Fraude y soborno “verde”

    COLOFÓN |

    Pero esa intensa actividad en pos de reducir emisiones ha encontrado una consecuencia no prevista.
    La proliferación de intentos –muchos exitosos– de fraudes, sobornos y falsificaciones, especialmente en toda Europa occidental y en Estados Unidos.
    Con los sistemas denominados “cap and trade”, se pone un techo a las emisiones de dióxido de carbono que pueden emitir las empresas. A las corporaciones que exceden su cuota se les permite comprar certificados de otras que emiten menos –dando así a las contaminantes un incentivo financiero para reducir su producción instalando tecnologías verdes y otros métodos. Pero si el sistema de techos se maneja mal, termina siendo mucho ruido y pocas nueces –dando lugar a posibles estafas– y muy poco beneficio ambiental.
    A principios del año pasado, un grupo de pícaros aprovechó la poca seguridad de Internet y el floreciente sistema europeo de comercialización de carbono para robar US$ 4 millones. Los bribones, haciéndose pasar por reguladores, instalaron un falso sitio que pasaba por oficial y lo usaron para obtener información sobre cuentas de comercialización de carbono de empresas e intermediarios que pensaban estaban cumpliendo con requerimientos del Gobierno. El plan obligó a la German Emissions Trading Authority a suspender la actividad, pero no hasta que unos 250.000 permisos hubiesen sido robados (cada uno de ellos permite la emisión de una tonelada de dióxido de carbono).
    Esta es una variante de la clásica estafa en Internet denominada “phishing” (es un método de estafa por e-mail en el cual el tránsfuga envía un e-mail con apariencia totalmente legítima en un intento de reunir información personal y financiera de quien lo recibe).
    Tampoco éste es un incidente aislado. El 3 de junio del año pasado la policía de Londres arrestó a Mike Foster, director de Carbon Harvesting Corp., acusándolo de tener conexión con un supuesto plan para sobornar funcionarios en el país africano de Liberia. Aparentemente Foster estaba listo para pagar US$ 2,5 millones para “alquilar” una quinta parte de los bosques de Liberia para luego beneficiarse con la venta de créditos que podría obtener de los árboles que absorben carbono.
    Ninguna de estas trampas es novedosa, pero los mercados del dióxido de carbono ofrecen a los rufianes un territorio inexplorado. Según Europol, la agencia encargada de asegurar el cumplimiento de las leyes en la zona, antes de las fuertes medidas implementadas el año pasado, el fraude impositivo asociado con el comercio de carbono costó US$ 6.500 millones en 18 meses, y en algunos países hasta 90% del volumen total comercializado fue producto de actividades fraudulentas. Los planes impositivos implican comprar créditos de carbono sin pagar impuestos al valor agregado en Europa (IVA), que son parecidos a los impuestos a las ventas, para luego venderlos a un tercero pero con el IVA. Los responsables desaparecen después de cobrar sin hacer la compensación a los Gobiernos correspondientes. Las estafas con el IVA con muy comunes, pero las autoridades dicen que los permisos de carbono son un objetivo tentador porque no hay embarque de bienes reales.

    Fraude en Estados Unidos
    Como el comercio de bonos sobre emisiones de carbono se inició en Europa en 2005, los servicios que se basan en la quema de carbón han recibido ganancias inesperadas con el sistema: además los precios de los créditos nunca fueron lo suficientemente altos durante el tiempo necesario para obligar a empresas y servicios públicos a reemplazar energía convencional con cantidades suficientes de energía renovable y otras fuentes limpias,” según escribió un blogger en el sitio del New York Times.
    Estados Unidos no tiene comercio nacional de carbono, pero tiene esfuerzos regionales que han sido víctima de grandes estafas. En 2005, una emprendedora llamada Anne Masters Sholtz se confesó culpable de cometer en California una estafa con el intercambio de smog y fue sentenciada en 2008 a un año de detención domiciliaria y prohibición de comerciar. Los cargos están relacionados con una transacción multimillonaria en la que supuestamente Sholtz no solamente falsificaba documentos de venta y facturas sino también intercambios de e-mail con un ejecutivo de una petrolera.