La responsabilidad del periodismo en la falta de propuestas políticas

    COLOFÓN |

    Entre el 4 y el 5 de junio se realizó en Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, el Congreso Nacional de CRA 2009.
    No fue una reunión de ruralistas que tratan temas de su sector.
    En plena campaña electoral, y cuando los candidatos no plantean ideas (ni el periodismo se las demanda), CRA decidió abordar temas de fondo: cómo “generar sociedades fértiles” mirando hacia el “tercer centenario”. Todo bajo una fórmula convertida en lema: “Democracia + República + Federalismo”.
    Curiosamente, el congreso no tuvo ninguna repercusión. Y si algo trascendió, fue lo menos importante.
    La apertura estuvo a cargo del rabino Sergio Bergman, de la Congregación Israelita de la República Argentina, quien se refirió al “compromiso cívico-ciudadano” y procuró mostrar que la ciudadanía –al tiempo que otorga derechos– impone deberes.
    Luego, la antropóloga filosófica Josefina Semillán Dartiguelongue se ocupó de “las actitudes personales para construir institucionalidad y continuidad”, poniendo el acento en las conductas individuales y no –como suele hacerse– en la superestructura política.
    El tema fue debatido por un panel de destacados empresarios: Víctor Jorge Navajas, del Establecimiento Las Marías; el ingeniero agrónomo (y destacado genetista) Rodolfo Rossi, presidente de ACSOJA; y Javier González Fraga, asesor económico, productor y ex presidente del Banco Central.
    La construcción de la institucionalidad fue discutida luego en un taller que moderó el periodista Víctor Hugo Morales.
    El sábado hubo una mesa política, a la cual concurrieron Felipe Solá y Rubén Giustiniani.
    La Mesa de Enlace –que reúne a los titulares de las cuatro grandes entidades rurales del país– hizo una exposición colectiva sobre el presente y el futuro de la producción agropecuaria. Dirigió esta mesa el periodista Nelson Castro.
    En el cierre, el orador fue Rodolfo Terragno, quien presentó las bases de un plan 10/16 de desarrollo económico y social.
    La exposición de Terragno, que fue seguida con atención por Mario Llambías, el resto de la dirigencia rural y los intelectuales congregados en Venado Tuerto, comenzó de este modo:
    “Si queríamos convertir el Bicentenario en una oportunidad para relanzar a la Argentina, debimos haber empezado hace años. Hoy faltan apenas 353 días para llegar al 200° aniversario de la Revolución de Mayo. A esta altura, lo único que se puede hacer es preparar actos protocolares y ediciones especiales de los diarios.
    El Bicentenario nos sorprenderá faltos de un proyecto nacional. La Argentina necesita, desesperadamente, un plan de largo plazo, que además de fijar metas y establecer un orden de prioridades, defina cómo se implementarán las medidas propuestas.
    El preámbulo de la Constitución fue movilizador al salir de la dictadura. Pero no es un proyecto nacional. Es una manifestación de buenas intenciones.
    Ahora, debemos organizar un debate en todo el país sobre un plan que podría llamarse Plan 10/16, que vaya desde el Bicentenario de Mayo hasta el Bicentenario de la Independencia.
    Dos siglos más tarde, la Argentina debería dedicar seis años a perfeccionar sus instituciones, transformar su estructura productiva, alcanzar una educación de primer nivel, irrumpir en el mercado mundial con productos de alto contenido tecnológico y, al mismo tiempo, librar una decisiva batalla contra la desigualdad, social y territorial.
    La respuesta que tuvo en el congreso mismo parecía alentar esa esperanza. No obstante, el periodismo no se ocupó del rabino Bergman, ni de la antropóloga Dartiguelongue, ni de los deberes ciudadanos ni del Plan 10/16.
    Entre el sponsors estaban La Nación, Clarín, Radio Mitre, La Capital y otros medios. Los enviados especiales y movileros se preocuparon de averiguar los motivos del enojo de Carlos Reutemann –que a último momento canceló su participación– y se desvivieron por saber si había roces dentro de la Mesa de Enlace o si ya se habían resuelto unas supuestas diferencias. Persiguieron a los participantes, además, pidiéndoles pronósticos electorales y tratando de forzarlos a opinar sobre algunos insultos proferidos por candidatos o dirigentes rurales.
    Cuando un periodista dijo que “esta es una campaña sin ideas”, Terragno respondió: “Estoy de acuerdo, y me apabulla la mediocridad de casi todos los candidatos; pero me pregunto cuánto ha contribuido el periodismo a esto. Sería muy interesante realizar un trabajo semiológico, reuniendo, clasificando e interpretando todas las preguntas que los periodistas han hecho a los candidatos durante las campañas. No una antología de respuestas; una antología de preguntas, de la cual habría que sacar conclusiones. El debate, en gran medida, está dirigido por quienes indagan y demandan”.