¿Es relevante la tecnología informática?

    Pero “eso”
    no fue lo que provocó las reacciones de Steven Ballmer (“¡Basura”,
    exclamó el CEO de Microsoft), Carleton Fiorina (“Totalmente
    equivocado”, sostuvo la jefa de Hewlett-Packard) o Craig Barrett (Intel):
    “TI importa, y un montón”, replicó.
    Un año más tarde, Carr publicó un libro, Does IT matter?
    (“¿TI importa?”). Como en el artículo, su tesis
    básica es muy directa: otrora, la tecnología informática
    (TI) era tan cara y difícil de manejar que las empresas ganaban mucho
    con sólo ser capaces de hacer funcionar los sistemas. IBM es el caso
    típico. Pero, al paso del tiempo, TI fue abaratándose y tornándose
    menos dificultosa hasta alcanzar la condición de insumo o servicio
    masivo.
    Contratar personal idóneo es más fácil hoy y las herramientas
    tecnológicas son más potentes que hace apenas unos años.
    La habilidad de manejar TI efectivamente ya no es una barrera. Por ende,
    tampoco es una ventaja competitiva de relieve (sostiene Carr).
    A su criterio, “preguntarse si TI importa es como preguntarse si la
    electricidad lo hace. En un sentido, ambas pesan. Pero la capacidad de gestión
    ya no es especialmente útil para la mayoría de las empresas:
    los recursos son tan baratos y comunes que no pueden ser fuente de ventajas
    para nadie”.
    Claro, lo escaso es rentable. Las compañías que ofrecen productos
    o servicios de los que otras no disponen siempre los cobrarán más
    caro. Pero, en la medida que más y más concurrentes ofrezcan
    lo mismo, la competencia irá bajando precios. No obstante, el “management
    de complejidades” todavía traba el ingreso a algunos sectores.
    Así, fabricar circuitos integrados es terriblemente complejo, por
    lo cual Barrett tiene razón: la TI aún es crítica en
    el segmento donde opera Intel.
    Cuando una tecnología es tan compleja que el único modo de
    trabajar es copiando lo que ya está en línea, existen ventajas
    competitivas. Pero “la mayoría de los negocios actuales –apunta
    el autor– ya no es tan compleja como la manufactura de chips. Por ende,
    lo que importa no es la TI en sí misma sino cómo se aplica”.
    No obstante, aun si pudiese tornarse en insumo generalizado (commodity)
    y dejara de significar ventajas únicas, quedaría otra pregunta
    clave: ¿el sector ha llegado o no a ese punto?
    TI, insumo relevante
    Normalización o conversión en insumo uniforme no siempre presuponen
    el fin del proceso innovador. Una vez que algo se transforma en insumo,
    todavía puede ser componente de una innovación ulterior. Las
    PC, los servidores de Internet, las bases de datos o el encriptado integran
    ya sistemas más amplios y complejos, donde se multiplican las oportunidades
    de innovar.
    Ahora bien, ¿esas innovaciones deparan “ventajas comparativas
    sustentables”? “Quizá sí, quizá no. Detectar
    ventajas reales es un lío. Por ejemplo, hacer algo mejor y más
    barato genera siempre una ventaja, aunque sea temporaria”. Así
    piensa Hal Varian, profesor de negocios y gestión informática
    en Berkeley. Ergo, parte interesada.
    Similar postura adoptan John Seely Brown (ex Xerox) y John Hagel (consultor
    independiente). Los tres cuestionan una observación de Carr: “Si
    hardware y software informáticos son ya meros insumos, invertir en
    el sector no comportará futuras ventajas competitivas de magnitud”.
    Por el contrario, el trío vislumbra una simbiosis entre dos tendencias
    tecnológicas diferentes, ambas dependientes de la TI como insumo
    (con lo cual asumen la tesis central de su oponente).
    La primera es la “computación en grillas”, proceso que
    integra un gran número de máquinas en una sola fuente de recursos
    informáticos. Durante los últimos 20 años, sus pautas
    técnicas han ido achicando diferencias en materia de hardware. Wintel
    (una grilla que liga el sistema operativo de Microsoft y los chips de Intel)
    o sistemas como Unix y Linux se han extendido por los dominios de la PC
    y el servidor.
    Las grillas convierten una forma de normalización en insumo efectivo,
    porque aprovechan mejor los recursos tecnológicos de la empresa,
    ampliándolos y haciéndolos más fácilmente disponibles.
    La modalidad saca partido de computadoras y sistemas de almacenamiento más
    baratos, aportando una cuota sin precedentes de potencia a precios de insumo
    básico.
    Dos novedades
    Emplear grandes conjuntos de computadoras chicas no es novedad. Sí
    lo son: a) el costo relativamente bajo que demandan hoy esos equipos, y
    b) las innovaciones en software desarrolladas para coordinar y manejar grandes
    conjuntos de hardware. Sin ambos factores, los costos de operar enjambres
    de máquinas baratas a menudo neutralizarían su menor precio.
    La segunda fuerza que promueve la normalización en TI involucra el
    software sobre el cual las compañías corren procesos de negocios.
    Muchos gerentes han llegado a sentirse presos de las actuales plataformas
    de aplicación: el costoso cablerío entre software y datos
    dificulta mucho modificar los mecanismos de gestión.
    La salida consiste en emplear modelos tecnológicos, llamados “servicios
    de Web”, para establecer vínculos más flexibles entre
    datos y aplicaciones. “Las empresas orientadas al futuro –señala
    Seely Brown– ya desarrollan formas de superar limitaciones físicas
    adoptando esquemas más modulares para desplegar el software”.
    Este modelo eventualmente transformará aplicaciones monolíticas
    e inflexibles según como vayan integrándose. En el proceso,
    facilitará la conmutación de “módulos” entre
    un elemento de software y otro. Al igual que sus equivalentes hard, ese
    soft irá pareciéndose a un insumo. “Estas conexiones
    flexibles y sueltas, en una red TI –afirma Hagel–, son baratas
    de desarrollar. Pero pueden absorber pesados recursos. Por ese motivo, la
    computación en grillas se relaciona estrechamente con el surgimiento
    de diseños más flexibles en software”.

    Ventajas
    estratégicas
    Todo lo anterior, plantea Varian, “¿disminuye el potencial
    de las empresas para obtener ventajas estratégicas a partir de
    la TI?”. Por el contrario –puntualiza–, su generalización
    como insumo facilitará el lanzamiento de iniciativas y la recombinación
    de sus elementos diversos, poniéndolos en las manos de todos los
    ejecutivos. No sólo en las de especialistas informáticos.
    También promoverá el acceso a recursos de terceros, propiedad
    relevante en servicios de Internet”.
    Los tres contendores de Carr recalcan el último punto. A su juicio,
    la TI de uso masivo, impulsada por la computación en grillas, y
    las nuevas arquitecturas de software harán mucho más fácil
    conectar recursos informáticos de diferentes compañías.
    El campo para innovaciones en un negocio ya no quedará constreñido
    a los límites de la empresa. En vez, ésta hallará
    que puede atender mejor a los clientes orquestando actividades de otras
    firmas en crecientes redes. Existen ejemplos pioneros; entre ellos Cisco
    Systems.
    Por supuesto, la flexibilidad prometida por esta nueva tecnología
    es una espada de doble filo. Por un lado, les facilita la innovación
    a los líderes de mercado; por el otro, también promueve
    la copia por parte de la competencia (un problema recalcado ya por Carr).
    De ahí que las ventajas estratégicas de la TI como insumo
    o herramienta masiva residan menos en las innovaciones individuales que
    en la capacidad de una empresa para generar una onda innovadora tras otra,
    aprendiendo velozmente de la anterior.
    Por sí solos, entonces, los recursos de TI ya no confieren ventajas
    estratégicas. “Nunca lo han hecho”, confiesa Hagel. “Esas
    ventajas ni siquiera provienen de una creciente habilidad para reconfigurar
    esos recursos. Como siempre lo fuera, se originará en la capacidad
    de una empresa para seguir innovando a partir de nuevos productos y servicios.
    Esto sólo podrá hacerse vía la normalización
    de TI como insumo o componente”