Foco

    Una iniciativa exitosa
    Lo bueno del formato pequeño


    El furor por los maxicentros de compras parece estar cediendo un poco de terreno
    al formato chico, en mejores condiciones de atender las necesidades de los sectores
    de menor poder adquisitivo.
    J.B. Beaumont, operador de una cadena británica de comercios de artículos
    de primera necesidad detectó una oportunidad cuando bajaron sus ventas.
    En la región se había operado un cambio demográfico notable:
    familias cada vez más reducidas y muchos hogares unipersonales. Todo
    eso, pensó Beaumont, creaba un valioso segmento al cual proponerle una
    serie de productos ideales para esos grupos.
    Comenzó a ofrecer entonces comidas para llevar para terminarse en casa
    con mínimo esfuerzo, bebidas frías para consumo inmediato, condimentos
    en envases chicos, aspirinas sueltas y otros elementos de primera necesidad,
    todo en envase chico. En suma, se colocó a mitad de camino entre los
    puestos que venden pescado frito y no mucho más, y un supermercado que
    puede cubrir todas las necesidades de los compradores pero también les
    consume tiempo. El nuevo formato anduvo tan bien que atrajo la atención
    del gigante Sainsbury, que lo compró en noviembre de 2004.

    Una investigación reveladora
    Los consumidores de mañana

    Se trata de la encuesta entre universitarios de 18 y 24 años que realiza
    anualmente Anderson Analytics –va por su tercera versión–
    sobre la próxima generación de líderes y consumidores.
    Lo primero que se advierte: muchas diferencias entre los sexos.
    Mientras Facebook figuró entre los sitios más populares entre
    este grupo demográfico, las redes sociales son doblemente populares entre
    las mujeres que entre los varones. MySpace, que el año pasado fue Nº
    1, salió Nº 2 este año entre las mujeres pero cayó
    fuera de los primeros cinco entre los varones. Eso significa que los marketineros
    que usan sitios de redes sociales para dirigirse a los jóvenes están
    llegando más a las mujeres que a los varones.
    Como grupo universitario, es uno de los más pequeños –demográficamente
    hablando en EE.UU., según el censo de este año frente a 80 millones
    de “baby boomers”– pero es uno de los más
    influyentes. Y el que admira más a los anunciantes.
    Algunas de las conclusiones: adoran Apple, compran en Target, usan Facebook
    en Internet y no se deciden si amar u odiar a los hombres de las cavernas Geico.
    Desearían ser mejores en deportes, ver más televisión que
    navegar la Web y ver muchos videos en YouTube, pero por lo general
    no los crean.

    Una teoría cautivante
    La estrategia de océano azul

    El libro Blue Ocean Strategy: How to Create Uncontested Market Space and
    Make Competition Irrelevant
    ha tenido gran recepción en el mundo
    entero. Escrito por dos profesores de Insead, W. Chan Kim y Renée Mauborgne,
    ha sido traducido a 39 idiomas y vendió más de un millón
    de ejemplares en su primer año de publicación, batiendo todos
    los récords de Harvard Publishing en cuanto a velocidad de venta.
    En la visión tradicional de estrategia se presume que la estructura es
    fija: el ambiente y condiciones ya están determinados y no se pueden
    cambiar mediante los esfuerzos de una compañía. En términos
    académicos esto se conoce como visión estructuralista o determinismo
    ambiental. La estrategia, por tanto, se convierte en una cuestión de
    aventajar a los demás para ganar una mayor tajada del limitado pastel
    económico.
    Según ambos autores, los mercados se componen de océanos rojos
    y azules. El océano rojo representa el espacio del mercado conocido donde
    todas las industrias existen actualmente. En ese espacio las fronteras están
    definidas y aceptadas y las empresas tratan de ganarse unas a otras. Por eso,
    a medida que el espacio del mercado se congestiona, disminuyen las posibilidades
    de crecer y obtener ganancias.

    La droga que atenúa el hambre
    Una planta que vale US$ 10.000 millones

    Se llama hudia, contiene un principio que atenúa el hambre –mucho
    más que la yerba mate– y permite sobrevivir en el desierto. La
    usan desde siempre los bosquimanos, pero ha sido objeto de explotación
    comercial por Pfizer y Unilever.
    Existen trece variantes y la más activa es la hudia gordoni.
    Su principio anorexante se llama P57. Fue aislado en laboratorio hace treinta
    años y cedido a la británica Phytopharma. Pero la patente recién
    se registrará en 1986 ante el consejo sudafricano de investigaciones
    científicas (Csir, descubridor del P57). Phytopharma la vendió
    en apenas US$ 21 millones a la farmoquímica estadounidense Pfizer.
    Hoy el específico pertenece al holandés Univeler. Pero la etnia
    bosquimana ha venido reivindicándolo desde 1999. Ahora bien ¿por
    qué tres firmas occidentales se han interesado sucesivamente en la hudia
    gordoni
    ? Simple: la droga sintetizada derivada se emplea cada día
    más en dietas y el valor de la patente en mercado alcanza ya a US$ 10.000
    millones.

    Cocina italiana
    “Es tradición, no gastroquímica”

    “Rey de los cocineros italianos” de Nueva York, lo llaman a Mario
    Batali. A su juicio, “el verdadero juez es el cliente, no autoproclamados
    expertos que confeccionan listas para supuestos entendidos”.
    Orillando los cincuenta y estadounidense (Seattle) de origen italiano, Batali
    acumula una larga serie de premios internacionales, pero no cree en quienes
    los otorgan. “La cocina italiana jamás debe apartarse de las tradiciones.
    Tiene raíces tan fuertes y diversas que puede resistir las veleidades
    de presuntos entendidos”, afirma desde “Dal posto”.
    De acuerdo con el profesional, que se ríe de las modestas dos estrellas
    asignadas por la guía Michelin (“ese reducto de pedantes”),
    hoy “existen dos escuelas en el mundo, Italia inclusive. Una se atiene
    a las tradiciones regionales, legadas de padres a hijos. La otra es sólo
    química gastronómica, donde el chef se cree artista”.

    Contra una empresa eléctrica
    Una ejemplar sanción ambiental

    La multa fue de apenas US$ 15 millones. Pero la clave es un acuerdo –impuesto
    por Washington– entre la agencia federal de protección ambiental
    (AFPA) y American Electric Power. La firma deberá destinar US$ 4.600
    millones para reducir emisiones tóxicas.
    La decisión liquida un pleito iniciado contra la compañía
    eléctrica por organismos no gubernamentales, el departamento de justicia
    y la AFPA. El grupo AEP opera centrales térmicas en once estados y cubre
    cinco millones de hogares. Se lo señala como una de las principales fuentes
    de “lluvia ácida” en el noreste de Estados Unidos.
    El acuerdo restringe hasta 60% las emisiones de óxido de nitrógeno
    y 79% las de dióxido de sulfuro en la dieciséis plantas de AEP.
    Esto implica eliminar por años unas 815.000 toneladas métricas
    de contaminantes atmosféricos y ahorrará a los pobladores del
    área unos US$ 30.000 millones anuales en gasto médicos.