Lula entra en la leyenda y Brasil es “el país de hoy”

    Opinión |

    Quien aparenta haber ingresado en un glorioso retiro es el mismo personaje a quien Barack Obama calificó como “el político más popular del planeta”. Después de ocho años en la presidencia de Brasil, Lula (Luiz Inácio) da Silva comienza a convertirse en leyenda mecida por el arrullo de 80% de popularidad entre sus conciudadanos.
    La historia y la circunstancia personal de aquel niño lustrabotas y joven obrero metalúrgico, convergió con la propia historia de su país y va camino a convertirse en mito y en un vigoroso símbolo de la radical transformación de Brasil.
    Después de dos mandatos exitosos, donde Brasil creció significativamente y adquirió relevancia internacional, Lula optó por no reclamar un tercer período –que seguramente hubiera logrado– aunque de algún modo eligió a quien le sucederá, Dilma Rousseff, la triunfadora en la primera ronda de las elecciones presidenciales del pasado 3 de octubre.
    Detrás deja un país con reservas internacionales por US$ 250.000 millones, con lo que parecen inmensas reservas petroleras recién descubiertas, con empresas de talla internacional, con descenso de la pobreza (aunque es mucho lo que resta por hacer en este campo), y con un crecimiento económico sostenido (sin hablar de lo que representa ser el anfitrión de los próximos Juegos Olímpicos y del Mundial de Fútbol).
    Brasil es la B del Bric (el grupo de grandes países emergentes), y Lula ha sido explícito al destacar que el rol del grupo debía ser fundar un nuevo orden internacional (el país aspira a un sitial permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas). Una declaración que en boca de cualquier otro mandatario de la región hubiera sonado a retórica, pero que en este caso fue percibida como acorde con el nuevo escenario global.
    Apenas unas semanas antes de las elecciones, la emisión de acciones de Petrobras logró colocar títulos por US$ 67.000 millones, lo que le bastó para quedar segunda mundial en capitalización, tras la estadounidense Exxon. De paso, la bolsa paulista es ahora segunda en el planeta luego de Hong Kong.
    Esta colocación eleva 14,7%, a US$ 220.000 millones, el valor en mercado de Petrobras, una compañía estatal de capital abierto. Se estiman reservas petroleras por 50.000 millones de barriles de crudo (8.000 millones de metros cúbicos). Se sabe, claro, que esos hidrocarburos serán especialmente difíciles de extraer. Pero el premio es gigantesco y transformará a Brasil en quinto o sexto productor mundial. 

    El país del futuro
    Hace casi 70 años, el novelista Stefan Zweig dijo que Brasil era “el país de mañana”. Siempre pleno de oportunidades que nunca cristalizaban. Tal vez este sea el momento en que se concreten las potencialidades brasileñas y entremos en la era del “país de hoy”.
    Durante toda la década pasada, la economía creció como promedio en 3,5% anual, de hecho el doble que el registro de la década precedente. Otros US$ 50 millones en inversión foránea se aguardan antes de que termine el año.
    Un juego cruzado de alianzas define en Brasil una política internacional no centrada exclusivamente en el grupo de los 20 ni en los otros tres grandes emergentes (China, Rusia e India). Pero Latinoamérica es esencial como hilo conductor.
    El desastre de British Petroleum en el litoral estadounidense favorece los planes brasileños en la región. Éstos incluyen actividades en la cuenca norte de Cuba –entre la isla, Florida y Bahamas–, junto con la firma estatal noruega Hydro. Tan complicado ajedrez tiene un estímulo sistémico: en el primer semestre, el gigante creció más de lo supuesto y registra 9% de aumento anual en el producto bruto interno. Vale decir, durante los 12 meses entre julio de 2009 y junio último. Nunca había ocurrido.
    El ritmo del PBI brasileño, pues, sólo queda todavía superado por China, que pasó 10% anual en 2006, 2007 y 2008. Como ocurre con otras economías emergentes –India, Rusia, la Argentina, Sudáfrica–, las claves del auge brasileño residen en la demanda interna, que estimula la producción industrial y la inversión externa directa.
    Internacionalmente, Brasil mejora su posición en el cuarteto emergente líder. Este conjunto más algunos otros integrantes del grupo de los 20 son quienes están impulsando –pese a los problemas europeos– a la economía occidental fuera de la crisis sistémica iniciada con el colapso hipotecario estadounidense de 2006/7.
    Con todas sus deficiencias y problemas pendientes, Brasil es hoy más próspero y socialmente coherente que nunca antes. Para alcanzar el próximo nivel como potencia global tendrá que enfrentar una etapa más complicada en su perfomance económica y asegurar mejoras importantes en servicios públicos, en educación y en salud.
    Al igual que la Argentina, Brasil ha sido beneficiario del boom en productos básicos, pero lo ha aprovechado de manera muy distante para fortalecer su papel en la economía internacional.
    En todos los países vecinos, entusiasmo, elogios y envidia por partes iguales.