Refundar la democracia sin devaluarla

El rasgo esencial que exhibe el estado del país es el cansancio y el descreimiento del pueblo en la forma de gobernar. Si bien la Argentina nunca se exhibió ante el mundo como una sociedad fehacientemente comprometida con el terso acatamiento a la mecánica de las instituciones, tras el colapso político de diciembre de 2001 el escenario es caótico, opaco y menos esperanzador que nunca. Se percibe un tumultuoso descarte de lo existente junto con un igualmente desagradable desinterés por las formas que debería adoptar el futuro.

17 noviembre, 2012

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