La era japonesa en laptops

    Sépalo: la tecnología informática será la responsabilidad directa de la más radical evolución jamás conocida por el mundo de la oficina. Ocurrirá a lo largo y ancho de los ´90. Y en el 2000 también.

    Transformará por completo a nuestro trabajo y al modo en que lo realizamos. Gran parte de las compañías internacionales empiezan a comprender en estos días que, manejada correctamente, la informática pasará a ser una de las más útiles y definitorias herramientas para mantenerse entre los más competitivos del ring. Todo comenzó, claro, con el advenimiento de la PC, algo así como la

    máquina para el pueblo. Hasta ese entonces, toda tecnología se encontraba bajo llave en manos de científicos que hablaban un lenguaje incomprensible. Y cuando algo salía mal, bueno, la culpa la tenía la computadora. El resto del mundo se entretenía con la máquina de escribir eléctrica y la fotocopiadora alquilada. Hoy, workstations y PC bailan en todos los escritorios y hace tiempo que desapareció el imbécil que, orgulloso, proclamaba a los cuatro vientos que “nunca he tocado un diskette”.

    Para el final de los ´80, uno de cada tres empleados de oficina usaba PC en el mundo industrializado y la cifra aumentará en los próximos años. El desafío para las compañías consiste en, primero, aceptar la necesidad de computadorizarse y, enseguida, hacerla trabajar según sus necesidades. Lo que es más importante: se deberán diseñar estrategias totales para la implementación de sistemas, revisar todos y cada uno de los rincones para potenciar los pros y erradicar las contras. Lo que no es fácil. La tecnología no aparece en una oficina de un día para otro: va llegando por partes, lo que complica el desarrollo de un plan maestro. Los especialistas en la materia señalan que estamos pasando por un período de incertidumbre, una era de managers atribulados por el monstruo que se les viene encima. La consigna entonces es pensar por adelantado.

    Y para eso estamos.

    Entonces, ¿qué es lo que podemos esperar en los días próximos? Tal vez el avance más impresionante y visible tenga lugar en el campo de los laptops y workstations. Serán más poderosos y veloces. Y mucho más baratos. Desaparecerá la terminal ciega conectada al mainframe para ser suplantada por una workstation con disk individual para almacenamiento de data. Y, finalmente, la computadora llegará a los escritorios de los desconfiados top-ejecutivos y presidentes de corporaciones, porque cómo sustraerse a la tentación de una base de datos que extraiga, subraye y sopese factores para – de inmediato y sin dudas – brindar conclusiones?

    Otro crecimiento potencial será el de las impresoras láser y el armado por computadora. Tecnología que ya se usa en la impresión y diagramación de revistas y newsletters pero que -con la llegada del color- conocerá nuevas aplicaciones. No todo será brillante y eficaz. La implementación de este nuevo modo de trabajo se traduce en un importante aumento en el consumo de energía

    hasta cuatro veces el total. Y, a medida que la computadora se convierta en única pieza clave, se hará necesario ir pensando en generadores auxiliares en caso de fallas eléctricas que paralicen la posibilidad de un negocio redondo. Y deberán reformarse y aumentar hasta el espanto redes de cableado. La mala noticia para todo aquel dispuesto a concretar una neo-oficina es que semejante

    monstruo requerirá de -mínimo- un 10% de la planta del lugar para ubicar tecnología con más requerimientos que una hija malcriada. De ahí los quebraderos de cabeza que enfrentan las empresas constructoras que construyen sin saber quién irá a parar ahí y que -en el caso de edificios para

    oficinas- se ven obligadas a construir contemplando todos y cada uno de estos factores. Todo esto devendrá en un alza extraordinaria del metro cuadrado de oficina o en gigantescos gastos de remodelación, ustedes eligen.

    Y así será -cable más, cable menos- la estructura clásica de la oficina de pasado mañana:

    *Para el procesamiento de datos se instalan terminales en los diferentes puestos de trabajo y vías de comunicación hacia el computador central. De este modo tanto el encargado de una central como el gerente pueden ver satisfechos sus requerimientos en materia de procesamiento directo sin interrumpir su ciclo de trabajo. Se instalan en sectores clave de la oficina capacidades de

    procesamiento y memoria en forma de “terminales inteligentes” más allá de las PC en todos y cada uno de los escritorios.

    *Mediante funciones adicionales, el teléfono se empleará principalmente para los procesos vinculados con la organización.

    *La electronificación de los equipos de oficinas será total y los procesadores de palabras funcionarán en conexión directa con télex, fax, etc., mientras que las fotocopiadoras estarán habilitadas para recibir información digitalizada.

    *La nueva generación de teleimpresoras viene dotada con funciones de tratamiento de textos y memoria; están provistas de pantalla y se instalarán en los puestos de trabajo. Todo esto ha sido posible gracias a la progresiva miniaturización y al incremento del rendimiento de componentes electrónicos y a la rápida caída de sus precios.

    Todo esto apunta a un cambio que para muchos será furiosa blasfemia y que es el siguiente a partir de la formación de un sistema de trabajo eficiente: deberán reducirse a lo indispensable las barreras de la organización funcional en busca de un trabajo fluido. En este proceso de transformación, el personal directivo deberá asumir la función de promotor debiendo reconocer potencialidades útiles, evaluando todas las tareas de los empleados desde el punto de vista profesional, ofreciendo lugares libres a cada uno de ellos. Y -asunto importante- recordar en todo momento, por más que cada vez le parezca más dudoso, eso de que la máquina nunca podrá suplantar al hombre, no señor.