El “milagro de los dragones siáticos” se debió al boom inversionista de los años ’60”

    La explicación corriente ­dice Dani Rodrik- es la del crecimiento basado en la exportación. Durante los años ´50, según este planteo, ambos países aplicaban la tradicional política de sustitución de importaciones. Hacia el fin de la década, habían agotado la “etapa fácil” de la sustitución de importaciones.


    Como se veía inminente la reducción de la ayuda de Estados Unidos ( principal fuente de divisa extranjera de ambas economías) los gobiernos decidieron revertir su estrategia económica y adoptar políticas orientadas a la exportación. Ellas incluían la unificación de la tasa de intercambio (acompañada de devaluación), estímulos a la exportación (los exportadores podían, por ejemplo, importar sin impuestos los insumos que necesitaban), mayores tasas de interés, y cierta liberalización del régimen de importación.


    Con un clima favorable a las exportaciones ­que incluía estabilidad macroeconómica e inversión pública en infraestructura y en capital humano­ las exportaciones tuvieron un despegue a mediados de los años ´60.


    La orientación a la exportación llevó a ambas economías a especializarse según sus ventajas comparativas, lo cual dio como resultado aumentos en el ingreso, inversión, ahorros y productividad.


    Esta explicación del fenómeno, la más ampliamente aceptada, admite que en el sudeste asiático (excepto Hong Kong) los gobiernos jugaron un papel activo en la manera de distribuir los recursos internos. Sin embargo, tienden a restar importancia y hasta eficacia a esa intervención, como lo revela con gran claridad el reciente estudio del Banco Mundial “El Milagro del Sudeste Asiático: Crecimiento Económico y política Pública”.


    Una mirada un poco más atenta a las pruebas, sin embargo, sugiere que la explicación tradicional es, en el mejor de los casos, incompleta, porque adjudica demasiada importancia al rol de la orientación a las exportaciones para el logro de gran crecimiento. En primer lugar, el aumento en la rentabilidad relativa de las exportaciones a mediados de los ´60 fue modesto en Corea del Sur y Taiwan, y no se lo puede citar como el único responsable del aumento en la relación entre exportación y PBI.


    Segundo, ni los incentivos a las exportaciones ni el actual aumento en las exportaciones pueden, por sí solos, explicar el fenomenal aumento en la inversión que se produjo y que se presenta como el determinante más inmediato del crecimiento económico en ambos países.


    Tercero, como la base inicial de las exportaciones era tan baja ( menos de 5% del PBI en Corea), el aporte de las exportaciones al crecimiento de la producción no pudo haber sido muy alto hasta por lo menos mediados de los años ´70.


    Cuarto, no hay pruebas de que las exportaciones hayan tenido consecuencias externas o “derrames” de productividad hacia el resto de la economía.


    Finalmente, la creciente orientación hacia el exterior de las dos economías puede explicarse por el fuerte aumento de la inversión: como se necesitaba importar bienes de capital, el aumento de la demanda de la inversión necesariamente abría las puertas de esas economías al comercio internacional.


    Por todo lo anterior podríamos decir que una explicación mucho más plausible para el despegue económico es el aumento en la inversión que se produjo a principios de la década del ´60. El origen de este boom inversionista es el tema fundamental que hay que estudiar para buscar cualquier explicación de la experiencia de Asia oriental.


    Las condiciones iniciales eran importantes: tanto Corea como Taiwan tenían una fuerza de trabajo calificada con relación a sus activos de capital físico y niveles de ingreso, lo cual los ponía en una situación ideal para el despegue económico.


    A comienzos de los ´60 y desde entonces, los gobiernos de Corea y Taiwan consiguieron que aumentara notablemente los retornos al capital privado. Lo hicieron no solamente eliminando una serie de impedimentos para la inversión e instalando un clima favorable a la inversión, sino mediante intervenciones estratégicas que incluían subsidios a la inversión, asesoramiento administrativo y utilización de la empresa pública; todo esto fue mucho más marcado de lo que menciona la explicación estándar del crecimiento.


    Si bien esta explicación nos ayuda a entender por qué la intervención estatal pudo haber jugado un papel productivo en estos países asiáticos, no explica por qué la profunda intervención no generó búsqueda de ganancias y la derrota de los objetivos de los gobernantes. Aquí, otra vez, las condiciones iniciales deben haber jugado un papel importante.


    Una distribución del ingreso y la riqueza relativamente equitativa era crucial. En comparación con otros países en desarrollo en 1960, Corea y Taiwan se destacaban por tener una distribución excepcionalmente igualitaria de ingreso y riqueza. Esto se debía en parte a la historia, y en parte a la importante reforma de la tenencia de la tierra que ambos países habían realizado durante los años ´50.


    ¿Cómo ayudaba la equidad? Primero, ninguno de los dos gobiernos tenía que vérselas con poderosos grupos de interés industriales o terratenientes. Los gobiernos podían intervenir eficazmente en Corea y Taiwan porque gozaban de un extraordinario grado de aislamiento de los grupos de presión, y podían ejercer liderazgo sobre ellos. Tampoco se sentían presionados por la necesidad inmediata de adoptar medidas populistas o de redistribución; de manera que tenían libertad para concentrarse en objetivos económicos.


    Esto ayuda a explicar por qué tantos otros países en desarrollo fracasaron estrepitosamente con intervenciones estatales que presentaban un parecido más que superficial con las que se emplearon en el sudeste asiático.


    La experiencia asiática con intervención estatal es, tal vez, de relevancia limitada para otros países que enfrentan el desafío del crecimiento.


    Dani Rodrik es profesor de Economía y relaciones internacionales en la Universidad de Columbia e Investigador en el Programa de Comercio Internacional de CEPR. Su tratado sobre Economía Política (abril de 1995) amplía y desarrolla las opiniones que vierte en este artículo publicado en la primera mitad de los ´90 sobre el papel que juegan la inversión y la intervención del gobierno en el crecimiento económico.


    Su posición es que la explicación tradicional del milagroso fenómeno del crecimiento económico de los países del sudeste asiático es incompleta: altos niveles de capital humano y una distribución del ingreso relativamente igual crearon las condiciones necesarias para que la intervención del gobierno estimulara la inversión y condujera al crecimiento, no la búsqueda de ganancias.


    El título original en inglés del artículo fue “Other things being equal…”, una frase muy usada entre los científicos de todas las ciencias para hacer comparaciones entre hipótesis o modelos teóricos. Esa frase es traducción del latín “ceteris paribus” (El principio de “ceteris paribus” significa que una comparación es válida sólo si todos los otros factores que no son presentados explícitamente presentados, son recíprocamente equivalentes.