Opinión |

Julián Assange
Hay muchos más interrogantes que respuestas. Lo cierto es que el sitio inspirado por el australiano Julian Assange se ha convertido en una obsesiva presencia durante las últimas semanas. Hay docenas de enfoques posibles para analizar este fenómeno. Una verdadera revolución en los modos de informar y recolectar información. Algo que parece un barajar y dar de nuevo para el periodismo en casi todo el mundo, y para la misma actividad periodística a punto de ser reinventada.
El punto de partida, como siempre, ha de ser los contenidos. Sin vacilar, todo lo que se ha publicado hasta ahora es un monumental despliegue de frivolidades, anécdotas y temas menores. Lo que en definitiva no habla muy bien de la diplomacia estadounidense.
Con una visión global, uno de los temas realmente serios es el intenso debate que hay en Washington sobre la conveniencia de iniciar una guerra convencional contra Irán, antes de que logre tener capacidad nuclear. Tras Irak y Afganistán, todavía se insiste en la intervención bélica.
De los documentos referidos a la Argentina, lo trivial es todavía más evidente. Lo único singular es la convicción del observador diplomático que advierte que el izquierdismo de Néstor Kirchner es pour la galerie.
Sin indicios ni sospechas
Una de las perspectivas posibles de análisis es el enfoque tecnológico. Se robaron 250.000 documentos en un proceso que no despertó sospechas, donde no hubo indicios. ¿Dónde están los mecanismos de seguridad informáticos?
Uno, que está acostumbrado por el cine, a ser espiado las 24 horas con sofisticados sistemas de vigilancia y enorme desarrollo de software especializado, no termina de entender lo que ha pasado. Ahora resulta que los espías imbatibles fueron sorprendidos por empleados desleales o hackers cómplices, sin que nadie pudiera detectar el robo a escala gigantesca que había ocurrido.
¡Qué difícil será ahora para los especialistas en seguridad informática convencer a sus clientes de las ventajas de sus productos!
La única inferencia que permite suponer que Washington sospechaba la tormenta que se avecinaba es que apenas dos semanas antes se conoció la designación del general Keith Alexander en un cargo que sueña cualquier diseñador de juegos de computación. Es el primer jefe de USCybercom, la central del Pentágono a cargo de múltiples redes y simulaciones bélicas en un universo de guerras virtuales.
Hay que reconocer que “la gran fuente” en que se ha erigido WikiLeaks es absolutamente confiable: nadie en el Gobierno estadounidense negó la veracidad de lo publicado. Solamente algunos de los personajes mencionados en esos despachos –y no precisamente los más importantes– argumentaron que todo era falso. Pero en todo caso, la falsía sería del Departamento de Estado y no de WikiLeaks.
Una fuente informativa de tal magnitud genera otras preguntas: WikiLeaks, ¿Es o no es un medio? ¿Tiene responsabilidad por lo que publica en su sitio o está obligado a revelar las fuentes?
Desde Washington se refuerza la idea de la persecución judicial, pero no está demasiado claro en qué términos habría un proceso (más allá de la acusación por un delito sexual contra el inspirador del sitio, Julian Assange, en Suecia).
Hay quienes prefieren hacerle el vacío o cortar todo vínculo. Así lo hizo el proveedor de Internet que mantenía los servidores del sitio, y también Pay Pal el sistema de pago electrónico, que recogía donaciones y aportes para WikiLeaks.
¿Por qué cinco publicaciones?
Toda esta inmensa masa de información se canalizó a través de cinco prestigiosos medios internacionales (New York Times en EE.UU., The Guardian en Gran Bretaña, Le Monde en Francia, Der Spiegel en Alemania, y El País en Madrid). Es probable que antes de que se escriba un libro con esta historia (y antes también de la inevitable película que vendrá) se tenga una mejor idea sobre este punto.
¿Fue WikiLeaks quien eligió a estos cinco medios para canalizar la inmensa gama de materiales, o a la inversa, fueron los diarios los que se acercaron al polémico sitio? ¿Por qué a través de esos pocos medios, y no de muchos más que se hubieran sumado con entusiasmo?
En todo caso, este “club de los cinco”, ¿integran una especie de cooperativa? ¿Tienen algo en común? Todos ellos son calificados como progresistas, liberales o de centro izquierda. ¿Tuvo algo que ver la ideología, ya que para muchos observadores el de estos diarios es precisamente el perfil de Julian Assange? ¿Hubo algún desembolso en dinero o algún tipo de acuerdo comercial que todavía no se conoce? ¿O fue simplemente la certeza de que estos medios no claudicarían ante el poder político y seguirían adelante?
En todo caso, parece definido un criterio geográfico y de lenguaje en la elección de los diarios. Uno en español. Uno en francés, uno en alemán, uno en Inglaterra, y el quinto en Estados Unidos,
¿Y los de China y Japón, Brasil, India, qué piensan? Los países emergentes tienen un nuevo protagonismo que no se ha reflejado en este caso.
¿Cómo reaccionarán los demás diarios que por ahora se han visto obligados a repetir lo que dice el grupo de los cinco? Es inédito que cinco diarios diseminados entre Europa y Norteamérica estén listos para editar a todos los diarios del planeta. En todo caso hay sorpresas. Muchos de los grandes diarios mantienen alguna breve mención al fenómeno WikiLeaks, pero desarrollan su propia agenda en otra dirección.
Distinto es el caso en China y algunos países árabes, donde los Gobiernos han bloqueado con éxito el acceso a WikiLeaks y filtran cualquier mención sobre el contenido de los documentos publicados.
Un mundo online
Otro hecho muy interesante a destacar es que el liderazgo periodístico en este caso correspondió a las secciones online de los periódicos, convirtiendo al soporte papel en modesta caja de resonancia. ¿Será entonces la definitiva inserción de algunas marcas mundiales online? Pronto se verá. Por ahora lo cierto es que creció el número de suscriptores Twitter de todos los diarios involucrados en el operativo.
Desde la visión interna de la profesión, surgen otros interrogantes: esto de seleccionar y traducir documentos, aplicando claro está un criterio selectivo, ¿es periodismo o es refrito de alta escuela?
¿Será la definitiva inserción de algunas marcas mundiales online? ¿Esta experiencia, abre camino para algún tipo de suscripción paga online?
Para el periodista, cuyo rol tradicional también está sometido a dura prueba, es una experiencia inédita decidir cuál habrá de ser (qué documento se difundirá) la “primicia” del domingo próximo.
Finalmente, ¿cuánto tiempo durará la novedad de divulgar nuevos documentos, semanas o meses? O tal vez WikiLeaks entrará en el recuerdo antes de que termine el verano por estas latitudes.
Para muchos, éste es el síntoma más elocuente de la decadencia de EE.UU. como megapotencia. Para los optimistas, la conveniencia de la verdad y de la prudencia pueden ser, al final, los ganadores de este proceso, con todas sus consecuencias sobre el escenario internacional.
La saga de Bridas y los Bulgheroni

Carlos Bulgheroni
Parece ser un mecanismo perverso de la psicología colectiva o del pensamiento mayoritario entre nosotros. Cuando una firma extranjera (no importa si europea, estadounidense, mexicana o brasileña) adquiere una empresa argentina, “se está desnacionalizando la economía local”. Si al revés, es una empresa argentina la que compra un activo en el exterior, “cómo explican qué prefieran invertir fuera del país”.
No hay manera de ganar. Eso sin mencionar toda la retórica sobre la falta de “un empresariado nacional” (afortunadamente cada vez se habla menos de burguesía nacional, otro clásico anacrónico). Es que el adjetivo “nacional” es equívoco. “Nacionales” deben ser los efectos de la acción empresarial. El DNI no importa. Lo que hace falta es nacionalismo de resultados.
Afortunadamente, desde hace algunos años, nos hemos reconciliado con la idea de las multilatinas. Están presentes en toda la región, y a veces a escala mundial, son líderes en sus países y compiten exitosamente con otras corporaciones transnacionales. Fue un proceso que comenzó tímidamente durante la década pasada y que cobró ritmo a principios de este decenio, después de 2001. Así se vió a Techint y a Arcor jugar la carta exitosa en los mercados regionales, mientras que las brasileñas Petrobras, Brama, y las mexicanas Bimbo y Claro hacían lo propio dentro de nuestras fronteras. Si las multilatinas surgieron en gran medida como respuesta a la presencia de las multinacionales extranjeras, se vieron fortalecidas gracias a su parcial éxodo y desinversión.
Pero hay un caso distinto, que no encaja en este modelo. Justo al terminar noviembre se anunció que Pan American Energy, la segunda productora de petróleo y gas natural de la Argentina, pasaba a ser 100% controlada por Bridas. La vieja empresa de los Bulgheroni tenía 40% de las acciones. El restante 60% era de British Petroleum que vendió su parte en US$ 7.059 millones. Nunca una empresa de origen argentino había desembolsado un monto de esta magnitud.
Naturalmente no faltó quien acotó: “son los dólares de los chinos”. En efecto, Bridas es mitad de la familia Bulgheroni, mientras que la otra mitad está en manos de CNOOC International Limited (CNOOC IL), una petrolera estatal china.
Dejar afuera a la británica BP (herida de muerte con lo del Golfo de México) y tener una relación privilegiada con una empresa de la segunda –por el momento– economía del planeta merece tan pobre comentario que traduce una grave falla de visión y una ignorancia supina del cuadro geoestratégico.
¡Pobre familia Bulgheroni! Pobre Carlos Bulgheroni que fue capaz de armar y gerenciar la única empresa realmente multinacional de origen argentino y en un negocio tan estratégico y complejo como el petrolero. Desde 1991 se concentró en crecer en el exterior. Desde esa fecha, equipos de la empresa operaban en Siberia y luego en lo que ahora es Kazajstan. Compitió y desplazó –y a su vez, alguna vez fue desplazado– por petroleras estadounidenses, negoció a veces con los gobernantes de Pakistán, con los talibanes de Afganistán, y siempre con el Presidente kazajstano Nursultan Nazarbayev.
¿Cuál es la orientación estratégica de Bridas? Desprendida ya hace 20 años de toda actividad que no sea la petrolera, el grupo se concentra en lo que sabe: petróleo y gas. En cuanto a la vinculación con socios externos, en Bridas se jactan de tener experiencia en consorcios internacionales mucho antes de que algunos de los grandes grupos locales tuvieran socios foráneos.
Pero ya se sabe, nadie es profeta en su tierra.

