De profesión, platero


    En este caso, bien podría decirse, parafraseando a Pascal,
    que "la vocación tiene caminos que la razón
    desconoce". ¿De qué otra manera explicar la historia
    del platero Jorge Mason?


    Terminada la escuela primaria, se topó con las preguntas
    inevitables: ¿qué me gustaría ser?; ¿qué
    estudios seguir? Y en busca de respuestas partió con su
    padre rumbo a la Escuela de Mecánica de la Armada. Pero
    resulta que padre e hijo equivocaron la puerta y entraron en el
    edificio de al lado, el de la Escuela Raggio. Lo curioso es que,
    en lugar de irse, decidieron averiguar qué cosas enseñaban
    ahí.


    Y de este modo supieron que se dictaba, entre otros, un curso
    de cincelado y grabado.


    "Eso es lo que me gusta", murmuró Jorge, vagamente
    consciente de que se le abría una puerta impensada. Y por
    ella entró para seguir, durante tres años, un aprendizaje
    que después continuó bajo la guía de quienes
    hoy reconoce como sus maestros, el cincelador Remigio Massini
    y el platero Federico Berti.


    Arte y oficio, la actividad de Jorge Mason es un trabajo integral
    destinado a crear objetos diversos -útiles, bellos, nostálgicos-
    fieles a la rica tradición rioplatense. Los materiales
    que usa son, principalmente, la plata 800, la alpaca y el oro,
    combinados con otros elementos: calabazas, cocos, huevos de avestruz,
    astas, tientos y cueros.


    "Como vivo de mi trabajo, de mi mano salen llaveros o pulseras
    pero también diseños especiales de candelabros,
    pavas, espuelas, estribos. Y algunas de mis mejores piezas están
    muy lejos de aquí. Por ejemplo, el juego de mate y bombilla
    que el gobierno le obsequió a Juan Pablo II o los objetos
    que se


    exhiben actualmente en la Expo-Sevilla."


    Ante la curiosidad por saber cómo trabaja un platero, Mason
    elige un mate y explica: de una simple chapa de plata se corta
    un disco al que se embute en una madera. Allí se le va
    dando forma hasta que pueda calzarse en la boca de la calabaza
    que previamente se ha elegido. Para tal tarea se emplean embutidores
    y martillos. Una vez cumplida esta parte del trabajo, se lima
    la plata para que quede perfectamente lisa y luego se la decora
    usando cinceles de distintas puntas.


    Los precios recorren una amplia variedad. "Un mate de coco
    y plata, de 25 centímetros de altura, cuesta entre US$
    500 y 1.000; un facón puede estar entre US$ 150 y 500.
    "tras cosas no tienen precio…" Como ejemplo de esta
    última categoría, muestra el juego de ajedrez que
    viene haciendo "cuando puede". Los trebejos de plata
    representan a soldados e indios de la Conquista del Desierto.


    El tablero es de plata y oro. Lo que se dice una obra mayor, tal
    vez la más ambiciosa de este hombre de palabra medida y
    45 años, que vive con su mujer y dos hijos en una casa
    con jardín en la ciudad de Palomar, un rincón apacible
    donde cada día alimenta con nuevas formas aquella pasión
    que descubrió por casualidad.