“Para mí el rock es una actitud mutante”

    Es un bicho raro de la especie de los rockeros argentinos. Ex líder del grupo Los Encargados (allá por los años ´80), colaborador de los exitosos Soda Stereo y de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, productor e impulsor de muchos de los grupos más interesantes de los ´90 y dueño de una frondosa discografía como solista, Daniel Melero ha construido para sí un lugar único dentro de la escena rockera argentina. “Yo veo y escucho rock desde los 11 años, y ahora tengo 43, así que, de alguna manera, esos 30 años de historia los viví ­se ufana­. Yo vi en vivo a Manal, a Almendra, a Los Gatos, a Vox Dei, a Tanguito. No tuve que leerlo en un libro.”


    -¿Cómo era asistir a conciertos de rock en Buenos Aires hace 30 años?


    -Era muy raro, porque uno ni siquiera sabía cómo se entraba a un recital. Ahora, mal o bien, hay una organización. Pero en ese momento era una cultura en formación, ni siquiera había conciencia de que había que pagar una entrada. Era muy fuerte lo que yo denomino estado de rock. Cuando una banda está en estado de rock, hay una sensación de que cualquiera del público podría estar arriba del escenario y tocar.


    -¿Existía la sensación de estar participando en algo parecido a un movimiento?


    -Sí, era una cuestión política. Pero no como ocurrió durante la dictadura, una época en la que yo considero que el rock apenas simulaba ser una oposición. En la época militar, el rock sólo le pedía a Dios, cuando en realidad debió decir “rompan la Casa Rosada”.


    -En aquellos primeros años, ¿el rock argentino estaba en sintonía con el anglosajón?


    -Sí, había cierta simultaneidad con lo que pasaba afuera. Pero en el ´74 el rock argentino sintonizó con el jazz rock, y fue ahí cuando abandonó ese espíritu de cualquiera puede hacerlo, y adoptó más la idea del rock sinfónico, del jazzero que quiere ser visto como virtuoso.


    -El de principios de los ´80 fue el primer gran recambio de la historia del rock argentino. ¿Cuáles son, según tu criterio, los momentos clave de esa evolución?


    -Hay una primera etapa que termina en el ´70, con la separación de Almendra, Manal y Los Gatos. Ahí se baraja de nuevo todo, pero las cartas son las mismas. Con el jazz rock tampoco hay renovación, y mucho menos durante la dictadura, porque los militares dejaron lo que estaba, que ya era manejable, y evitaron que apareciera algo nuevo. Por eso en el ´82, la gente parecía anclada en el año ´70, y eso se ve claramente en la película del B.A. Rock. En ese festival (Obras Sanitarias, noviembre de 1982) Los Encargados tocamos y nos tiraron de todo. Cuando nos vieron con mamelucos y pelo corto, la imagen era tan rockera que no la pudieron soportar. Era exactamente lo que ellos creían que no era el rock.


    -Ese fue el punto de partida para una nueva generación de músicos de rock, y coincidió con el momento en que el rock se hizo masivo, con grupos como Soda Stereo, Virus y Zas.


    -Sí, y a fines de los ´80 se produjo algo raro: los que, se suponía, iban a ser los nuevos grupos mainstream, como Los Encargados, Fricción y Metrópoli, fueron barridos por el ska y el reggae. Pero si uno quisiera definir los años ´80, terminaría definiéndolos por los grupos menos conocidos. Los grupos referentes, más allá de Zas, Soda y Virus, son Los Encargados, Metrópoli, Fricción, Clap, lo que yo llamo “la clase media del rock“.


    -Después de ese momento de confusión llegó la hiperinflación, el cambio de gobierno y, junto con los ´90, el imperio del rock & roll de los Redonditos de Ricota.


    -Claro, los Redondos se hicieron muy populares. Llegó el rock barrial… Pero los Redondos eran New wave en sus inicios. New wave que sonaba mal. Y también llegó el rock sónico…


    -… del que vos fuiste el principal impulsor. Produjiste discos de muchos de esos grupos , y te involucraste personalmente en esa tendencia. Pero ninguno de esos grupos llegó a ser verdaderamente popular.


    -No, a excepción del primer disco de Los Brujos, que llegó a Disco de Oro (30.000 copias vendidas). Pero nunca supuse que serían populares. Creía que eran discos importantes.


    -Y esa fue la última gran renovación del rock argentino.


    -Sí, porque ahora está mucho más armado el sistema. Y lo que el sistema no puede manejar, lo obvia. Hay artistas como Estupendo, Leandro Fresco, Victorial Mil, que son bandas fabulosas que no tienen ni un canal en común ni las agrupa un discurso. Yo estoy convencido de que estos grupos, junto con otros igualmente desconocidos, son grandes bandas.


    -¿Y cuál es tu lugar dentro de esta historia?


    -Me parece que se me ve como un mentor. Yo toqué con los Redondos y con Soda Stereo; es como jugar en Boca y en River. Se trata de mutación y cambio. Cuando yo hago un disco, aunque parezca desubicado, es mi opinión sobre ese momento. Si lo que tengo para decir es lo mismo que el año anterior, me callo. Si voy a reclamar tu atención y tu dinero y tu tiempo, más vale que me crea que estoy proponiéndote algo interesante. Y nuevo.


    -¿Qué es lo que debería ser llamado rock?


    -Es una palabra que se ha usado tanto que sirve para cualquier cosa. Para mí, el rock es una actitud mutante. No hay una forma de ser rockero; cuando hay una, ya no es rock. Cuando se establece una forma, ya está lista para caer. Pero los mercados necesitan ser estables para ser controlables. Por eso, desde el marketing se optó por definir como rock a ciertas actitudes y músicas que, en definitiva, son recuerdos de lo que alguna vez fue rockero.


    -¿Tiene sentido seguir hablando de rock, entonces?


    -Tiene sentido para la industria, pero creo que hoy no es rockero ningún formato que esté adaptado a los medios existentes. El único lugar donde encuentro rock es en Internet. Porque entiendo al rock como una cultura, que tiene una música que lo acompaña. Una cultura de cambio, con música que cambia. Pero para la gente, el rock hoy es una música que no tiene una cultura alrededor. Se ha logrado el vaciamiento de lo más importante que había. Quedó lo que era secundario, que era la música. El rock trató siempre de modificar a los medios, pero hoy se llama rock a aquello que encaja en los medios.


    -Entonces deberemos llamar rock a aquello que provoque algún cambio.


    -Yo creo que si vos no sos revolucionario, no sos rockero. Y la revolución puede ser sólo la imagen. Un ejemplo: Culture Club era una banda de tercera línea, pero la imagen de Boy George tenía una cantidad de mensaje que era superior a su contenido musical. El contexto que aportó esa imagen hizo que la música se volviera interesante. Y después viene una música. Ahora, el problema es la ausencia de contenidos. Por eso Internet es mucho más rockera que toda la estructura rockera que hoy conocemos. Internet cuenta con varios de los elementos que son esenciales del rock: la anarquía; los grupos tribales… En este momento estamos listos para otra cosa. Desarrollaremos un nuevo arte con un medio nuevo. Y el medio nuevo, y el que ofrece mayor posibilidad de caos, es Internet. Y hay que aprovecharlo porque caos, en Internet, no va a haber por mucho más tiempo.