“Tiene que haber crecimiento con ocupación”

    “Durante los años ’90, en la Argentina surgieron muchas fundaciones
    afines al pensamiento dominante en esa década. Tuvieron más de
    diez años y fondos suficientes para expandirse y multiplicarse. Ahora
    es tiempo para que otros tipos de fundaciones, con otras ideas, crezcan y se
    desarrollen”. De este modo, el ex viceministro de Economía, Jorge
    Todesca, presenta a la fundación Crear, una institución a la que
    pertenece y que nuclea a un grupo de economistas, abogados y empresarios afines.
    La fundación está dirigida por Horacio Losoviz y funciona en el
    segundo piso de uno de los elegantes edificios de estilo francés de la
    avenida Callao. Sus miembros se reúnen desde hace años, pero apenas
    unos meses atrás decidieron formalizar sus encuentros y darle un marco
    institucional a su producción de ideas. “Tuvimos una etapa autista”,
    bromea Pedro Miguélez, director ejecutivo de la Fundación, “pero
    que fue muy enriquecedora por la calidad de las discusiones que se produjeron
    en este ámbito. En las reuniones que hicimos a mediados de 2001 hubo
    debates muy esclarecedores. Luego, mucha de la gente que participó e
    hizo aportes tuvo, tras la renuncia de De la Rúa, responsabilidades en
    el gobierno como [el ex subsecretario de Energía] Miguel Cuervo, [el
    ex subsecretario de Gestión Comercial] Fernando Martínez o [el
    ex secretario Legal y Técnico] Eduardo Ratti”.
    El vínculo entre los miembros de la fundación es personal, casi
    todos ellos son buenos amigos, pero también ideológico: “Somos
    un grupo de profesionales que no se encuadra dentro del llamado pensamiento
    único”, explica el economista Ricardo Kesselman. “No nos consideramos
    parte del mainstream [la corriente de pensamiento dominante] sino que, sin dejar
    de lado los aportes que vienen desde allí, pensamos a la economía
    específicamente desde la Argentina; es decir, no en términos de
    un modelo, sino considerando qué es lo mejor para que el país
    encuentre un sendero de desarrollo”.

    Pro y contra del “pensamiento único”

    El “pensamiento único”, es decir, el conjunto de ideas que
    dominó no sólo la reflexión teórica de la economía
    sino también el discurso político considerado “viable”
    y buena parte de los medios de comunicación durante los años 90,
    parece haber llevado a la Argentina a la mayor crisis económica y social
    de su historia. Pero aun así, se resiste a desaparecer. Tanto los representantes
    del FMI, sus principales impulsores, como ciertos comunicadores y los candidatos
    ahora opositores se mantienen firmes en la defensa de estas ideas, argumentando
    que su fracaso se debe a la mala aplicación de un buen concepto.
    “Ése no es el problema”, afirma Kesselman, “la corriente
    principal del pensamiento está diseñada desde el centro y tiene
    condiciones muy específicas de operación. Por ejemplo, la flexibilidad
    laboral, que en el centro es una condición más de operación
    del ciclo, en la periferia se transforma en una profundización progresiva
    de la desocupación que no se revierte a menos que se inicie una política
    específica para combatirla. Y genera deseconomías que atentan
    contra el desarrollo y hacen improductiva a la sociedad”. “Investigamos”,
    acota Miguélez, “cómo los conceptos de la teoría pueden
    ser aplicados a cada realidad y cuáles sirven para explicar y fundamentar
    posiciones concretas de política económica en nuestro país
    y cuáles no. Siempre es un error creer que la teoría puede ser
    aplicada como un dogma, sin tener en cuenta las condiciones particulares del
    lugar donde se la aplica”.
    Claramente, los miembros de la fundación Crear toman distancia de la
    ortodoxia. Su trabajo de reflexión se centra en la economía real
    y en el crecimiento de la productividad y el empleo. En los últimos meses,
    produjeron una veintena de estudios que analizan el mercado laboral, el balance
    comercial de la Argentina, las exportaciones por sectores industriales, la sustitución
    de importaciones, la restricción a la movilidad de capitales y el sistema
    previsional, entre otras cuestiones.
    Uno de los trabajos más interesantes plantea una perspectiva innovadora
    en la siempre conflictiva relación del país con el FMI. “A
    fines del año pasado”, explica Todesca, “el gobierno se comprometió
    a obtener un superávit fiscal primario de 2,1% del PBI, que se sobrecumplió.
    Me parece interesante analizar cómo se llega a ese resultado y qué
    implica esa cifra. Está claro que el superávit se logra mediante
    una reducción del gasto primario sumada a un incremento del ingreso tributario.
    En este momento hay un trade off con el sector privado que no se está
    discutiendo. Si uno tiene que tener excedente en el sector público, va
    a tener déficit en el privado. Antes pasaba lo contrario, pero si invertimos
    totalmente los términos de la ecuación, el crecimiento también
    será difícil. Porque si el sector público tiene que tener
    excedente, va a tener que reducir gastos e imponer una presión enorme
    sobre el privado. Y tal cosa complicaría nuestra situación. Con
    un superávit de 3% la economía tiene la oportunidad de crecer
    5‰. Y eso haría posible una reducción del desempleo de más
    de 2%: de 15,6 actual a 13%. Si el superávit, en cambio, es medio punto
    mayor, el crecimiento será de 3,5%, y el desempleo no bajará de
    14,5%. Esto significa que, en un esquema, uno logra tener 300.000 desempleados
    menos que en el otro”.

    El nuevo debate

    “Instalar el debate alrededor de estos escenarios es instalarlo de un modo
    distinto que si uno se concentra exclusivamente sobre la cuestión fiscal,
    el nivel de gasto, y la cifra del superávit como se hizo durante años
    en nuestro país.”
    El trabajo donde se desarrollan estas ideas se llama “A propósito
    de las metas fiscales convenidas con el FMI: un análisis de simulación”.
    Sus conclusiones son aún más explícitas: “El superávit
    pactado significa sostener un gasto público primario mucho menor que
    en años anteriores y notablemente inferior al tamaño de otras
    economías comparables e implica que 17% de la recaudación tributaria
    será exclusivamente dedicada al pago de la deuda. (…) Un superávit
    históricamente elevado tiene un costo importante: sacrificar por años
    la realización de políticas fiscales activas y anticíclicas.
    Sería necesaria una modificación integral del sector público
    que permita que las variables argentinas converjan con las de países
    de desarrollo similar, tanto en materia de magnitud proporcional del gasto público
    como cuanto a su estructura, eficiencia y calidad”.
    Sin embargo, los miembros de la fundación consideran que la postura del
    gobierno actual frente al FMI es la correcta. “Nuestro punto básico
    es introducir a las cuestiones centrales estos matices: cuál es el esfuerzo
    fiscal que la Argentina puede hacer, qué vinculación tiene con
    la producción y el empleo. Eso tiene que ser puesto en la agenda. La
    discusión con el fondo (puedo hablar por experiencia propia) pocas veces
    está asociada al crecimiento y al empleo” explica Todesca.
    “Incluso si se lo mira desde el punto de vista ortodoxo”, dice Kesselman,
    “el tema del empleo es crucial, más allá de que sean una
    cuestión ética o social insoslayable: sin un mínimo mercado
    interno una empresa no tiene motivos para venir a la Argentina. El crecimiento
    hay que trabajarlo. En la década de los ’90 hubo crecimiento con
    aumento de la desocupación. Eso fue brutal, tremendamente negativo. La
    única salida es crecimiento con ocupación.”
    A pesar de su sintonía con algunas de las políticas oficiales,
    los miembros de la fundación afirman que Crear no tiene filiación
    partidaria alguna. “Esta fundación”, aclara Miguélez,
    “tiene algunas características particulares: no es la fundación
    de tal o cual. Tampoco dependemos de un grupo empresarial. Nos autosustentamos.
    Hay algunos aportes empresariales, pero entendemos que tienen que tener un límite
    cuantitativo para evitar que haya dependencia”. “Lo que nos interesó”,
    concluye Todesca, “fue crear un ámbito multidisciplinario y plural.
    Después de años de lo mismo, es importante que el pensamiento
    heterodoxo tenga lugares donde manifestarse”. M