Las telcos no están muertas

    Las transiciones nunca son limpias ni prolijas; por el contrario, son ruidosas, desordenadas, caras y confusas. Los inversores, a su vez, también se sienten confundidos con todos los giros de corto plazo y las tendencias de largo plazo de esta industria tan cambiante. Y una mente confundida casi siempre dice “no”. Eso es lo que al parecer está ocurriendo con las acciones de las telcos.


    Los inversores ignoran cómo se va a ver el panorama de las telecomunicaciones cuando se asiente el polvo, y por eso no saben dónde poner su dinero. Eso es comprensible, aunque, aun en este confuso mercado, algunas apuestas parecen ser más lógicas que otras. Después de todo, los proveedores de servicios inalámbricos de corta y larga distancia, con millones de clientes y miles de millones de ingresos, tienen un cash flow sólido y poderoso. Y no se van a retirar.

    ¿Un nuevo orden mundial?


    Lamentablemente, esta transición tomará muchos años antes de definirse, de modo que tenemos que confiar en que los inversores se vayan acomodando al nuevo orden mundial de las telecomunicaciones.


    Todas las partes de la industria están en transición. Los cambios en tecnología, regulación y competencia no hacen más que alimentarla. De voz a datos, de análogo a digital, de alámbrico a inalámbrico, de banda angosta a banda ancha, de servicios simples a paquetes y de cobre a fibra, son ejemplos concretos de lo que está ocurriendo en el mundo de las telcos.


    En el momento de pensar a futuro, todo parece indicar que los negocios telefónicos de corta y larga distancia se fundirán en una sola industria toda-distancia. Será como con nuestros teléfonos celulares, donde no importa desde dónde llamamos porque un minuto siempre es un minuto.


    Claro que a lo mejor ni siquiera vamos a pagar por minuto. Podríamos pagar con una tarifa plana por una llamada ilimitada, como el nuevo plan Unlimited de AT&T o el Neighborhood, de MCI. A medida que nos acercamos a un mundo de banda ancha, la simple voz será la parte más pequeña de los servicios que obtenemos de nuestra compañía de telecomunicaciones.

    Consolidación: El escalón siguiente


    La próxima ola de consolidación cambiará el panorama de las telecomunicaciones en los años venideros. Las compañías de corta y larga distancia comenzarán a fusionarse. Y también lo harán las empresas inalámbricas, de cable y de Internet. Muchas de las firmas más pequeñas tampoco se van a retirar. Esas pequeñas compañías podrán ser manejadas, bien por el mismo tipo de management, una vez aligerada la carga de la deuda después de la quiebra, o, de lo contrario, pueden ser tragadas por competidores con más capital. Para estos últimos, los que tienen dinero contante para pagar, las oportunidades de compra por poca plata serán únicas.


    ¿Cuáles serán las empresas que sobrevivan? ¿Qué marcas seguirán entre nosotros? Eso dependerá de quién se fusione con quién y de quién compre a quién. Son, en definitiva, capítulos que todavía no se han escrito, de modo que nadie sabe cómo se resolverán. Probablemente todas las empresas estén hablando con todas las demás, auscultándose unas a otras y tratando de encontrar el complemento adecuado. Es como un baile de solas y solos, donde todos se mezclan entre la muchedumbre tratando de averiguar con quién quieren bailar, antes de decidir a quién quieren llevar a casa para presentar a mamá y papá.


    Entonces, las telecomunicaciones no están condenadas. Van a sobrevivir, y – ciertamente– van a prosperar. Después de todo, no vamos a volver a las palomas mensajeras ni a las señales de humo. Tampoco vamos a abandonar nuestros teléfonos celulares, el e-mail, ni las redes de datos ni el audio y el video que corren libremente por la Internet. Vamos hacia delante en una marcha implacable hacia el futuro.


    Algunas de las mismas empresas que hoy ven por el piso el precio de sus acciones, mañana serán monstruos florecientes. De manera que la noticia no es del todo negativa. Si algunas de estas empresas va a florecer, ¿no deberían ser consideradas hoy como una buena oportunidad de compra?


    De modo que es el inversor quien tiene que ponerse al frente y comprender que la industria de las telcos está en transición, y seguirá en transición durante algunos años más. Tiene que entender que ya no se puede usar más la vieja vara para medir el éxito; debe comprender que las empresas se verán de otra manera y también la industria, y que está cambiando todo lo que creíamos saber sobre cómo hacer dinero y cómo cobrar a los clientes; tiene que entender, además, que están cambiando todos los modelos financieros.


    Pero el inversor también debe saber que nada de malo tiene todo este cambio. Porque debajo de estas aguas agitadas se ocultan oportunidades insospechadas. No hay mal que por bien no venga, y esto incluye al mal que aqueja hoy a las empresas de telecomunicaciones. Con seguridad, mucha gente ha perdido mucho dinero, ésa es la triste realidad. Pero al ir hacia delante no podemos cegarnos por el dolor. Debemos mantener el ojo abierto a la perspectiva histórica de largo plazo, y comprender que debe cambiar la forma en que medimos el éxito y valoramos a las empresas. De lo contrario, iríamos a la zaga de esta industria en transición.


    Las empresas que sobrevivan van a florecer, y todas van a necesitar equipos e instalaciones durante los próximos 10 a 20 años. La mala noticia es que nadie sabe exactamente cuánto tiempo va a durar esta depresión y cuándo van a mejorar las cosas. La buena noticia es que eso va a ocurrir.


    Porque si no es así, vamos a tener que adiestrar otra vez a las palomas mensajeras y refrescar nuestras nociones de señales de humo.

    Cuadro de situación

    AT&T, WorldCom, Sprint, Nokia, Deutsche
    Telekom, Vodafone, NTL, Vivendi, France Télécom, Kirch,
    Qwest… La lista de grupos dedicados a telecomunicaciones, medios, entretenimientos
    y otras actividades dependientes de tecnologías informáticas
    en graves problemas eclipsa la de aquellas punto com que desinflaron sus
    propios paneles bursátiles.

    Un estudio de la US Bancorp Asset Management
    revela que las tres mayores telefónicas estadounidenses de larga
    distancia (AT&T, WorldCom, Sprint) llegaron a fines del primer cuatrimestre
    con una deuda global de US$ 80.500 millones. Su génesis es la misma:
    compras de activos y licencias, tan cuantiosas como apresuradas, para
    subirse a la ola de un negocio al parecer tan lucrativo que ningún
    directivo ni gerente se animaba a cuestionar los montos comprometidos
    por sus CEO triunfalistas.

    Al empezar mayo, entonces, los bonos a
    nueve/diez años de AT&T y Sprint implicaban tasas de retorno
    superiores a 9% anual. En los de WorldCom, esa renta desbordaba 22% anual.
    Esto quería decir, por un lado, que las presentes cotizaciones
    eran bajas y, por el otro, que crecía la brecha respecto de las
    tasas normales (5, 10%, tomando letras de Tesorería a 10 años).

    Víctima propiciatoria ha sido WorldCom,
    agobiada por una deuda de casi US$ 30.000 millones, originada en más
    de 75 adquisiciones. Los bonos de la segunda firma de larga distancia
    en Estados Unidos han sido rebajados en abril a la categoría chatarra
    por S&P, Moody´s y Fitch. Su fundador, Bernard Ebbers, ha sido despedido
    y deberá explicar –entre otras cosas que investigan la Securities
    & Exchange Commission y la justicia– cómo obtuvo de la
    empresa un préstamo personal de US$ 335 millones.

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