La vanguardia en oficinas corporativas

    Por Valeria Melon

    Los nuevos elementos del lujo corporativo nada parecen tener que ver con el viejo modelo de los años 80. Hoy no se busca que el emplazamiento del edificio esté en una costosa zona céntrica, sino que permita visuales abiertas, relajantes e inspiradoras.
    “En el plano corporativo, incluso en la alta gerencia, es difícil hablar de lujo como era concebido en décadas anteriores” –advierte el arquitecto Emilio Rivoira, socio fundador del Estudio Hampton-Rivoira, que proyectó, entre otros grandes edificios corporativos de Buenos Aires, el de Microsoft, en la zona de Puerto Madero.
    “El diseño de oficinas corporativas dentro de la globalización tiene nuevos desafíos que deben acompañar fuertes cambios, sobre todo en la filosofía del trabajo”. Según explica, la tecnología inteligente y el desarrollo de nuevos materiales constructivos acompañan este proceso, pero no son el centro del problema. “La demanda actualmente está ligada a la eficacia del trabajo colectivo”.
    Alejandro Katkownik, gerente de producto de la firma de diseño de equipamiento Buró, coincide en este tema. “Hoy el lujo es un valor asociable a la ostentación y el elitismo. En la actualidad, no son valores prioritarios (por parte de los empresarios) al momento de elegir un equipamiento. De hecho es común que las empresas decidan distinguir las jerarquías utilizando un mismo producto sistémico, personalizándolo con las dimensiones, materiales o accesorios utilizados”.
    Una obra muy reciente es la completa renovación de las oficinas del British Council, en el emblemático edificio de la calle Marcelo T. De Alvear. Mauro Bernardini, director del joven y vanguardista estudio de arquitectura Plan, está a cargo del nuevo proyecto: “Si bien no tocamos la fachada ni la estructura del edificio modernista, el interior se transformó completamente. Desde la arquitectura se planteó una planta de libre circulación. Establecimos nuevas reglas para la geometría para enfatizar esta libertad. El sistema geométrico no es rítmico sino que responde al natural desplazamiento humano. Estos elementos de alguna manera, desdibujan e indeterminan las jerarquías dentro del espacio”.


    BankBoston. Estudio Hampton-Rivoira.

    Nuevas tendencias
    En el marco de la tendencia actual, la alta gerencia no ostenta oficinas de grandes dimensiones sino que comparte el espacio físico y visual con el resto del equipo de trabajo. “La planta arquitectónica abierta de los años 70 revolucionó la forma de pensar la arquitectura corporativa –señala el arquitecto Rivoira–. Hoy el CEO de Unilever por ejemplo, no tiene puertas en su oficina. Esto se compensa con múltiples espacios de reunión, equipados de manera de propiciar un ambiente relajado para el trabajo en equipo”.
    En lo que respecta al equipamiento, esta tendencia se ve reflejada en el paulatino intercambio de escritorios y mesas colectivas de reunión por sofás y mesas bajas, sobre todo en el área gerencial.
    “En un despacho para altos directivos, o un área de reunión, se juegan una serie de valores y símbolos que difieren del lenguaje que posee un típico puesto de trabajo operativo –afirma Katkownik de Buró–. El inicio de una negociación o conversación entre dos usuarios (uno anfitrión y otro huésped), supone una serie de ceremonias que permite abordar tangencialmente el objetivo. Es necesario apelar a un entorno que lo soporte y a la creación de una atmósfera acorde. Si bien el foco, como elemento principal, suele darse a través de un escritorio, es necesario contar con otro tipo de elementos que permitan interactuar de una mejor manera, que permitan hacer más humanas y horizontales las relaciones entre partes; sillones, incluso pufs y objetos lúdicos que logren afectar positivamente las percepciones. Elementos que disparen libremente asociaciones y conversaciones y que generen algún efecto emocional”.
    La cafetería de la empresa ya no es un lugar oscuro donde saciar el hambre o la sed a las apuradas, sino otro ambiente propicio para una importante reunión de trabajo. Por eso hoy están ubicadas en lugares estratégicos del edificio como el último piso, donde reciben abundante luz natural, equipadas con mobiliario de diseño contemporáneo y confortable.


    Sony City en Tokio.

    El desafío sustentable
    Tanto Rivoira como Bernardini coinciden en señalar la arquitectura sustentable como uno de los avances más interesantes de la última década, destacando al inglés Norman Foster como el gran precursor. “Hoy existe la posibilidad de generar terrazas verdes que tienen un alto impacto positivo en el plano urbanístico” –explica Rivoira. Se trata de mantos de pasto que no superan los 5 cm de espesor que no sólo proveen a la ciudad de un nuevo espacio verde, sino que retarda el drenaje de agua hacia las bocas pluviales en caso de lluvia intensa, previniendo la inundación de la zona.
    La arquitectura sustentable no sólo depende de la última tecnología. Si bien las fachadas vidriadas de triple capa, las luminarias de bajo consumo y los nuevos equipos de aire acondicionado están preparados para ahorrar energía y bajar el impacto ambiental de los grandes edificios corporativos, es importante reparar también –como señala Rivoira– en el origen industrial de los materiales que se utilizan.
    La experiencia de Mauro Bernardini y su socia Cecilia Timossi en el nuevo edificio del British Council fue intensa en este sentido. Desde la recuperación de materiales, se utilizaron folletos descartados en el revestimiento de algunas paredes y se estudió todo el equipamiento que pudiera ser reutilizado. Con respecto al control de procedimientos sustentables, recurrieron a empresas proveedoras que contaran con certificados de producción y traslado sustentables.
    A la vez se contrató a un equipo de asesores de la Universidad de Buenos Aires, que controló y descartó los posibles residuos tóxicos que hubieran quedado en las oficinas.
    “Estamos frente a un cambio cultural que muchas empresas están emprendiendo y el desafío nuestro es ayudar a resolverlo con propuestas arquitectónicas que no impliquen inversiones iniciales enormes, porque la sustentabilidad es una ecuación de amortización lenta”, advierte Rivoira.
    V.M.