Plástico: el presente de una industria para industrias

    El reloj despertador, el cepillo de dientes, la tarjeta de crédito, el tablero del auto… El listado podría extenderse y ocupar varios párrafos, aunque, seguramente, bastan los ejemplos mencionados para describir y descubrir hasta qué punto el plástico se encuentra incorporado a nuestra cotidianeidad desde hace ya unos cuantos años.
    Las razones de esta omnipresencia tal vez se centren en las características de la actividad: es casi imposible encontrar otro sector que le provea tantos insumos a distintas industrias, y hallar algún otro segmento tan identificado con la dinámica industrial como la producción del plástico transformado.
    Los números, como siempre, ayudan al momento de dar una dimensión cabal. Puntualmente, en la Argentina, se consumen 22 kilos de plástico por año y por persona, una cifra considerable aunque distante de los 31 kilos que se supieron necesitar en los 90, cuando éste era el país latinoamericano que más consumía y cuando la actividad crecía a un ritmo anual de 15%. Así, al finalizar la década, se transformaban un promedio de 1,2 millón de toneladas, casi cuatro veces más que al comenzarla. En la actualidad, el sector participa de 0,5% del PBI y de 3,1% del PBI industrial (dos puntos menos que en 2000) y emplea a 27.200 trabajadores, casi 11.000 menos que en 1986.
    Según datos de la Cámara Argentina de la Industria Plástica (Caip), en los 90, 3.000 pymes invirtieron US$ 1.500 millones en maquinaria importada, lo que las llevó a convertirse en el motor de la actividad. Además, somos la verdadera burguesía nacional, destaca Héctor Méndez, titular de la Cámara, subrayando que 98% de las empresas del rubro son de capitales y dueños argentinos. De acuerdo con el directivo, quien además es el presidente de Conarsa la mayor fabricante de cajones para recolección de frutos y de recipientes para residuos urbanos de varias ciudades del Mercosur y Chile es por esta razón que la pequeña y mediana empresa es la pieza clave en un eventual juego de reactivaciones y despegues del sector.
    En sus registros, la Caip contabiliza 72% de las compañías con menos de 10 trabajadores; 23% que emplean entre 10 y 50, y sólo 1% que tiene más de 100 trabajadores. Aun en plena crisis, siempre hemos hecho hincapié en la consolidación de los obreros, que son mano de obra calificada y tienen un know how que queríamos que no se perdiera, sostiene Méndez, recordando un acuerdo que oportunamente firmaron representantes de la Cámara y el sindicato a través del cual se intentaba preservar la fuerza de trabajo durante los tiempos de crisis.

    Impacto y reacomodamiento

    Aun cuando las estimaciones previas no indicaban que el plástico podría ser uno de los motores de la reactivación tras el impacto de la devaluación, las secciones económicas de los diarios nacionales se referían a fines del año pasado al aumento de las importaciones por compra de bienes de capital e insumos industriales, generalmente por parte de compañías orientadas al mercado exportador.

    El dato ya daba cuenta, por aquel entonces, del repunte que experimentaba la actividad. Ahora, que la industria transformadora adquiera sus insumos a escala local es una señal más de su evolución. Tal es el caso de la ya mencionada Conarsa y, también, de Inpla, una fábrica de las grandes situada en Pergamino (tiene 200 empleados estables en su planta), que produce 10 millones de bolsas diarias y proyecta un volumen de negocio de $ 70 millones para este año, cuando incrementará en 20% su capacidad productiva.
    Según informa el presidente de la compañía, Fernando Carballo, Inpla probará suerte exportando a Chile y Uruguay. Será de la mano de su única proveedora, Polisur, a la que está unida no sólo comercialmente sino también si cabe la figura técnicamente. La empresa está automatizada y es la única del rubro que recibe el polietileno a granel gracias a un complejo sistema de interconexión on line, explica el ejecutivo.

    El factor ambiental
    El mundo del plástico trabaja arduamente contra una idea extendida en toda la sociedad que estigmatiza a la industria con problemas referidos a la polución ambiental.
    Mientras por un lado, las organizaciones que nuclean al sector hacen hincapié en cuestiones vinculadas con la energía –“cuanto más plástico, más liviano, y menos energía hace falta para poner en movimiento tal o cual maquinaria”–; por el otro, los protagonistas de la industria –sobre todo las productoras de materias primas– trabajan en perfeccionar sus procesos con el objetivo de reducir sus impactos sobre la naturaleza y, de paso, conseguir certificaciones internacionales.
    Por caso, en 1995, Petroquímica Cuyo se convirtió en la primera empresa argentina y la primera petroquímica de América en obtener la certificación de BS7750 de Preservación del Medio Ambiente. Bayer, por su parte, no cesa de difundir que bajo los principios de Desarrollo Sustentable, ha integrado la protección del medio ambiente en el sistema de producción. Esto le ha permitido reducir drásticamente –a pesar de haber incrementado la producción en los últimos 10 años– los residuos sólidos, las emisiones de aire contaminado y las aguas residuales.
    En DuPont apuntan que la reducción de impactos ambientales a lo largo de la cadena de valor en la que actúan significa beneficios para los accionistas y para la sociedad. Por eso, al igual que Bayer, también participa del Programa de Cuidado Responsable, además de tener su planta certificada en el Sistema de Gestión Ambiental ISO 14001. En Dow Química, con más de 1.000 trabajadores sólo en la filial argentina, encaran su inserción y desarrollo en una triple perspectiva: viabilidad económica, responsabilidad social y cuidado ambiental. “Ello se ve reflejado en nuestra adhesión al programa mundial de Cuidado Responsable, que administra localmente la Cámara de la Industria Química y Petroquímica (CIQyP)”, subrayan en la compañía.

    Así como, superado el impacto de la devaluación, algunas empresas aspiran a apuntalar su desempeño con operaciones en el exterior, otras optan por abastecer al mercado interno. Claudio Killner, titular de Nextpack, una firma que fabrica sobres y estuches de PVC flexibles utilizados, sobre todo, en la industria textil, dice que, aunque trabaja con materia prima importada se la compra a Indupa, la devaluación fue positiva para su empresa. Nos va incluso mejor que en los 90, cuando la competencia contra el producto importado era feroz. Ahora nos volvimos competitivos, define. Con las nuevas reglas, señala el ejecutivo, logró convertir en clientes a importantes empresas de indumentaria: Caro Cuore, Kosiuko y Zara, entre otras.
    De hecho, el textil no fue el único sector que brindó una oportunidad para la industria a escala local una vez modificado el tipo de cambio. El sector juguetero nacional, un negocio de $ 250 millones por año, viene ganando terreno frente a la oferta importada, disputando en la actualidad 50% del mercado, aun cuando el precio de la materia prima aumentó, en promedio, de US$ 1 a 1,30 por kilo.

    Otra vez el crédito

    Hasta aquí, todo parece indicar que los primeros pasos de una eventual recuperación del sector parecen haber sido dados; sin embargo, de acuerdo con los actores de la industria todavía quedan algunas asignaturas pendientes para poder llegar a hablar de una efectiva reactivación. A nadie escapa que, en un mercado conformado por pymes, la falta de crédito puede ser letal.

    Marcos Winograd es una firma dedicada desde hace 40 años a la venta y representación de equipos para la industria. Adrián Borovich, uno de sus ejecutivos, afirma que la falta de financiación se hace sentir, sobre todo, en lo que se refiere a las maquinarias. Para nosotros, es fundamental el desarrollo del crédito, ya sea para que nuestros clientes puedan importar máquinas o bien para que los fabricantes argentinos representados en el exterior tengan la oportunidad de producir y proveer insumos a valores constantes, explica.

    En alianza con la tecnología
    egún Xerox, el siguiente paso en la electrónica va a estar dado por el plástico impreso. En la compañía que inventó las fotocopiadoras aseguran que ésa será la alternativa potencial a los transistores de silicio. Además de algunas aplicaciones fascinantes como eventuales pantallas de televisión y monitores hechos de una única y delgada capa de plástico, el gran beneficio se verá en los costos, ya que las placas de silicio cotizan hasta US$ 10.000 el metro cuadrado.
    Beng Ong, perteneciente al staff del Centro de Investigación de Xerox en Canadá, definió el diseño y la síntesis de polímeros orgánicos semiconductores de avanzada tecnología, que ofrecen patrones electrónicos de impresión en un sustrato de plástico. “Mientras los transistores de silicio requieren entornos de instalaciones ultra limpias, sistemas de vacío de alta temperatura y procesos fotolitográficos complejos, los transistores impresos en plástico no necesitarán instalaciones y procedimientos de fabricación especializados y costosos”, detalló el investigador.
    Pero no sólo en Estados Unidos trabajan para encontrarle una vuelta nueva a las aplicaciones del plástico. En Japón, la poderosa Ricoh Company se dio cuenta de que los materiales reciclables permiten ahorrar mucho dinero en costos de producción, además de generar beneficios a partir de una imagen pública políticamente correcta. Por eso, han empezado a fabricar un nuevo tipo de discos ópticos con botellas recicladas que podrán almacenar hasta 20 GB de datos. De acuerdo con lo informado por la revista Wired, Ricoh ya hizo pública la puesta a prueba de los primeros discos fabricados con PET, la misma resina que se usa para hacer botellas de gaseosa.
    Sólo una luz roja se ha prendido en el sector que reúne plástico y tecnología electrónica. Un informe de New York Times dio cuenta de que, más allá de las ventajas ambientales que significa el hecho de fabricar CD con plástico reciclado, los datos almacenados serán total o parcialmente ilegibles a los dos años de haberlos grabado.

    La empresa pudo, a partir del último trimestre de 2002, llegar a 20% del volumen de negocios que hacía en los 90, cuando promediaba operaciones anuales por unos US$ 5 millones, fundamentalmente con Europa, Canadá y Estados Unidos. Desde comienzos de la recesión, a fines de 1998, intermediaciones y ventas fueron cayendo hasta valores mínimos, casi insignificantes; durante un tiempo sólo vendíamos repuestos, agrega Borovich.
    Desde entonces hasta ahora, también en este eslabón de la cadena industrial se plantearon modificaciones en el negocio: sólo las empresas más importantes compran líneas de primer nivel mientras que las demás sólo incorporan tecnologías de copia de Taiwán, India, China, Brasil o Malasia, Bulgaria y República Checa. Esto nos permite ofrecer máquinas similares a las europeas originales a 40% de su valor, con una producción de calidad tecnológica igual, explica el ejecutivo de Marcos Winograd. Además, nos permitió conocer el mercado mexicano, donde estamos actualmente haciendo negocios con máquinas argentinas en el rubro de embotellado, añade Borovich.
    Precisamente, México es el principal comprador de maquinaria argentina, por algo más de US$ 9 millones anuales. En cuanto a las importaciones, en 2002 se invirtieron US$ 40 millones en maquinarias, piezas, moldes y matrices, de los cuales 34% llega de Estados Unidos, seguido por los equipos alemanes e italianos.
    Las últimas medidas del Gobierno con respecto a sus importaciones de maquinaria demuestran una voluntad de hacer crecer al sector y alienta las inversiones, sostiene Méndez, en su doble rol de presidente de Conarsa y titular de la Caip. Todas las ventajas que otorga el plástico requieren de maquinarias y un tipo de cambio favorable; ni alto ni bajo, sino previsible. Ahora tendremos una regulación aduanera más clara, una relativa estabilidad en los valores de la materia prima y de los servicios, responde cuando se le pregunta sobre una perspectiva para el sector a corto y mediano plazo.

    Petroquímicas, aquí y allá

    La radiografía del sector se completa con los registros obtenidos y proyectados por la industria petroquímica, la gran proveedora de materias primas, que permiten descubrir el presente de la actividad y, también, cuál será su desempeño durante los próximos meses.
    En principio, es útil recordar que durante 2002 se importaron 325.000 toneladas de materia prima por valor de unos US$ 320 millones, aproximadamente la mitad que en 1998 y 36% menos que en 2001. La mayor parte llega desde Brasil (casi 55%), mientras que de Estados Unidos se trae 18%. De lo que se produce a escala local, 58% se exporta al Mercosur: 666.000 toneladas en 2002 por US$ 460 millones, 16% más que el año anterior, a un promedio de US$ 685 la tonelada.
    Hace un año, las dificultades para avanzar en la exportación de productos elaborados causaron algunos problemas en la cadena de los plásticos: si bien la producción de materias primas había repuntado 47% con respecto a marzo de 2002, las manufacturas el siguiente eslabón de la cadena cayeron 24,1%. El caso de DuPont sirve para observar esta realidad. Con la actividad principal de la planta centrada en la manufactura de resinas poliamidas y todos sus compuestos (destinadas al mercado de inyección y extrusión), la filial local de la gigante estadounidense ha incrementado su producción en más de 80%. Esta cifra les permite producir más de 1.000 toneladas mensuales, de las cuales 70% se destina a exportación, mayoritariamente a Brasil, y lo restante al mercado local.

    Argenplás
    Entre el 22 y el 26 de este mes se llevará a cabo Argenplás, la tradicional exposición internacional de plásticos que ya va por su décima edición. Organizada cada dos años por la Caip, la feria de Buenos Aires tiene renombre internacional. En su última edición registró la asistencia de más de 15.000 profesionales de la industria.
    Ahora, de nuevo en La Rural, contará con casi 7.000 metros cuadrados para unos 130 expositores. Adrián Ollivier, presidente de Banpaku, la empresa organizadora del evento, cuenta que las expectativas para esta edición no podrían ser mejores: “Esperamos resultados muy superiores a los de 2002, cuando la Feria tuvo que postergarse de abril a noviembre porque los europeos nos contaban que tenían temor de invertir y movilizar maquinarias hacia un país que estaba en medio de una crisis profunda. Hoy eso cambió. Las grandes empresas, aún con dudas, son consecuentes con la actual situación de relativa tranquilidad de la Argentina y estarán presentes”, puntualiza.
    Un solo dato alcanza para proyectar lo que será la feria de este año: a unos 30 días de su comienzo, ya se habían vendido la totalidad de los metros cuadrados para exposición en contraste absoluto con lo que sucedió en la última Argenplás, cuando en La Rural se veían espacios vacíos y algunas empresas se presentaban sólo con la promesa de una bonificación para la siguiente exposición. “Ahora hay que ver qué es lo que nos mostrarán en los stands”, apunta Ollivier. “Antes, había muchísima maquinaria de última tecnología. Hoy pareciera que los expositores se están guardando algunas sorpresas”, agrega, al tiempo que destaca que espera recibir a unos 18.000 profesionales durante el próximo evento.
    En cuanto al Segundo Salón de Plásticos y Medio Ambiente, en Banpaku anticipan que no se tratará de una exposición paralela, sino que dependerá de cada uno de los expositores asignarle importancia al tema en sus propios stands, ya sea con demostraciones de procesos y productos, o bien programando charlas o proyecciones en el auditorio para clarificar aspectos que hacen al tema.
    Un tipo para cada producto
    El sistema de producción de la industria identifica seis tipos de materiales plásticos. Con ellos se fabrican casi todos los productos que se conocen.

    PET (Polietileno tereftalato)
    Aplicaciones: Botellas de gaseosas, aceites, aguas, fibras textules, cintas de audio y vieo, peliculas radiográficas.

    PEAD (Polietileno de alta densidad)
    Aplicaciones: Detergentes, lavandinas, aceites automotor, lácteos, cañerías construcción, bolsas de supermercado.

    PVC (Policloruro de vinilo)
    Aplicaciones: Envases, perfiles para marcos de puertas y ventanas, caños, mangueras, blísters, catéteres.

    PEBD (Polietileno de baja densidad)
    Aplicaciones: Bolsas de todo tipo, películas para el agro, envases automáticos de alimentos, tubos y pomos, tuberías para riego.
    PP (Polipropileno)
    Aplicaciones: Envoltorios para diferentes tipos de productos (cigarrillos, golosinas), jeringas, fibras para tapicería, alfombras, autopartes, caños para agua caliente.

    PS (Poliestireno)
    Aplicaciones: Potes para lácteos, helados, dulces, gastronomía, contrapuertas, aislantes, vajilla.

    Fuente: Cámara Argentina de la Industria Plástica.

    Justamente, al ser los negocios con Brasil un fuerte eje de la compañía, todas las previsiones están concentradas en esas coordenadas. “Además de esperar el crecimiento proyectado para la Argentina, vemos con mucha atención el comportamiento de la economía brasileña; en especial el segmento automotor, que es uno de nuestros mayores clientes”, apunta Miguel Ángel Rodríguez, perteneciente al departamento de Polímeros de Ingeniería. “Por otro lado, nos alienta la evolución de los precios de las materias primas petroquímicas que han mostrado una tendencia alcista durante los últimos dos años”, añade, al tiempo que anticipa que Dupont está llevando a cabo un plan de inversiones para la segunda mitad del año, que le permitirá incrementar su producción en 30%.
    Por su parte, Dow Química, que cobija bajo su estructura a Polisur, ha llegado a un pico histórico en sus niveles de producción de polietileno de AD, BD y BD Lineal, alcanzando un total de 540.000 toneladas durante el año pasado, según su oficina regional de Asuntos Públicos. “El total producido se ha incrementado 75% en comparación con el promedio de la década anterior, con un consumo local de 50-60% del volumen de la producción”, puntualizan en la compañía.
    Otra de las más importantes elaboradoras de materias primas es Petroquímica Cuyo (PC), la primera empresa que produjo polipropileno en la Argentina. Hoy, conformada por Petrobras, Admire Trading Corporation y Panam, ofrece al mercado una línea que cubre todas las aplicaciones para las que se utiliza esta resina.
    La empresa destina aproximadamente 70% de su producción al abastecimiento del mercado local y exporta a la mayoría de los países de Latinoamérica.
    Desde hace aproximadamente cuatro años, PC ha orientado su experiencia hacia una línea de polipropilenos especiales que hasta no hace mucho eran exclusivos de unas pocas multinacionales. “Se trata de productos con mayor valor agregado, pertenecientes a la familia de los terpolímeros, destinados a los sectores del packaging flexible, la construcción y la industria automotriz”, apunta Élida Fernández, jefa de Marketing de la compañía.
    También Bayer provee a las automotrices, lo que ubicó a la compañía en picos históricos de producción en los años 1997-98 con los dos productos que viene trabajando hace décadas: el ABS y el Policarbonato. “Aunque no tenemos producción aquí, comercializamos ex stocks locales o gestionamos importaciones directas de los clientes”, precisa Conrado Helbig, responsable de Bayer Polímeros para el Cono Sur. Desde la Argentina coordinan las actividades comerciales para Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile. “Para este año, queremos intensificar y expandir nuestra presencia, aprovechando el desarrollo y resurgimiento de procesadores locales frente a la caída de las importaciones de productos terminados que se venía dando en los últimos años”, añade Helbig.
    Pero no sólo en exportación de materias primas están trabajando algunas elaboradoras. Petroquímica Cuyo acaba de firmar un acuerdo con Novolen Technology Holdings, de Holanda, de cesión temporaria de personal de Ingeniería de Procesos y Operaciones, para la puesta en marcha de una nueva planta de polipropileno que se está construyendo en el complejo industrial de Al Jubail, en Arabia Saudita. El nuevo emprendimiento, que será operado por Saudi Polyolefins Company, será, según difunden en PC, la de mayor capacidad instalada en el mundo (450.000 tn/año). Producirá, en dos líneas, las gamas completas de polipropileno homopolímero y copolímeros random.