Actor imprescindible en la economía global

    ESTRATEGIA | Empresas

    Por Leandro Africano (enviado especial a Minneapolis)

    Para dimensionar la problemática de los alimentos que la población del mundo consume, alcanzan, al menos para la mirada de este cronista, datos como estos: cada año se incorporan 80 millones de nuevas bocas para alimentar, China e India (dos de los países con mayor población) han cambiado dramáticamente en los últimos años su dieta alimenticia incorporando proteínas; las tierras disponibles para la producción de alimentos se están reduciendo y para finalizar, la agricultura utiliza hoy 70% del agua dulce del mundo.
    Desde el punto de vista netamente económico también hay información que debe prestarse atención: por ejemplo las semillas de tomate tienen hoy mayor valor (a igual peso) que el oro, metal que se ha sobrevalorado más de 100% en los últimos años; solo cinco países concentran 80% de la producción de todo el arroz que consume el mundo y seis naciones aglutinan 70% de la producción de maíz. Todos estos datos más la volatilidad que expresan los mercados desde 2008 conducen a buscar una eficiencia en la producción agropecuaria nunca antes alcanzada basada en una mayor rendimiento por hectárea.
    Desde uno de sus centros de investigación y desarrollo situado en el Estado de Minnesota, a pocos kilómetros de la ciudad de Minneapolis, en Estados Unidos, Syngenta presentó recientemente toda su plataforma de productos enfocados en agroquímicos y semillas modificadas genéticamente sobre siete cultivos que considera esenciales para sus negocios: soja, maíz, girasol (aceites), arroz, vegetales, caña de azúcar y cereales.
    “De todos los productos que se presentaron, los que están relacionados con la soja, el maíz, el girasol, los vegetales y cereales están íntimamente relacionados con la producción agrícola en la Argentina aunque no en la misma proporción. Porque por ejemplo, en el caso del girasol somos líderes mundiales y en soja el país tiene una fuerte representación también”, explicó Antonio Aracre, director general para Latinoamérica Sur de Syngenta.
    El mercado agropecuario global tiene en la actualidad varios síntomas que lo describen como el escenario donde muchos actores han puestos los ojos. Por un lado, en los últimos 20 años los desastres climatológicos han incrementado su frecuencia. Mientras que antes sucedían cada cinco años, la estadística señala que hoy se puede sufrir un evento climático inesperado cada año y medio. Además, se vive lo que se denomina la tropicalización del clima que no es más que alteraciones en las temperaturas y cantidad de agua caída en diferentes regiones.
    Por otra parte, desde una visión más económica, Europa no siembra soja, uno de los productos más demandados por el mundo e incluso prohíbe el cultivo de semillas modificadas genéticamente de este cultivo. Sin embargo, es uno de los principales compradores de soja transgénica.
    Más allá de las discusiones pasadas sobre la utilización de semillas transgénicas, se estima que las mejoras introducidas en las familias de productos que combinan semillas y agroquímicos pueden mejorar el rendimiento de la cosecha en 1,5% anual lo que permite imaginar un crecimiento sustentable en la producción.


    Antonio Aracre

    Las siete oportunidades
    Syngenta factura en la Argentina aproximadamente US$ 500 millones, tiene una participación de mercado cercana a 20% de la tierra sembrada y se enmarca en una región, incluyendo a Brasil, que alcanzó el año pasado US$ 4.000 millones en ventas.
    La estrategia de volcar su mirada hacia siete cultivos específicos tiene que ver con el foco que ha puesto la compañía en el desarrollo de nuevos eventos transgénicos, modelos de negocios donde se integran soluciones completas para el productor, esquemas de asociación con empresas de irrigación, proveedores de herramientas, aportes de financiación al retail y otros esquemas particulares para cada región y cultivo.
    En el caso de aceites, donde la clave del negocio es el girasol, se estima un crecimiento general de la demanda de 4% del mercado por año hasta 2025. Aquí los grandes protagonistas son Rusia y la Argentina donde nuestro país se convirtió en el tercer mercado productor y el segundo exportador. Esto se logró aumentando las ventas 18 veces en los últimos 10 años.
    Dentro del área de vegetales, donde por ejemplo suceden cosas como que el kilo de semillas de tomate casi triplica el valor de un kilo de oro, el mercado está dominado por tres grandes mercados como China, India y Estados Unidos que producen 63% de los productos de todo el mundo. Según los especialistas de Syngenta, este es un mercado con oportunidades porque necesita una gran sofisticación dentro de los mercados emergentes que pueden demandar productos muy específicos y que permite el desarrollo de pequeños productores con escala limitada de producción.
    Nuevos sabores y experiencias de consumo, la llegada de productos innovadores para el paladar de la población y la adecuación de los productos a la demanda de nichos de mercado son algunos de los componentes de este sector que se presenta como uno de los más innovadores.
    Para el sector de la soja, los tres grandes protagonistas del cuadro son Estados Unidos con 31 millones de hectáreas de producción, Brasil con 24 millones y la Argentina con 19 millones de hectáreas sembradas. En este caso, el rendimiento, debido a la combinación de factores, es diferente ya que el primer país logra 2,9 toneladas por ha, el segundo 3,1 toneladas y la Argentina alcanza un rinde de 2,7 toneladas por ha.

    Azúcar, alimento y combustible
    La caña de azúcar se ha vuelto en los últimos años un cultivo muy demandado a partir de la incorporación del etanol a la mayoría de los combustibles de todo el mundo. Por caso, en la Argentina se debe alcanzar hasta un máximo de 5% en las naftas, por ejemplo. Pero además, el consumo de azúcar en humanos ha aumentado en 44% en los últimos 20 años y la caña de azúcar es la fuente de 70% del azúcar del mundo y se estima que en 2010 se consumieron 160 millones de toneladas consagrando a Brasil como principal productor.
    Para el caso del maíz, los últimos 20 años han representado un cambio dramático en el sector: mientras que el área sembrada aumentó 35% en todo el mundo, el consumo aumentó 77%. Aquí los protagonistas del mercado son Estados Unidos, Brasil, Europa y China logrando un rendimiento de entre 4 y 10 toneladas por hectárea.
    El arroz es un cultivo de escasa tradición en la Argentina, pero para Syngenta resulta estratégico. Mientras que en Asia se consume 80 kg de arroz por habitante por año en Estados Unidos se alcanza la cifra de 10 kg al tiempo que entre China, India, Tailandia, Vietnam e Indonesia, producen 90% del arroz que se consume en el mundo. El desafío que tiene el sector es mejorar el rinde de 50 kg por ha que logra hoy hasta alcanzar los 71 kg por ha para 2030.
    Por último, el cultivo estratégico que definió la compañía es los cereales donde los cultivos mundiales tienen marcadas diferencias regionales porque se puede sembrar hasta en 124 países. Asimismo, la utilización de los cereales en diferentes industrias como el alimento para animales, las bebidas alcohólicas, y la producción de pan y pizza, hace que este cultivo tenga una producción a medida.
    El panorama de volatilidad financiera, concentración de la producción de alimentos y otros factores de inestabilidad como el cambio climático hacen pensar que la genética, la química y la biotecnología, las tres comunidades de negocios de Syngenta, son esenciales en el mercado de negocios del agro.

    Propiedad intelectual

    Desde hace varios años varias compañías de agronegocios debaten sobre la necesidad de reclamar por los derechos de propiedad intelectual de las semillas modificadas genéticamente y que el gran productor vuelve a usar luego de la cosecha sin abonar ningún tipo de canon. Se estima que en la Argentina, por ejemplo, 100% de la siembra de soja se hace con semillas transgénicas mientras que el maíz llega a 75%.
    En el caso de los híbridos, como el maíz, girasol y sorgo, cuando se cosecha y el productor se guarda semillas de esa cosecha para volver a sembrar, el resultado no guarda la calidad originaria y puede hacer muy poco rentable una temporada. Por eso, el mercado de semillas se renueva cada año con la compra de nuevas ofertas.
    Pero en el caso de la polinización abierta en productos como la soja y el trigo, el productor se puede guardar las semillas para una nueva siembra y el resultado que obtiene es prácticamente igual a la cosecha anterior. En este caso el productor puede optar por comprar semillas nuevas o sembrar las que obtiene se propia producción y en el caso argentino, para estos cultivos 80% de los productores no hace compras nuevas.
    La pregunta en definitiva que se hacen las compañías que venden productos modificados genéticamente y que incluyen derechos de patente es: ¿Qué pasa cuando la parte que el productor se guarda de la semilla comprada para una nueva siembra y que está protegida por una ley de patentes?
    “De esta manera el productor, amparado en una ley del siglo 19, tiene el derecho de guardar su propia semilla para su autosubsistencia. Era una legislación pensada para un productor de 10 ó 20 hectáreas que no podía invertir significativamente. Lo que señala Syngenta es que habiendo pools agrarios que siembran 50.000 hectáreas por año no se justifica pensar que es aplicable esa ley en esos caso, pero sí lo es para un productor que necesita subsistir”, explicó a Mercado Antonio Aracre, director general de Latinomérica Sur de la compañía”.
    “Nosotros confiamos en que una nueva Ley de Semillas se adapte a los cambios tecnológicos que se aproximan, y que los nuevos productos van a estar patentados en la Argentina y aún queda por definir si vamos a un esquema de captación de valor como el de Estados Unidos, donde le productor paga por la tecnología que dentro de una bolsa de semillas, o hacia un esquema como el brasileño, donde el uso propio va a seguir existiendo pero no de forma gratuita”.

     

    Por cultivo y no por producto

    La punta de lanza de lo presentado en Minneapolis tiene que ver con un nuevo camino de acciones que impulsa la compañía a escala global y que guarda relación con los cambios económicos. Hoy, la agricultura está en el centro del debate público en todo el mundo frente al desafío de producir alimentos en cantidad y calidad suficientes para una población en crecimiento y, al mismo tiempo, promover una agricultura sustentable mediante la preservación de la biodiversidad y el respeto por el medio ambiente.
    El productor enfrenta un escenario de una complejidad creciente que excede las variables exclusivamente agrícolas. Tomar en cuenta todos los aspectos que engloba el negocio de la agricultura le permitirá a compañías como Syngenta identificar nuevas oportunidades de creación de valor para sus clientes. En este contexto, la compañía anunció en el plano global una nueva estrategia de negocios basada en la combinación de sus fortalezas en las áreas de protección de cultivos y semillas con el objetivo de desarrollar una oferta integrada que permita al productor maximizar su desempeño.
    Los objetivos de la estrategia integrada de cultivos de Syngenta son ofrecer valor a sus clientes mediante la integración de la oferta comercial y tecnológica, innovación en modelos de negocios y asegurar un desempeño superior. Dicho de otra manera, evitar la separación entre las áreas de biotecnología, semillas y agroquímicos.
    “Integrar nuestros dos negocios haciendo foco en las soluciones por cultivo y profundizar nuestra decisión de pensar como un productor nos permitirá aprovechar nuevas oportunidades de negocio y ofrecer más valor a nuestros clientes. Especialmente en los mercados emergentes que ya representan alrededor de 50% de las ventas de Syngenta a escala mundial”, señaló Antonio Aracre director general para Latinoamérica Sur.