la percepción del éxito no está encarnada en una figura en particular, sino en la propia estructura de la organización.

    EFICIENCIA O EFICACIA.

    En los extremos, entonces, el éxito parecería tener dos definiciones: una técnica, ligada a la eficiencia, y una política, vinculada con la eficacia.

    ¿Son estas dos posiciones opuestas y contradictorias? ¿Hay una percepción polarizada de calidad vs. lobby? ¿El éxito en el lobby se da en tanto se garantice calidad, o la calidad eventualmente se busca o se obtiene cuando se consiguió un lobby exitoso?

    ¿Esta revelación de la faz política de la actividad empresaria forma parte de un proceso de sinceramiento acerca de nuevos modos de hacer negocios o, al menos, de hablar de ellos?

    Según el sociólogo norteamericano Charles Perrow (ver recuadro) resulta indudable que la clave de los negocios exitosos en Estados Unidos es la articulación de lo político y lo técnico. La discusión ética de los límites sigue en pie.

    TECNICOS Y POLITICOS.

    Usando técnicas de análisis multivariado se encontraron entre los encuestados dos tipos de actitudes con respecto a las claves del éxito y los instrumentos eficaces para lograrlo.

    Un grupo, al que puede denominarse técnico, se orienta hacia la calidad, privilegia la excelencia, la innovación, la profesionalización y la flexibilidad ante los cambios de mercado. Para ellos, el éxito es una medida de la eficiencia técnica y profesional para la mejor utilización de los recursos humanos y materiales.

    Este grupo parecería adherir a una actitud ética tradicional, que asocia el éxito con el esfuerzo, el mérito, la producción, los resultados. Es muy exigente con respecto a las características que debe tener un empresario exitoso. En primer lugar, se lo define como creativo, innovador, hábil, decidido, informado, gil y flexible.

    El segundo grupo, al que puede definirse como político, privilegia las buenas conexiones con el poder político y las buenas relaciones con los lobbies. El éxito, en este caso, es una medida de la eficacia de las relaciones, de la cercanía al poder de decisión. En este segmento, cobran más fuerza palabras como riqueza, amiguismo, oportunismo, viveza y frivolidad.