Se barajan infinitas probabilidades y errores, pero lograr el completo dominio es pura utopía. Precisamente en esta imposibilidad reside el gran atractivo del bridge, también conocido como el ajedrez de las cartas. “Esto es como el misterio del huevo y la gallina; se aprende cuando se practica, y no se puede practicar hasta que se lo entiende”, reconoce Ricardo Cardoni, profesor del Recoleta Club de Bridge y analista de sistemas.
Básicamente, el juego se desliza por el paño y en 52 cartas francesas. Ideal para reactivar neuronas, dicen que saca lo mejor y lo peor de cada uno. Pone en evidencia el error propio y enseña a exponerlo frente a los demás sin rencores. Además, sirve de entrenamiento para desarrollar la capacidad mental y manejar el estrés cuando los resultados no son los esperados.
Aunque en la Argentina todavía abundan los prejuicios relacionados con los juegos de cartas, en otros países el bridge goza de alta reputación. Se lo incluye, por ejemplo, como materia extracurricular en los colegios y en las universidades, como entrenamiento para enfrentarse a la vida adulta.
“Es un proceso lógico-deductivo en el que intervienen infinidad de variables”, explica Cardoni. “Hay que estar alerta, contar y recordar cartas por orden de aparición y sacar conclusiones rápidas; comunicarse con el compañero sin revelar mayor información a los contrarios y balancearse en el frágil equilibrio entre el éxito y la derrota. Es como la vida real, porque uno está haciendo negocios y tratando de ganarle a la otra parte. Pero, a diferencia de los negocios reales, en los que se demora meses para conocer los resultados de todo un proyecto, acá se maneja el éxito personal cada siete minutos.”
Pasión de multitudes
Por lo pronto, en Europa y Estados Unidos la actividad está pasando por un singular período de auge sólo en Francia existen 2.150 clubes especializados y su popularidad va in crescendo, hasta el punto que muchas solicitudes de empleo lo incluyen en sus formularios.
Claro que el boom no explotó de un día para otro sino que es el resultado de un largo proceso de difusión que también incluyó la participación de las empresas. Inglaterra fue el primer país que organizó un torneo profesional con publicidad, y en Holanda las compañías petroleras se colocaron a la vanguardia como sponsors.
“La complejidad del juego mejora la capacidad para asumir decisiones, un factor relevante en la formación del individuo”, apunta Cardoni. “En la Argentina las escuelas también deberían incluir la enseñanza del bridge en sus programas educativos. Pero por lo pronto, aunque existe la voluntad, no hay desarrollo económico ni una estructura empresaria para llevar un proyecto adelante.”
En el bridge se encuentran todos los componentes del deporte. Sus reglas proponen mecanismos reales de interacción entre las personas y las situaciones. Allí interactúan la disciplina, el rigor, la ética, la performance, el estudio, el sacrificio y el estrés. Permite experimentar y simular situaciones en las cuales es condición indispensable aceptar las reglas establecidas, utilizar los conocimientos adquiridos y verificar la aplicación de tácticas y estrategias en la solución de los problemas.
En la Argentina hay 2.000 jugadores federados que participan en torneos nacionales o internacionales, pero se estima que en la esfera social sus cultores suman más de 50.000. El perfil típico es el de un hombre o una mujer de 35 a 40 años. Entre sus huestes hay jueces de la Nación, médicos y abogados de renombre, funcionarios del gobierno, economistas, analistas de sistemas, operadores bursátiles y desocupados que buscan apaciguar la ansiedad.
Dar y recibir
Cada uno puede jugar donde más le guste, en su casa, en los clubes o vía Internet, pero la tendencia es, decididamente, más social que competitiva. Debido a las características intelectuales del juego, las similitudes con el ajedrez saltan a la vista. Sin embargo, muchos de sus seguidores aseguran que el bridge es más integral, porque para su práctica es imprescindible manejar un código social, que no está presente en el ajedrez. Un acérrimo individualista puede ser un gran jugador de ajedrez, pero no de bridge, donde la relación con el medio es fundamental.
Un artículo de la revista Bridge XXI – Bidding Box, describe el espíritu de este juego, ideado en Africa en el año 400.
“Como la mayoría de las actividades, el bridge tiene, además de sus ventajas, algunas desventajas, como la estereotipada dedicación monomaníaca al juego. Cuando le preguntaron a Alfred Sheinwold, especialista en el tema, quiénes eran los mejores jugadores, las mujeres o los hombres, contestó: ambos. Y acotó que, en los más altos niveles de competición, la mayoría de los jugadores son hombres, pero en otros niveles las mujeres son más exitosas. En particular, muchas esposas juegan mejor que sus cónyuges, a pesar de que la mayoría de ellos no lo admitirían jamás.”
“¿Qué es lo que distingue al bridge de los muchos otros pasatiempos que combinan azar con destreza? Parte de esta respuesta es el trabajo en equipo. Los buenos jugadores tratan en todo momento de ayudar a sus compañeros y, en contrapartida, aprenden a recibir información de ellos”, explica Sheinwold.
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