El indefinible valor de la marca

    Interbrand,
    la consultora estadounidense especializada en marcas, estimó el año
    pasado que el valor de mercado del nombre Coca-Cola era de US$ 67.000 millones,
    lo cual la convertiría en la más cara del mundo. En esta edición,
    la gestión de las marcas; la relación de los consumidores
    con ese universo de nombres famosos; y los esfuerzos de los directivos de
    marketing por encontrar el rumbo en tan difícil misión, encuentran
    cauce adecuado (página 68).
    En una empresa de productos de consumo masivo, el manejo de las marcas,
    el profundo conocimiento del cliente, y el talento de la gente que trabaja
    en ella, son los tres pilares en donde se asienta el crecimiento. Pero hay
    algo más: tener una visión sobre adónde marcha el negocio
    en el que se está. Éste fue el análisis que sobre la
    cuestión hace Pablo Devoto, gerente general de Nestlé de Argentina,
    en la página 18.
    Es cierto que ya hay herramientas de marketing más sofisticadas,
    pero nada como el Top of Mind para reflejar los cambios en el mercado consumidor.
    La encuesta realizada por el Grupo Braidot para Mercado, y desplegada a
    partir de la página 78, depara más de una sorpresa. Una marca
    puede estar tan sólidamente instalada en la memoria de la gente,
    que a veces su índice de recordación espontánea es
    mucho más alto que la verdadera porción de mercado que capta
    su producto.
    La tarea más difícil que enfrenta hoy la gente de marketing
    es la construcción del valor de una marca, o su preservación
    cuando ya existe. No deja de ser curioso que la marca sea considerada como
    un intangible, cuando en verdad suele ser el más sólido y
    permanente bien patrimonial de una firma.
    Las grandes marcas, las más fuertes, reúnen una serie de características.
    La primera es que el nombre aflora en forma espontánea en la mente
    de la gente cuando se menciona el producto genérico; la segunda es
    que quien la recuerda le pone forma y contenido; y la tercera es que a la
    vez le atribuye valor, la tiene en alta estima.
    Los dos mecanismos principales para crear una marca fuerte son la publicidad
    y la promoción de ventas, y todas las primeras marcas han recurrido
    a estas herramientas con eficiencia. La encuesta “Las marcas más
    recordadas y consumidas” pone foco en fijar una fotografía de
    las marcas que la población recuerda y consume de una gran variedad
    de categorías, alguna de ellas poco comunes en las investigaciones
    tradicionales.
    Las marcas, junto con otros intangibles (relaciones con sus clientes y tecnología)
    hacen una contribución considerable al valor de una compañía.
    PricewaterhouseCoopers les asignó 48% en 2003 en el mercado americano
    de fusiones y adquisiciones. Las empresas de la Unión Europea no
    cuentan con cifras detalladas sobre qué es lo que incide en su propio
    valor, pero los estándares contables internacionales obligan ahora
    a los compradores a especificar, ítem por ítem, el valor de
    los negocios que compran.
    Eso ha creado un nuevo mercado para los expertos de Estados Unidos, en el
    cual desde hace años los balances deben mostrar sus intangibles en
    forma separada. En Europa hay dos grupos especializados en el tema, ambos
    en franca expansión. Uno es el American Appraisal y el otro, el Standard
    & Poor´s Corporate Value Consulting. Mientras tanto, las cuatro grandes
    firmas contables mundiales se dedican cada vez más de lleno a este
    tema.
    El problema es que no es sencillo asignarle un precio a algo que es tan
    difícil de asir, según palabras de Sarpel Ustunel, uno de
    los directivos de American Appraisal en Londres. Según él,
    existen varias opciones para la evaluación de la marca.
    Una es calcular qué proporción de las ganancias futuras de
    la compañía se puede atribuir al inmueble, maquinaria y otros
    activos. El resto debería representar el valor de la marca. Pero
    esto presupone que ya hay valores claros asignados a los otros intangibles.
    Otra forma es calcular cuánto costaría comprar la marca si
    la compañía no la poseyera. Un tercer método podría
    ilustrarse con el caso de una sopa envasada. Habría que elegir sopas
    hechas exactamente según las mismas especificaciones y puestas a
    la venta en el mismo estante de supermercado: una lata lleva la marca especialista
    y la otra, una marca del supermercado. "Cualquier diferencia de precio
    entre una y otra sería atribuible a la marca", dice Ustunel.
    También es molesto valuar la propiedad intelectual. Si una patente
    para una tecnología similar se vendió antes, el precio de
    esa venta puede servir como punto de partida, pero esos datos no se consiguen
    con facilidad. La solución está en hablar con tanta gente
    como sea posible sobre la importancia de la tecnología.