El futuro de Lavagna

    Por Daniel Alciro



    R
    oberto Lavagna es un hombre consagrado a la función pública. Ha cumplido tareas con los gobiernos más diversos:

    • Con Juan Domingo Perón: Director General de Política de Ingresos y Precios (1973-1974).
    • Con Isabel Martínez de Perón: Director General de Política de Ingresos y Precios (1974-1976).
    • Con Raúl Alfonsín: Secretario de Industria y Comercio Exterior (1986).
    • Con Fernando de la Rúa (1999-2002): estuvo a punto de ser Ministro de Relaciones Exteriores y fue designado, por último, Embajador ante la Unión Europea y los Organismos Económicos Internacionales.
    • Con Eduardo Duhalde: Ministro de Economía (2002-2003).
    • Con Néstor Kirchner (2003- ).

    Cuando alguien sugiere que esto muestra la volatilidad o las ambiciones del ministro, sus amigos argumentan: No colaboró con ninguna dictadura ni con el menemismo.
    Es cierto. Fuera por principios o por falta de ocasión, Lavagna no se arrimó al Proceso ni se sumó a la euforia de los ´90. En esos años, se dedicó a los negocios.

    Cómo hacer dinero

    Sus actividades comerciales se iniciaron en 1975, cuando fundó Ecolatina. La consultora cuyo titular es Alberto Pazestá, de hecho, bajo la conducción de un hijo del ministro: Marco Lavagna.
    Las funciones de Ecolatina varían según el idioma. Su website, en efecto, tiene dos versiones: una en español y otra en inglés:
    En español dice: Nuestra misión es ayudar a las empresas a realizar mejores negocios, en forma más eficiente. Contamos, para ello, con una amplia gama de servicios que van desde la elaboración de proyectos de inversión y la promoción de negocios, hasta el análisis macroeconómico.
    En inglés, en cambio, dice: Ofrecemos una amplia gama de servicios que abastece a compañías que operan en el Sector Privado, y buscan asistencia integral para reestructurar sus planes, y para aquellas que desean asegurar su desarrollo dentro del Sector Público.
    No es posible discriminar qué servicios ha provisto la consultora a sus principales clientes: Repsol YPF, Petrobras Energía, Siderca, Aceitera General Deheza, Siderar, Molinos Río de la Plata y Nidera. Son compañías ubicadas entre las 25 que más venden en la Argentina (Las 1.000 de Mercado, 2005).
    En todo caso, Roberto Lavagna está dedicado, desde 2002, al mayor cargo público que ha conseguido en 30 años; y algunos sospechan que aspira a uno todavía más alto.

    El caso Monsanto

    Sólo una vez Lavagna fue acusado de mezclar lo público con lo privado. Fue a raíz de una decisión tomada el 26 de enero de este año.
    El ministro autorizó ese día el uso del maíz RR, un transgénico creado por la empresa norteamericana Monsanto, que había sido cliente de Ecolatina.
    La combativa organización internacional Greenpeace empeñada en una guerra santa contra la biotecnología otorgó a Lavagna el título de empleado del mes de Monsanto.
    Once días después, el gobierno tomó una medida en perjuicio de Monsanto. Desestimó la denuncia de dumping que esa empresa había hecho contra China, por la introducción al país de glifosato subsidiado. Sin embargo, la resolución no fue tomada por Lavagna sino por el ministro del Interior, Aníbal Fernández. El titular de Economía se había excusado porque su consultora había defendido a Monsanto en esa misma causa: un hecho que lo eximió de ser calificado, también en febrero, el empleado del mes. Con todo, su excusación vino a confirmar que Greenpeace tan afecta a las acusaciones livianas había tenido algún fundamento al vincularlo, en enero, con la transnacional.

    Piloto de tormentas

    Eduardo Duhalde le dio la gran oportunidad, y Lavagna supo aprovecharla muy bien.
    Cuando se hizo cargo de Economía, todo el mundo apostaba a un dólar de 8 pesos, los ahorristas querían incendiar los bancos, se sucedían las manifestaciones de protesta y la gente gritaba ¡Que se vayan todos!
    Su antecesor, Jorge Remes Lenicov, había caído en una clásica y fatal devaluación: fijó el precio del dólar oficial, por decreto, en 1,40; a los pocos días, el extraoficial ya se había disparado. Por otra parte, ideó (junto con algunos economistas radicales) la fatal pesificación asimétrica, que dejó descontentos a acreedores y deudores.
    Lavagna no podía desandar lo recorrido. Él comprendió que su tarea era administrar la crisis.
    Nadie podría haberlo hecho mejor. Hasta sus adversarios reconocen hoy que el ministro es un excelente piloto de tormentas:

    • Asumió sin hacer promesas.
    • No presentó ningún paquete de medidas.
    • Mantuvo un perfil tan bajo que las iras populares dejaron de dirigirse como era tradicionalal Palacio de Hacienda. La gente manifestaba frente al Congreso, ante el Ministerio de Trabajo o en cualquier otro lado, menos en Economía.
    • Se fijó como meta una paridad que, al mismo tiempo, asegurase la competitividad y evitara una inflación galopante: 1 = 3.
    • Mantuvo esa paridad mediante mecanismos de mercado: que el Estado compre dólares para evitar la caída no es signo de estatismo; no hay cotización oficial y, al comprar o vender, el Estado actúa como un particular más.
    • Aseguró, de ese modo, el aumento de las exportaciones y la disminución de las exportaciones. La consecuencia fue, además de una balanza comercial favorable, la reactivación de la economía. Luego de cuatro años de recesión, el PIB comenzó a crecer y, con él, aumentó el empleo.
    • Logró pasar del déficit al superávit fiscal. Es cierto que en esto juega un papel importante una de sus medidas más cuestionables: las retenciones. La super-renta derivada de la devaluación (y de los precios internacionales de la soja y el petróleo) debería captarlas el Estado mediante el impuesto a la renta o un windfall tax. Las retenciones son como casillas de peaje, instaladas en los puertos, que castigan el hecho de exportar, con independencia de la rentabilidad. La diferencia de alícuotas no alcanza a superar los efectos distorsivos de esta práctica fiscal. Las retenciones restan competitividad a los sectores que operan con menos márgenes; y a los nuevos exportadores, que estarían en condiciones de entrar en nichos del mercado internacional si en vez de castigarlosse los estimulara.
    • Por encima de su solvencia técnica, demostró su habilidad política. No es fácil manejarse con dos presidentes tan distintos como Duhalde y Kirchner, lidiar con sus entornos, sortear desconfianzas y evitar zancadillas. Por lo mismo que es el más exitoso de los ministros de Kirchner, Lavagna es mirado con recelo hasta por el propio Presidente. En los pasillos de poder se dice que es el candidato de Duhalde para el 2007. También se dice aunque esto sea, quizás, un rumor destinado a perjudicarloque contaría con el apoyo de Alfonsín. El círculo áulico se prepara para neutralizar, en su caso, al ministro: si el se decidiera a disputar la primera magistratura, se trataría de mostrar un duelo entre una fuerza transformadora, representada por Kirchner (algunos aventuran que en 2007 la candidata podría ser su esposa, Cristina) y la vieja política, reavivada por el pacto Duhalde-Alfonsín. Los recientes elogios de Hilda Duhalde y el ex presidente no han favorecido al ministro.
    Bibliografía


    Para conocer el pensamiento de Lavagna, no hay demasiadas fuentes en las cuales abrevar. Sin embargo, sus escasas obras permiten comprobar su compromiso con el capitalismo competitivo y su visión de MERCOSUR como una alianza estratégica.
    En apariencia, esos libros definen su posición frente a la economía, pero no su definición político-filosófica. Claro que en uno de esos libros de Lavagna glosa el pensamiento del jesuita español Ismael Quiles, que se radicó en la Argentina en 1932, cuando la República española suprimió las órdenes religiosas.
    Quiles, que llegó a ser rector de la Universidad del Salvador, fue un destacado tomista. No es claro que Lavagna crea, como Santo Tomás de Aquino, que el trabajo sea la única fuente legítima de riqueza; y que toda la función del mercado sea intercambiar los frutos del trabajo, sin que nadie obtenga una renta. En cambio, sostiene en términos más genéricos la necesidad de desarrollo con equidad.
    Esta es la bibliografía del actual ministro:

    • Opening a medium-size economy: A case of regional agreements Argentina/Mercosur, The Center for International Affairs, Harvard University, 1995 (paper en ingles).
    • Argentina, Brasil, Mercosur: Una Decision Estratégica 1986-2001, Biblioteca MERCOSUR, Ciudad Argentina, 1998, 419 páginas.
    • Neoconservadorismo versus Capitalismo Competitivo (Obras de Ismael Quiles, S.J.) Fondo de Cultura Economica (Argentina), 1999, 136 páginas.

    Canciller

    Otras versiones aseguran que, para impedir el crecimiento de Lavagna, Kirchner le quitaría el manejo de la economía y lo mandaría al ministerio de Relaciones Exteriores: un puesto que dejaría vacante Rafael Bielsa (candidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires).
    La idea sería confinar a Lavagna en un puesto menos vinculado a los intereses de la gente y, por otra parte, fortalecer al Ministro de Planificación, Julio De Vido: un hombre pragmático, que sabe cómo acumular poder. Con vistas a asegurar la continuidad, Kirchner cree que un hombre como De Vido puede serle más útil que un hombre tan independiente como el actual titular de Economía.
    La versión sobre la mudanza del Palacio de Hacienda al Palacio San Martín fue reforzada por el propio Lavagna a través de la ambigua respuesta que, días atrás, ofreció al periodista Joaquín Morales Solá. Cuando éste quiso saber si, tras de las elecciones de octubre, asumiría como canciller, Lavagna dijo: Con el Presidente hablamos siempre, de las relaciones con Estados Unidos, con Cuba, con Europa, y naturalmente de las relaciones con los organismos multilaterales, porque no se puede separar las relaciones internacionales de la economía. Pero nunca hablamos de que yo ocupara ese cargo. En otras palabras: Hablamos siempre sobre la función, pero hasta ahora no recibí ningún ofrecimiento:
    Entre los allegados al ministro, algunos piensan que el pase le resultaría, al Presidente, un tiro por la culata.
    Es que, después del éxito inicial, a Lavagna lo espera un inevitable descenso en su popularidad. Lo conquistado, conquistado está; nadie va a seguir premiándolo por eso. En cambio, al ministro le será muy difícil controlar la inflación y ya ha dicho que comenzarán los recortes de gasto público. Además, los factores de poder que hasta ahora le mostraron buena voluntad, ya han empezado a presionar: unos para que suelte el dólar y otros para que baje o suprima las retenciones; unos para que aumente salarios y otros para que cuide los precios.
    La Cancillería le permitiría reforzar sus contactos internacionales, que son muchos, y construir una imagen de estadista. Alejado del barro de la interna y de los reclamos sectoriales, podría dedicarse a defender los derechos de la Argentina contra el dumping (su especialidad) y los subsidios que perjudican a nuestro comercio exterior.
    También se esforzaría por lograr que el Mercosur diera un gran salto hacia delante. Hace ya tiempo, Lavagna declaró que mientras ALCA sería lo que Estados Unidos quisiera, Mercosur será lo que sus miembros quieran. A la vez, definió la aspiración común de la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, frente a la Unión Europea pero también frente a Estados Unidos: Los tres puntos que pretendemos debatir son: el acceso a los mercados, que abarca la eliminación de tarifas, barreras no-arancelarias y medidas sanitarias y fitosanitarias que a menudo frenan el ingreso de nuestros agroalimentos; la supresión de los subsidios a las exportaciones; y la restricción de las subvenciones a los productos que compiten con los nuestros en terceros mercados.
    Asumir esa causa con el rol de canciller, le daría a Lavagna la oportunidad de mostrarse como un líder de proyección internacional.
    Mientras, los eventuales retrocesos en economía serían responsabilidad de su sucesor; y en última instancia de Kirchner, a quien se atribuiría la separación de Lavagna por celos o rivalidad política.
    Es posible que Kirchner no considere esta posibilidad. Pese a su absoluta falta de formación en materia económica, el presidente cree que la experiencia le ha dado un profundo conocimiento de la economía. Su relación con Lavagna recuerda, en cierto sentido, a la de Menem con Cavallo: el ex presidente quería ser visto como el padre de la convertibilidad e insistía en que Cavallo era el mero ejecutor de las políticas que él diseñaba.
    Kirchner querría que la reactivación económica le fuera atribuida a él, y Lavagna fuera visto como un técnico aplicado. Querría eso porque él mismo lo cree; y esto puede traicionarlo: la tentación de mostrar que él puede obtener los mismos resultados con cualquier otro técnico, puede llevarlo a correr un riesgo excesivo.

    Es muy oscuro


    Este fue el comentario que hizo la BBC de Londres el 26 de abril de 2002, cuando Lavagna fue nombrado ministro de Economía.

    La persona que se pondrá los zapatos del Sr. Remes Lenicov es Roberto Lavagna.
    Al igual que el Sr. Remes Lenicov y a diferencia del previo ministro, el florido Domingo CavalloLavagna es generalmente visto como alguien sin entidad propia.
    Es muy oscuro, dijo a la BBC Stan Rudcenko, un economista de la Société Générale que se especializa en mercados emergentes. No ha hecho nada por lo cual sea famoso.
    Como dice el propio Rudcenko, para saber cómo es la torta, habrá que comerla.

    La venta del personaje

    La historia electoral demuestra que, en cada momento, la gente demanda un candidato con atributos específicos. En general, los atributos opuestos a los de aquél que gobierna; sobre todo si el que ejerce el poder ha saturado con su estilo.
    En 1999, la gente se ilusionó con De la Rúa (aunque ahora nadie quiere admitirlo) pese a que no tenía carisma, era aburrido, no se le caía una sola idea y hasta parecía algo lerdo. Ocurrió que esas características se asociaron a: seriedad, mesura, prudencia y honradez.
    El país había pasado una década bajo un presidente florido, extravagante y capaz de decir cualquier cosa; hasta anunciar que una nave estratosférica iría de la Argentina a Japón en dos horas.
    Era, además, un presidente demasiado ligero.
    La gente quería la contracara de aquel hombre. En ninguna otra oportunidad los argentinos hubiesen elegido a un De la Rúa. En 1999, sí.
    Si Kirchner ha crispado a la sociedad como lo hizo en los dos primeros años de su gestión, no sería extraño que hacia 2007 hubiera una ansiedad colectiva de poner en la Casa Rosada a un hombre parco, no irritativo, solvente, firme y eficaz. Sería se ilusionan algunos en el Palacio de Hacienda la hora de Roberto.
    Cuando Kirchner se desgañita en una tribuna o la emprende contra tirios y troyanos, los amigos del ministro piensan que el presidente está preparando involuntariamente– el terreno para un hombre sereno y ponderado como Lavagna, a quien le cuadraría mejor la primera magistratura.

    La ambulancia

    Claro que llegar no le resultaría sencillo. Una cosa es la habilidad política que se necesita para manejarse en Palacio, evitando que otro lo empuje a uno por las escaleras. Otra cosa es armar una estructura con referentes en cada provincia y en cada puebloque no termine convirtiendo al candidato en el mascarón de proa de un navío tripulado por indeseables.
    Ese riesgo existe siempre, pero sobre todo cuando se quiere enfrentar a aquél que está en el poder y lo usa sin demasiados miramientos para mostrarse invencible. En esas condiciones, todos los dirigentes se arriman al sol que más calienta. Esto vale para todos los partidos pero, sobre todo, para el justicialismo, que se jacta de ser pragmático.
    En política hay una metáfora para definir a una lista de candidatos que reúne a todos los que perdieron (o no podrían ganar) las batallas internas. A esa lista se la llama la ambulancia. Es difícil ganar con los heridos que transporta.
    Hasta el oficialismo, que tiene el mayor poder de convocatoria, se ve obligado a tragar algún sapo como diría el piquetero kirchnerista Luis DElíae incorporar a intendentes mafiosos.
    Para las próximas elecciones legislativas, el intendente de Escobar el ex comisario Luis Patti, otrora acusado de represión ilegal– ha sido cortejado tanto por Hilda Duhalde como por Ricardo López Murphy.
    Un eventual candidato a presidente como Lavagna tendría dos opciones:

    1. Ser el supremo arquitecto de una lista de lujo, que limitaría su capacidad logística y sus chances.
    2. Otorgar un franchise, para que caciques políticos junten voluntades usando su nombre: una opción más efectiva pero más peligrosa.

    Todo indica que Lavagna se inclinaría por la primera opción. Hace poco, en el programa de Mirtha Legrand tuvo definiciones claras.
    Anunció que votará a Bielsa pero querría tachar a otros miembros de la lista. Dijo que nunca ha ido ni irá a los actos proselitistas del oficialismo.
    Opinó que el presidente necesita poder pero no todo el poder. Criticó a Kirchner, por su insistencia en señalar que recibió un país en llamas: una afirmación que atribuyó a los excesos verbales de la campaña.
    Por último, elogió los esfuerzos que Duhalde hizo para sacar al país de la crisis en la cual estaba sumido a principios de 2002.

    Cátedra u organismo

    Si Lavagna no tuviera posibilidad de ser presidente en 2007, ni un lugar en el gabinete de Kirchner (ahora o en un eventual segundo mandato), siempre le quedaría la ventaja de la cual gozan todos aquellos que, como funcionarios, han entablado relaciones con los centros académicos y la burocracia internacional.
    Algunos ejemplos:

    • Adalbert Krieger Vasena fue, después de dejar el ministerio, Vicepresidente Ejecutivo para América Latina del Banco Mundial.
    • Domingo Cavallo es profesor de la Robert F. Kennedy School of Economics, en la Universidad de Harvard.
    • José Luis Machinea es, actualmente, Secretario Ejecutivo de la CEPAL.

    La perspectiva no es la que más tienta a Lavagna, pero una cátedra o un cargo internacional serían su reaseguro.
    Antecedentes no le faltan.

    • Hizo un postgrado en Econometría y Política Económica en la Universidad de Bruselas.
    • Fue investigador del Center for International Affairs, en la Universidad de Harvard.
    • Actuó como coordinador de la maestría económica Université Paris 1 Sorbonne – Universidad del Salvador.
    • Se desempeñó como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante la Unión Europea (Bruselas) y ante los Organismos Económicos Internacionales (Ginebra).

    Lo menos probable

    De todas las hipótesis, hay una que parece (casi) descartable: que Lavagna permanezca en el ministerio de Economía hasta que termine el ciclo kirchnerista. Más tarde o más temprano, pasará a la cancillería, buscará la presidencia o, en última instancia, encontrará un refugio internacional.